Tengo una deuda de amor con una hermosa persona. Vestía ropa entallada de lentejuelas (que se regocijaban bajo el destello de una luna de sábado), tacones altos que le hacían juego, abundante cabellera y unos labios rojos que me recordaron a mi madre y a toda buena mujer que se haya cruzado en mi vida. Su mirada tierna me maravilló y caí en sus fuertes brazos con el aliento de mi sola desesperanza.

Necesitaba de alguien, de un ser humano que tenga el poder de ser un buen ser humano, y nada más; que haga de mi mundo uno mejor. No haré resonancia en el acontecimiento que me llevó a ella, lo que quiero es cumplir mi promesa.
Desperté. Mis brazos y pies desnudos, sujetados a las correas de la camilla para los recién ingresados al psiquiátrico. No podía y tampoco quería moverme, sólo deseaba agua, un poco de agua para disipar el sabor amargo del vomito inducido por mi sobredosis de barbitúricos. Me cubría una bata blanca y la incertidumbre de los acontecimientos.

Temo conocer menos de lo necesario para estar a la par con mis conocimientos, pero temo más en vislumbrar dentro de mí una herejía en contra de quienes son merecedores de ovación y orgullo. Y no precisamente orgullo gay.
Había caído de bruces en los pies de Rebecca, mi corazón había muerto de momento, pero su palpitar hacía eco en mi lenta y dolorosa intoxicación. Encontrarme con ella en esa realidad de asfalto, semáforos, esquinas, todo esto en un contexto donde la crudeza y la fantasía están divididas por una delgada línea de azar y fortuna me hizo creer que sí había muerto; que siempre la verdad hace que todo lo demás parezca mentira.

La diversidad sexual es un lenguaje que cada quien interpreta a su conveniencia, o que hace pasar por desapercibida su ignorancia contemplándose dentro del pensamiento colectivo y carente de razón.

Las verdaderas discordancias, las verdaderas diferencias, están sujetas en aquellos que ostentan el poder, y que parte de ese poder era nuestro y se conoce el error solo después de haberse cometido. Se viene en nuestra contra el dique inquebrantable que hemos creído y creado, prohibiéndonos atravesar las barreras y entrar en batalla por los “Trans”, minoría que se esparce como un aire lejano que descubre las calles que jamás existieron y que muchas de ellas las conocen como “hogar”.

Es prohibido atravesar y luchar por la búsqueda determinante de la igualdad. Igualdad de Género, Igualdad de Expresión, Igualdad en cómo ver el amor; nos hemos cohibido ese privilegio.

Si de luchar a viva voz para erradicar las diferencias y hacer de Uno Solo el derecho a Ser Humano y ser tratado como tal, seré el primero en la marcha constatando que somos humanos, un género, y no una especie con divergencias físicas y pensamientos peligrosamente irrefutables.

La enfermera se acercó y no musitó palabra, parecía avergonzada de mí. Hizo sus quehaceres y me dejó solo en el pasillo, blanco y profundo. Por un momento imagine que así serían las cosas al final de mi noche: Un pasillo profundo, una luz enceguecedora, mis pies descalzos y mi sonrisa que jamás existió. A pocos segundos de llegar “al final” volví a despertar. El médico, aparentemente joven, robusto, tenía su cabello intacto y de buena apariencia; revelaba algunas canas y sus ojos azules eran penetrantes, intimidantes. Me tomaba con sus manos el pulso y sus preguntas me tomaron por sorpresa. –Es usted muy afortunado, llegó en el momento preciso en el que casi nada se podía hacer— El doctor se mostró amigable y poco formal. – Perdón, Doctor… ¿A qué se refiere?— Me sujetó con más fuerza el antebrazo en busca de signos (creo) – Solo una mujer como “Ella” haría este tipo de cosas. Le deseo que se recupere lo más pronto posible. En la tarde le visitará el psiquiatra y probablemente “Ella”— El médico se fue alejando y su bata blanca (abierta) se elevaba en el aire como a los superhéroes en las nubes. –Posiblemente y los héroes sí existan— pensé yo.

No culpo la ignorancia de algunos o la intolerancia que nace de los prejuicios; la razón –y he aquí la singularidad– por la cual los “Trans” se han visto cobijados por un velo que equipara a todos por cantidad y no por distinción, es lo que deja de lado esos meritos y reconocimientos que silenciosa pero armoniosamente están revelando que su sexualidad podría desfallecer –más no perecer- ante su intelecto, propio de todo ser humano, como si de un atributo con vida propia se tratara. Hemos visto con escrutinio desmedido la viva encarnación que hacemos de sus vidas hasta ahora desconocidas. Sinónimos tristemente adoptados en su historia: prostitución, drogadicción, perversión, y en el peor de los casos abominación que le perturba la mente a cualquiera. ¿Pero es verdad que se debe poner en los zapatos de otro para conocer la verdad? No lo sé, pero uno las ve pasar y de momento sonríe, de momento desprecia, de momento ellas desaparecen y uno queda con el corazón embrujado.

En publicaciones anteriores se ha hecho énfasis y cierta apología a quienes en su revelación interior han marcado diferencias sociales y matices revolucionarios (no invasivos) en la humanidad. Sabemos consciente e inconsciente que están en todos los continentes y que muy probablemente tengan la habilidad casi apocalíptica de gobernar nuestros mundos, y ojalá sea pronto; que maravilloso un planeta tierra donde quien ha sabido transformarse para ser feliz y enfrentar el mundo sea idóneo para trans-formar desde cero lo que estamos destruyendo.
Son nuevos hombres y nuevas mujeres que no piensan con su cuerpo como la mayoría de nosotros que se nos irgue el sexo cuando vemos el caminar de una mujer de protuberante figura o el andar de un hombre de adónica esbeltez.
Un sujeto se aproximó a mí y explayó una sonrisa; acercó una silla blanca de madera y apoyo el codo en mi camilla, cerca a mi pecho, su mano estaba recostada en su puño. Me observaba sigilosamente, casi que podía devorarme pero eso tendría un efecto contraproducente. Fue Ella quien me salvó. Rebecca estaba ahí conmigo, vestida de hombre, o ¿Un hombre se había disfrazado anoche de Rebecca? Me era difícil comprender, pero me deje llevar. Los labios rojos habían desaparecido, pero eran carnosos y deseables. La cabellera estaba en su bolso junto con el rímel, el pintalabios y demás aditamentos femeninos.
Su voz era gruesa y sus ademanes delicados y armoniosos. El hombre y la mujer en una sola persona. Por Dios, son muchas cosas para formatearme, pensé yo. Que bello, qué bella es.

Se ha descartado de esta manera que estos seres humanos, llenos de sueños e ideales como todos nosotros han alcanzado peldaños que derrumban ese dique inquebrantable de mojigatería y poco sentido común. He visto a muchas “Trans” ocupando cargos político-sociales, como Tatiana Piñeros quien asumió hace pocos días la Dirección Distrital de Turismo en Bogotá. En España a Carla Antonelli, Política y reconocida activista de los derechos LGBTI; desde 2011 es diputada de la Asamblea de Madrid por el Partido Socialista Obrero Español.
Tenemos además en el campo socio-ecológico a la ambientalista Brigitte Baptiste, Directora del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos ALEXANDER VON HUMBOLDT, experta y pionera en su área de investigación.

No me puedo negar el derecho de reconocer a las aventureras, a nuestras autenticas celebridades que nos enamoran con su talento, excentricidad, carisma y simpatía. Quienes les seguimos el rastro en los medios y revistas podemos desentrañar esa magia adherida a cada movimiento que dan, a cada palabra llena de picardía que las hace tan únicas. Danna Sultana: Nuestra Musa; paisa de pura cepa que pone en lo alto el nombre de esta primavera, talentosa bailarina y coreógrafa con reconocimiento nacional, transformándose en ícono de quienes aún se moldean en el capullo.
No les estoy haciendo ninguna clase de invitación, pero ayúdense a sí mismos a reconstruir el concepto, porque el concepto ya existe y está más consolidado que nunca. El mundo está en constante cambio y aquí pongo de soporte, en contra de la equivocación que muchos padecimos, el postulado Darwiniano “No sobrevivirá el más fuerte, sino quien mejor se adapte al cambio”. Ellas se posicionan y se ganan los espacios jamás soñados. Todo lo que inició como un mito es ahora una realidad irrefutable, probablemente el mito seremos nosotros, quienes nos extinguimos por no reinventarnos, por autodestruirnos en la envidia y la ambición.
No sugiero sean como ellas, aunque cada quien es libre de hacerlo. Sugiero que seamos algo menos nocivo para el mundo; transformarnos un poco nos haría bien. Que no despotriquemos de nuestra humanidad, pero sí que consolidemos el hecho de Ser Humanos y comportarnos como tal.

Laverne Cox es Actriz Estaunidense y aboga por los suyos, Florencia de la V. es Actriz y Vedete Argentina y aboga por los suyos, Ricardo Domínguez (modelo andrógino Colombiano) y Andreja Pejic (modelo andrógino Internacional) reconocen en su presencia el símbolo de libertad de expresión, que no son unas rarezas, que son diferentes y que eso es bueno.

–¿Cómo te sientes?— su voz me recordó lo sucedido la última noche. Caminaba mareado en una acera de la ciudad; había ingerido una cantidad considerable de Antidepresivos que tragué con licor. Mi cuerpo atiborrado de ideas y más ideas sobre mí a solas con la muerte me angustiaba. Corrí por ayuda sin una dirección precisa. Tropecé con el pavimento y vi con mi cabeza ladeada a una mujer bajarse de un Audi negro descapotable; se recogía el cabello con sus dos manos y un marlboro rojo encendido en sus labios… Me observó y su mundo se fue de momento con el mío.

–Estoy bien, gracias. Muchas gracias—Cerré mis ojos porque me sentía avergonzado. –¿Por qué habría de quitarme la vida? Lo tienes todo o tienes muy poco, qué sé yo— Rebecca o él me observaba con devoción. Por un momento creí que me besaría y no podría hacer nada porque estaba sujetado como un loco.
Una mano se apoyó en el hombro izquierdo de Rebecca. Era el psiquiatra. –Buenas tardes caballeros. Me observó –A usted le tengo una noticia, le di de alta porque cayó en buenas manos— En cambio a usted, caballero, le tengo una sugerencia— observó a Rebecca –le sugiero no volver a fumar dentro del Audi, eso trajo muchos problemas con mi mujer —

De mi parte le digo adiós a Batman, Superman y sus ligas justicieras. Los verdaderos héroes, quienes verdaderamente luchan por un mundo mejor usan zapatillas de tacón alto.

“Gracias Reb”

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