Un instante entre nosotros y percibo esa luz que lo caracteriza, ahí dentro, donde comienza la vida. Diego se descubre hilando y deshilando el capullo todas las mañanas, y durante el día es un hombre diferente. Sus pensamientos atraen y su belleza distrae; esboza la sonrisa anglicana que lo hace tan especial, tan lleno de detalles.
En este diálogo abierto que nos permitimos ratifico que es un hombre con destino inherente al éxito, o que su éxito estuvo adherido al destino desde siempre. Sin embargo asevera que se sujeta al pasado, porque ahí aguardan las experiencias, consecuentes para que su vida se forjara en tierra firme que le permitiera observar su camino aun sin caminar; que su desencuentro con la oscuridad de las equivocaciones no fue del todo desventajoso, que cualquiera comete errores que obstaculizan pero no del todo, todo hace parte de un control mental. “Es fácil si lo que se desea va más allá de ser un deseo y se convierte en un hecho” Diego advierte que en principio no todo fue bueno, que como hombre de fe sabe que la fe hace llorar; me cuenta que levantó su mirada al cielo de la noche, que gritó lo más fuerte que pudo para deshacerse de sus desavenencias, desahogarse de Él y su presente, destruyendo el dique inquebrantable de la resignación y conformismo que le obstaculizaron el camino y que no lo sabía. Recibe entonces una respuesta del universo que lo hace estallar y correr por lo que quiere alcanzar, corre con esa clase de certeza que se siente una sola vez en la vida.
Diego ve en su melancolía una nueva esfera del pensamiento, edificando su propio mundo, que logra desentrañar en su persona a un personaje predominante en los contextos donde se ubica, que eclipsa las miradas a su alrededor porque su belleza es inadmisible y refulgente. Me confiesa además que vivió un infierno, que su obsesión le causó mareos y su sangre permanecía caliente en las venas. Inmerso en esa soledad que hace merito a la tristeza, ejercitó el juego de la vida, donde golpeas el cristal o eres el cristal para ser golpeado; Él sobrevivió a esto, corrigiendo su camino y comenzando de cero, cegando las cicatrices y dopando las heridas. “Este es mi instinto” dice Él.
Ahora es un ejemplo de vida y un modelo a seguir, literalmente, que su estatus va en contra del mismo, que no está adherido al molde de su profesión porque su argumento es sólido y cada palabra es una pista a seguir. Y si está fuera del molde donde encaja la mayoría de otros modelos no es cuestión de rebeldía o capricho, en su exterior quiere demostrar que por dentro de todo ser también hay belleza, y que esa belleza jamás será subestimada.
Hoy me quedo con la mente abierta a un nuevo concepto impuesto por Diego Arnary sobre esa belleza de la que todos hablan y la evolución espiritual: la superación y la inspiración no se moldean, fluyen como el agua entre las manos, y que las etiquetas no van con él. Diego asegura que se mantiene en un lugar político y socialmente incorrecto, porque sabe cómo funciona el sistema de vida, donde fue victimizado y que ahora hace con su campaña EASIER THAN YOU THINK un mecanismo de defensa e inspiración para una generación donde el matoneo se lleva a cabo en grandes y catastróficas dimensiones.
Diego Arnary se va en estampida contra las fronteras y los limites, reinventándose a sí mismo en barro blando, en un armazón de vitalidad y autenticidad. Nadie puede ser como él y eso es maravilloso. Diego sabe que para triunfar en la vida, se debe magullar la conformidad y sostenerse con manos y pies en la tierra firme y generosa.
Diego Arnary explaya belleza y melancolía, sus ojos profundos me alertan de un gran historial de consecuencias que supo asumir y de las cuales salió con la cabeza en alto. Es un hombre en todo sentido, literal, físico e intelectual. Cada quien juzgará lo que se ve por fuera, en calendarios o videos, pero tuve la fortuna de representar a EgoCity por unos minutos y satisfacerme de anécdotas, magia, sonrisas y detalles que en lo personal hacen a Diego una persona única, o un personaje transgresor; es una especie que está en peligro inminente de extinción y eso sólo se sabe cuando se le ve a los ojos.
Ni las consecuencias ni los golpes han sido problema para Él, se ha enamorado y me proclama con veracidad que uno nunca deja de amar al otro, suponía que se refería al amor hacia el prójimo, pero sus ojos oscuros son profundos y veo que habla del amor a quien se va contigo por un tiempo o para siempre. Mientras eso sucede me queda grabada en la memoria su percepción del amor hacia otro, tan honesta y libre de prejuicios:
“El amor es para siempre”
-Si Diego, lo es-
Fotografía:
Germán Velásquez