Imagínate pues que el barrio El Poblado del Distrito de Medellín, más conocido como el “barrio de los ricos”, desde cierto punto de vista y ahorita te cuento por qué, es una “comuna”, sí, la comuna 14, que hace parte de las 16 que dividen tanto administrativa como territorialmente la ciudad. La Medellín de los 80´s, pese a su ola de violencia, empezó a buscarle orden al territorio con el propósito de organizarse administrativamente, esfuerzos que dieron fruto en el año 1997, cuando se promulgó la Ley 388 o también llamada Norma de Desarrollo Territorial. 

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Parque del Poblado en los 90, fotografía de Colombiaconseil

Precisamente en el año 1997, el barrio El Poblado fue enmarcado dentro del concepto “comuna 14”, el mismo que en muchos casos es difícil de reconocer y aceptar por algunos de sus habitantes; siendo este concepto “comuna” inequívocamente interpretado y usado, haciendo referencia únicamente a los barrios ubicados en la periferia, mejor conocidos como los barrios populares.  

Según la historia, el concepto de comuna tiene un origen francés, llamado “commune”, que se deriva de aquellos territorios que fueron reprimidos y que en un sentido de protesta progresista, conformaron unas asambleas de vecindad con el objetivo de resurgir en el tiempo y en el espacio, creando un modelo de autogestión barrial, algo parecido a lo que hoy conocemos como las juntas de acción comunal. Pero aquí no termina la historia, no, apenas comienza. 

Los orígenes

¡Sentate y acomodate! Sucede y acontece que hace más de 2500 años esta tierrita era muy fértil en todos sus aspectos, sin embargo, no se tiene conocimiento de sus primeros moradores, sino hasta 1616, específicamente el 2 de marzo, gracias al trabajo de Don Francisco Herrera Campuzano, quien era Oidor de la Real Audiencia del Nuevo Reino de Granada y Visitador General de la Provincia de Antioquia, que se trajo cerca de 80 indígenas provenientes de diferentes etnias de Antioquia asentándolas y denominándolas como los primeros habitantes de El Poblado de San Lorenzo de Aburrá. Sin embargo, hay otras versiones que apuntan a los españoles y a los criollos quienes tomaron posesión de todas las tierras ubicadas al sur del valle, formando un asentamiento conocido como el Sitio de Aná, en lo que hoy conocemos como el Parque de Berrio.

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Iglesia San José en los 60, fotografía de Colombiaconseil

  La historia arranca pues en lo que hoy conocemos como el Parque de El Poblado el 2 de marzo de 1616. Allí, Herrera Campuzano trae de diferentes lugares de Antioquia, por ejemplo de Anserma, que hoy hace parte del Departamento de Caldas y que en sus orígenes era parte de Antioquia; a unos 80 indígenas con sus familias para asentarlos en esta zona y darles unas condiciones de vida diferentes, creándoles unos términos y una jurisdicción propia. Este a su vez les ordenó que construyeran entre todos una capilla donde los integrantes de las diferentes etnias indígenas, recibieran la doctrina cristiana bajo la orientación de un cura doctrinero; dejándoles un lienzo de San Lorenzo quien en su honor le dan el nombre a la misma, y una campana como parte de dotación, que años después desaparece y se desconoce el hecho como tal. 

En el año 1674, este poblado de indígenas fue reconocido como parte de la Villa de la Candelaria de Aná, que un año más tarde, específicamente el 2 de noviembre de 1675, a una legua de distancia de El Poblado de San Lorenzo de Aburrá, en el Sitio de Aná, o sea, en lo que hoy conocemos como el Parque Berrio, se erigió el nombre de Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín, dando por hecho el momento histórico de la fundación del Distrito.

Cabe mencionar que este asentamiento indígena tenía unas actividades agrícolas definidas, tales como la caficultura y el sembrado de diferentes frutales y granos; también servía como una bodega para almacenar el oro extraído de las minas de Remedios, Amalfi, Segovia, Zaragoza, entre otras.

Dicen por ahí, que la capilla de San Lorenzo fue demolida en el año 1720, porque este asentamiento indígena dejó de existir, por un fenómeno conocido como la gentrificación, que tiene como esencia la transformación social y el desarrollo de una población. A partir de este suceso, el nombre de El Poblado de San Lorenzo de Aburrá dejó de llamarse y fue cambiado por El Poblado, sí, ya no habían etnias que conservaran su nombre. 

Pasaron aproximadamente unos 125 años para que se construyera nuevamente una capilla, que trajo también otro nombre, San José, sí, haciéndole honor a su patrono. En el año 1870, a través de una solicitud que le hicieron a la arquidiócesis, con el propósito de plasmar en el sitio una parroquia, la cual se aprobó un año después, en el año 1876, abrió nuevamente sus puertas con el nombre de Parroquia San José del Poblado.

Pero aquí no termina el cuento, no; se dice que por colaboración de un vecino pudiente que donó un terreno, ésta se pudo extender, y la mano de obra fue contribuida por los mismos vecinos a su alrededor, quienes traían los ladrillos caminando y a lomo de mula desde Titiribí, este trabajo era organizado por el sacerdote de turno. 

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Los niños y mujeres, por otro lado, extraían piedras y cañabrava del río y de las diferentes quebradas alrededor, mientras que los arrieros cargaban sus mulas con arena; esta labor solo se hacía el día domingo; también se celebraban bazares para recoger fondos, donde la comunidad se reunía en un mismo sentir. Las tres puertas de la parroquia fueron donadas por algunos vecinos pudientes, y el reloj se compró en el año 1922 con recursos donados por la comunidad.

Después de toda esta construcción, los bazares no cesaron, específicamente los días de la festividad de Santa Ana, en el mes de julio, ya que faltaban algunos espacios y decoraciones como el altar mayor, el bautisterio, el comulgatorio, la iluminación y el órgano que fue inaugurado en el año 1947; todo esto gracias a la extraordinaria contribución de Don Manuel Antonio Velásquez, reconocido como el maestro de obra.

Este hecho insignia sobre la Parroquia San José del Poblado, trajo consigo un exponencial avance social y territorial de la zona, marcando un hito en la construcción de la plaza, de sus calles y casas alrededor. Sin embargo, la parroquia fue la promotora de la construcción de las otras parroquias que están dentro de la zona de El Poblado y forman parte de la Arquidiócesis de Medellín, por ejemplo, la Parroquia de San Lucas Construida en el año 1961, La Visitación en el año 1965, Santa María de los Ángeles en el año 1965, la Divina Eucaristía en el año 1966, Nuestra Señora de los Dolores en el año 1980, por mencionar algunas. 

¿Quiénes habitaron estas tierras?

Yo sé que te estás preguntando quiénes fueron aquellos que habitaron la zona después de que aquel resguardo indígena fuera catalogado como sus primeros moradores reconocidos históricamente, aquí te lo cuento: viajando en el tiempo hacia el año 1926, el industrial Ricardo Olano lideró la urbanización de lo que hoy se conoce como Barrio Prado, en conjunto con los señores Enrique Moreno y Joaquín Cano, que a su vez promovieron la construcción y venta de lotes de la famosa finca llamada La Polka.

Esta transformación tuvo una inspiración en las ciudades jardín, un concepto procedente de Inglaterra de principios del siglo XX, que tuvo gran acogida por la élite de la época, quienes querían apropiarse de un modelo social que los diferenciara de los otros habitantes de la ciudad, a partir de un conjunto residencial exclusivo. Se empezaron a construir diferentes casas, unas con diseños europeos y otras con diseños norteamericanos, con grandes obras de arte y rodeadas de una exuberante naturaleza.

Las familias dueñas de estas enormes casas, quienes conformaban los sectores industriales, políticos y financieros de la ciudad, por ejemplo, Los Posada Arango, Los Bedout, Los Pastor Restrepo, Los Muñoz, Los Lotero, Los Lema, Los Arango, Los Ortega, por mencionar algunos, descubrieron que toda la zona de El Poblado era rica en territorio, en biodiversidad y su posición geográfica tenía una dosis de exclusividad; lo que los llevó a comprar estos terrenos, y a construir grandes y hermosas fincas y haciendas, para el disfrute de sus vacaciones y para la producción agrícola. 

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Glorieta de Monterrey, Av. Las Vegas, en los 90, fotografía de Colombiaconseil

Este suceso, trajo consigo una transformación importantísima para esta zona, por ejemplo, la llegada del primer teléfono, la construcción de la estación Poblado del Ferrocarril de Amagá, donde es hoy el Centro Comercial Monterrey, la conexión del tranvía y la creación de las líneas de acueducto. Estas fincas y haciendas le dieron a Medellín una gran expansión social, urbana, cultural y económica, siendo el abrebocas para lo que hoy vemos como la comuna 14, El Poblado.

Los nombres actuales de los diferentes barrios de la comuna se los debemos a los nombres de estos sitios de veraneo, entre ellos, Finca Manila, Finca Castropol, Finca Lalinde, Finca Villa Carlota, Finca Astorga, Finca Oviedo, Finca Los Naranjos, Finca Los Balsos, Finca Aguacatala, Finca Vizcaya, Finca Patio Bonito, Finca Alejandría, Finca El Tesoro, por mencionar algunas; también generó la construcción de diferentes calles, como la Avenida El Poblado, que llegó a darle continuidad a la antigua calle El Carretero, hoy conocida como Calle de la Buena Mesa, que comunicaba el sur y el norte de la ciudad, siendo usada por el paso de las bestias como medio de transporte de personas y productos del campo.

También nos dejó una tradición que se ha mantenido en el tiempo como lo son los Mercados Campesinos, que se exponen los días domingo en varios sectores de la comuna, como Ciudad del Río y La Presidenta, donde se vendían todos los productos cultivados en aquellas fincas y haciendas.

Asentamientos oficiales

Aproximadamente en el año 1930, todo el territorio de El Poblado comenzó a poblarse de manera permanente por aquellos dueños de las famosas fincas y haciendas del territorio, y otras familias provenientes del barrio Prado, este suceso como resultado de la transformación social del mismo barrio, es decir, familias que no pertenecían a la clase de los ricos o la elite de la época, comenzaron a habitar aquel sector exclusivo, y estos obedeciendo al hecho, huyeron del sector hacia sus sitios de veraneo, porque no consideraban sano ni bien visto vivir cerca de aquellos que no estaban en su mismo nivel económico.

Esta migración duró muy poco, porque al territorio de El Poblado empezaron a llegar familias de diferentes lugares de Antioquia y diversas posiciones económicas, generando un crecimiento urbanístico notorio, lo que dio origen para que el Banco Central Hipotecario cubriera tal demanda, en cabeza de Don Julio Lleras, lo que llevó a construir la primera urbanización de la zona más conocida como Barrio Lleras. 

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Parque Lleras en los 80, fotografía de Colombiaconseil

Entre los años 1930 y 1950, también se llevó a cabo la venta y el loteo de fincas como Manila y Astorga, trayendo consigo la construcción de los barrios que actualmente llevan su nombre y la del barrio industrial Colombia, más conocido como Barrio Colombia. Posteriormente, entre  los años 1950, 1960 y 1970, el territorio de El Poblado ya era habitado por los diferentes sectores económicos de la ciudad, lo que permitió la construcción del resto de los barrios sobre aquellos lugares de veraneo de la elite, y la construcción del nuevo modelo de vivienda como los edificios y urbanizaciones, entre ellas y como pioneras la Urbanización El Remanzo y la Urbanización El Futuro. 

En este mismo lapso, se dio origen a la construcción de las famosas lomas de El Poblado, habitadas por aquellas familias de obreros, mayordomos y empleadas del servicio, que trabajaban para aquellos hacendados de la época, dejando a su paso el nombre para las mismas, por ejemplo Loma de Los González, Loma de Los Parras, en consideración a aquellas familias que habitaban la zona. 

Desde entonces, El Poblado ha tenido un cambio en todos sus aspectos de manera drástica y notoria, dejando a su paso la construcción de grandes instituciones educativas como la Escuela Francisco Herrera Campuzano ubicada anteriormente en el espacio de la actual Casa de la Cultura del Poblado en Manila, la Escuela Guillermo Echavarría Misas en el Parque de El Poblado, el Politécnico Jaime Isaza Cadavid, y la Universidad Eafit, ambas en la Avenida Las Vegas, entre otras instituciones educativas de alto impacto.

Permitió la llegada de grandes almacenes de cadena y de grandes empresas como Simesa, Siderúrgica de Medellín y Argos, donde actualmente se ubica el barrio más nuevo de El Poblado, Ciudad del Río, que nació a través de un plan parcial en el año 2006 y que hoy cuenta con una amplia infraestructura, un museo, hoteles, restaurantes, clínicas, y empresas como Bancolombia y Tigo Une; dio origen a grandes líneas hoteleras; a la creación de la famosa Milla de Oro donde se ubica todo el sector financiero; al Centro Automotriz; al fortalecimiento del canal local Telemedellín; a la construcción de parques y espacios culturales; a la construcción de grandes centros comerciales; entre otras transformaciones que han venido surgiendo en el tiempo, de acuerdo a las necesidades sociales y a la llegada de numerosos turistas de todas partes del mundo.

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A vos que me estás leyendo, te invito para que descubrás tus raíces, tus ancestros, el lugar de donde venís, para que construyás esa identidad que por múltiples factores hemos ido olvidando y perdiendo en el tiempo y el espacio. Así mismo, te invito para que te apropiés de tu entorno, lo cuidés, lo abracés, lo respetés, porque hace parte de tu esencia y te diferencia como ser humano. Tus raíces son tu cédula biológica, y por ende, tenés que exaltarlas y darles continuidad, para que no te pasés el resto de tu vida buscando lo que ya eres.

¡Ama tu familia, ama tu barrio, ama tu ciudad, ama tu país, ama al mundo entero!

 

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