Reconocernos, incomodar, transgredir y construir.

Palabras que podrían definir lo que pasó el pasado sábado 18 de enero en el Parque del Poblado: un parche entre maricas, queers, trepadas, rarxs, no binaries, que fue impulsado por varias drags, que ven las redes sociales como una plataforma de opinión, y tenía como fin apropiarse del espacio público, encontrarse, parchar y posibilitar la celebración de la diferencia y la diversidad.

“Ser una es muy difícil, ser muchas es tener una voz”, decía Dalila Velvet, una de las promotoras de este encuentro. Sus palabras, traducidas en un sentimiento de seguridad motivó a que distintas Drags de Medellín salieran a las calles; varias de ellas, inclusive, hicieron su aparición por primera vez. Un acto que ante los ojos externos podría tratarse de un circo, pero que en su núcleo es una acción política de gran potencia, pues permite incomodar y romper los estereotipos de lo tradicional y las formas binarias de ser y habitar el espacio.

Entre las pelucas, los tacones, los rellenos, risas y el sentimiento de fraternidad, alguien grita “¡Drag al parque!”, como una oda a la apropiación del espacio público, que muchas veces se ha encargado de expulsar a las travestis, a las rarxs, a las drags, porque no representan las dinámicas opresoras de un sistema binario que busca limitar las posibilidades de ser cuerpo, pero que estxs valientes personajes a partir de cada una de sus historias y sus trepes buscan usar su cuerpo como un medio para transmitir un mensaje.

El cuerpo es político, lo político pasa por él.

drag
Foto cortesía de: @teletravesti

Entre la mirada de sorpresa de muchos de los presentes en el parque, los paparazzis improvisados que con sus celulares buscaban obtener un registro con alguna de sus drags favoritas, lo más importante era ver como su presencia se normalizó. Así, en últimas no se trató de verlas haciendo un show, sino de verles habitar el espacio, de escucharles hablar de sus preocupaciones con temas álgidos que competen a cualquier ciudadano, la preocupación de su seguridad por la salida de Uber del país, las películas nominadas al Óscar, el reconocerse entre iguales con otras o la posibilidad de pensarse otros encuentros de ‘Drag al parque’.

En definitiva, con su presencia en este lugar gritaban aquí estamos, aquí nos quedamos, “mariquear para seguir transformando espacios y que cada persona pueda expresar su ser sin temor”, decían.

Construyen su propio discurso a partir de sus vivencias y buscan ir más allá para poder transmitir un mensaje: Ser drags, travecas, vestidas o como les quieran llamar, es un acto de valentía en una ciudad como Medellín donde aún hoy puede significar un peligro existir por fuera de las normas sociales.

Este sábado, en una acción tan cotidiana como el encuentro y el reconocimiento del otro como igual, en un parque de la ciudad lleno de drags, son elles, quienes como en los disturbios de Stonewall, nos vuelven a dar una lección, aprender a construir desde la diferencia, dejar las rivalidades, plantearnos la posibilidad de trascender y mariquear como un medio de transformación y pedagogía social.

Un acto de resistencia y la posibilidad de existir humanamente diversos.

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