Mujeres trans, cisgénero y hombres gay que ejercen trabajo sexual en Pasto se vieron obligados a volver a la calle, durante crisis del COVID-19, por falta de respuesta del gobierno.

El pasado 23 de abril, las asociaciones de trabajo sexual, Fundación Género Trans del Sur, Asociación Asmupaz, Asociación El Colorete y Asociación Mujer +, hicieron pública una carta dirigida al gobierno departamental y municipal de Nariño y Pasto, Jhon Rojas y Germán Chamorro, junto a los gerentes designados para atender la pandemia del COVID-19 en el territorio, Mario Benavides y Julio Bastidas, donde se expone la preocupante situación que vive esta población por la falta de ayudas del estado.

«Ante la situación desesperante de hambre, las trabajadoras sexuales por consenso, hemos tomado la siguiente decisión: A partir del día de hoy saldremos a trabajar al no encontrar respuesta del Estado para enfrentar la cuarentena por COVID-19. Adicionalmente, continúan los desalojos de las compañeras de sus lugares de habitación y no tenemos nada para darles de comer a nuestras familias, si la situación no mejora en los próximos días armaremos un campamento en la plaza del carnaval donde podamos, con los recursos conseguidos por quienes trabajamos, hacer ollas comunitarias para nuestras familias, responsabilizamos de cualquier emergencia que se pueda presentar a las personas mencionadas en el encabezado de esta carta«.

Como las organizaciones en mención lo resaltan a través de la carta pública que hicieron llegar a las autoridades de Pasto, las personas que ejercen trabajo sexual han sido un grupo sistemáticamente «olvidado por el Estado y agobiado por el conflicto social y armado», no sólo en la capital nariñense, sino en toda Colombia, donde las medidas que se han tomado son insuficientes o nulas para atender una población que vive de la informalidad y el día a día.

«Las personas que conseguimos nuestro sustento diario en el ejercicio del trabajo sexual en el Departamento de Nariño estamos pasando necesidades precarias para sobrevivir, somos, en la gran mayoría, quienes llevamos el sustento a nuestros hogares, cuidadoras de nuestros adultos mayores, nuestros padres y madres y también somos madres cabeza de hogar, lo que implica que la responsabilidad del cuidado de nuestros hijos es exclusividad de cada una de nosotras»

En Colombia, el trabajo sexual se aborda desde la informalidad, es decir que quienes lo ejercen no tienen seguridad social, administradora de riesgos laborales, ni pensión, además no cuentan con un ingreso fijo mensual, entre otros motivos, lo que hace que sean una población sujeta de especial protección (T-288/18, T-073/17) a quienes el aislamiento obligatorio privó de sus ingresos, estando en hoteles o casas donde actualmente les reclaman cánones de arrendamiento con los que tienen como cumplir.

«Con las personas que ejercen trabajo sexual en Pasto tanto mujeres cisgénero como mujeres trans y hombres gay, se logró hacer una caracterización y definir prioridades en la primera semana de la cuarentena… A las personas que su lugar de residencia son hoteles, a quienes viven con VIH y a las que son adultas mayores se les priorizó para la entrega de ayudas gestionadas por donación de particulares para la entrega de mercados o comida que se preparaba a diario en casa de una compañera. Las dificultades más urgentes responden al contexto, donde hay varias que han sido desalojadas de los hoteles y lugares de habitación ya que son arrendamientos al diario» nos comentó Darla González, lideresa trans de la ciudad.

Es claro que la crisis sanitaria que ha generado el COVID-19 no estaba en el panorama de nadie y el aislamiento obligatorio ha sido la única medida para lograr retener el exponencial crecimiento del virus afectando social, política y económicamente a toda la población y las naciones, sin embargo, la romantización de la cuarentena es un privilegio de clase que sólo es posible contrarrestar a través de la empatía con quienes no pueden quedarse en casa.

«Conocemos los riegos de estas decisiones, sabemos que quizás seremos un foco de propagación de la pandemia, pero es mejor correr el riesgo intentando sobrevivir que morir de hambre sin haberlo intentado».

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