El agua es vida, dignidad y futuro. Por eso, cada vez que un nuevo hogar en Medellín se conecta al servicio de agua potable y alcantarillado, se abre también una puerta hacia mejores condiciones de salud, bienestar y convivencia.
La alianza entre el Distrito y EPM para llevar agua limpia a 50.000 hogares en sectores que históricamente no contaban con este servicio, es un paso fundamental para reconocer y saldar una deuda con muchas familias que, durante años, se han sostenido con conexiones artesanales o con el esfuerzo diario de cargar agua desde quebradas y nacimientos.
Historias como la de doña Benedicta, que durante más de dos décadas subió y bajó escaleras cargando recipientes para poder vender sus tradicionales “bolis”, nos recuerdan que el agua no es un lujo: es una necesidad básica que transforma la vida cotidiana. Contar con este recurso en el hogar significa más tiempo para la familia, mayor seguridad y tranquilidad, y menos riesgos para la salud.
Llevando el agua a todos los rincones del Distrito
Desde las comunas hasta los corregimientos, este programa es más que infraestructura. Se convierte en un símbolo de confianza, de inversión en los barrios y de esperanza para miles de personas que hoy ven cómo la ciudad se acerca a ellos con soluciones reales. Al mismo tiempo, invita a toda la ciudadanía a valorar el recurso hídrico, usarlo de manera responsable y cuidarlo como el tesoro colectivo que es.
Medellín avanza con una visión en la que el desarrollo no se mide solo en grandes obras, sino en la capacidad de garantizar que cada familia, sin importar dónde viva, pueda abrir la llave de su casa y tener agua potable. Ese es el verdadero progreso: el que se siente en lo cotidiano, el que devuelve sonrisas y multiplica oportunidades.
El compromiso es claro: que el derecho al agua siga siendo un eje de equidad y futuro para toda la ciudad. Porque cuando el agua llega, también llegan la dignidad y la esperanza.
