Los últimos años han representado un gran retroceso en derechos humanos a nivel global, pero con lo que estamos presenciando este 2025 con personajes como Trump, Musk, Milei, Bukele, Netanyahu, Ortega, Maduro, Putin y más, pareciera que sólo vislumbrábamos la punta del iceberg y sus consecuencias nos están costando sangre y vidas.

El peligroso auge global de gobiernos con una postura autoritaria, se puede entender como parte de un movimiento pendular que usualmente se plantea desde la sociopolítica para explicar el contrapeso que hacen posturas opuestas a grandes cambios sociales, donde en este caso sectores radicales, usualmente conservadores, usan el discurso de “restaurar el orden tradicional de la sociedad” para contrarrestar los pequeños avances que se han logrado en más de medio siglo en temas de diversidades sexuales, feminismo y derechos civiles, recurriendo a la gran cantidad de información falsa y lo fácil que es manipular las masas a través del engaño y la inteligencia artificial en plena era de la posverdad, señalando que todo aquello que reconoce y defiende la dignidad humana a partir de las diferencias, que busca la igualdad y que señala a la especie humana como parte de un todo y no como el centro del universo, es un desorden moral.

El regreso de Trump al poder en los Estados Unidos de Norteamérica el 20 de enero de este año, nos facilitó una foto de lo que se vería venir, líderes globales de extrema derecha sentados en su posesión junto a los grandes magnates económicos de la industria tecnológica y digital que domina el mundo. Una imagen que nos alertó y conmocionó a les defensores de derechos humanos, porque dejó muy claro en manos de quienes iban a estar nuestros derechos y la capacidad de movilización y expresión en una sociedad hiperconectada.

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De derecha a izquierda: Mark Zuckerberg de Meta (Facebook, Instagram y Whatsapp), Jeff Bezos de Amazon, Sundar Pichai de Google y Elon Musk de Tesla y X, en la ceremonia de posesión de Donald Trump en Estados Unidos, Washington DC., el 20 de enero de 2025. JULIA DEMAREE NIKHINSON / POOL/AFP via Getty Images

Claro está, que el auge de estos liderazgos no es gratuito, responde también a una maquinaria con poder económico y con múltiples vínculos en organizaciones, estados y estructuras, a veces no tan legales, a quienes el status quo de una sociedad ‘tradicional’, heteronormativa, patriarcal y hegemónicamente blanca y cisgénero, beneficia para preservar el poder tal cual oligarcas en la época feudal.

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El Informe Mundial 2025 de la Human Rights Watch en 35ª edición, el cual analiza las prácticas de derechos humanos en más de 100 países, denuncia que en el 2024 la discriminación racial sistemática aumentó debido a la implementación de políticas antiinmigración y la fuerte acogida que estas tuvieron en la población, sobre todo de Estados Unidos.

Igualmente, el informe señala que, a nivel global, pero sobre todo en América Latina y el Caribe, además del rechazo a la población migrante, los gobiernos persiguieron sistemáticamente y arrestaron injustamente a periodistas, activistas y opositores políticos.

También se han promovido restricciones en la educación, prohibiendo temáticas que fomenten debates sobre raza, orientación sexual e identidad de género en las aulas de clase, fomentando entornos de exclusión. Acompañado de “políticas estatales que perjudican la salud, la educación y la dignidad de las personas LGBT, especialmente de jóvenes transgénero”.

Milei, Bukele y Trump, junto a su titiritero, Elon Musk, lideran una cruzada en contra de todo lo que huela, suene y se perciba como equidad de género y diversidades sexuales. Además de cerrar ministerios y entidades, eliminar presupuestos, cambiar leyes, salirse de mecanismos de cooperación internacional e implementar políticas represivas contra la población LGBTIQ+ y las mujeres, han usado los medios de comunicación y las plataformas digitales para venderse con el estereotipo patriarcal de machos alfa, empresarios exitosos, todopoderosos, dueños de todo, salvadores del “modelo tradicional de sociedad”, que además se permiten ser matoneadores (bullies) públicamente, promoviendo discursos de odio, discriminación y desinformación sin vergüenza, ni temor a consecuencia alguna gracias a su poder.

Y aunque estos son sólo los ejemplos más visibles, que desafortunadamente ocupan las tendencias globales y las portadas de las notas más leídas en línea, como ellos hay cada vez más personas a nivel global que se quejan que ahora no se puede decir nada, pero sin embargo tiran y promueven su odio a diestra y siniestra.

Todo esto puede sonar a hechos aislados, pero no. Toda esta discursiva cargada de LGBTIfobia y misoginia penetra en el imaginario colectivo hasta generar un evidente y doloroso resultado:

  • De acuerdo con la Corporación Caribe Afirmativo en Colombia en el 2025 hasta el mes de abril han sido asesinadas 28 personas LGBTIQ+, 14 de ellas, personas con experiencias de vida trans.
  • De acuerdo con el Observatorio de Feminicidios en Colombia, en lo que va del 2025 se tiene reporte de 323 feminicidios, el 36% de estos cometidos por un conocido de la víctima.
  • Y en ambos casos, Antioquia es el departamento con mayor índice de estos crímenes en Colombia.

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  • Según cifras de Transgender Europa con su Observatorio de Personas Trans Asesinadas, desde el 1º de octubre de 2023 hasta el 30 de septiembre de 2024, se reportaron 350 personas trans y género no binario asesinadas en el mundo y 94% de las víctimas fueron transfemeninas. El 70% de estos transasesinatos fueron en América Latina y el Caribe, liderando Brasil por 17º año consecutivo, con el 30% de los casos reportados.
  • A 2024 de acuerdo con datos de ILGA (Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex), en 62 Estados que son miembros de la ONU, todavía se criminalizan los actos sexuales consensuales entre personas adultas del mismo sexo.
  • En Hungría al igual que Rusia, se aplica la “Ley Propaganda” que aplica sanciones y multas a establecimientos, eventos y discursos que “propaguen la homosexualidad”. En Turquía, el presidente de esta nación llamó “inaceptable veneno” a las personas LGBTIQ+.
  • En el continente africano, en 31 de 54 países son ilegales las relaciones entre personas del mismo género, pueden generarse castigos como largas penas de prisión o incluso la muerte.
  • En el Medio Oriente, Irak prohíbe el uso de palabras como “género” y exigen que en vez de hablar de “homosexualidad”, esta orientación se aborde como “desviación sexual”. Irán castiga las relaciones homosexuales, reconociéndolas como delito e imponiendo “terapias de conversión”, las cuales implican tortura. Por su parte, Yemen condena a muerte y penas de prisión a personas por cargos como “homosexualidad”, “difusión de la inmoralidad” y “actos inmorales”.

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Y estas cifras son sólo unas pocas de las cuales existen sobre la situación de las personas LGBTIQ+ a lo largo y ancho del planeta. Pero más que desanimarnos, lo que queremos es generar conciencia sobre cómo el asesinato de Sara Millerey en el municipio de Bello, que se hizo viral por el desgarrador video que fue publicado en redes sociales, no es un hecho aislado, es el resultado de la violencia estructural y la persecución sistemática a la que se enfrentan las personas sexo-género diversas en su día a día.

Sin embargo, así tanto lo digan, las personas LGBTIQ+ no somos un peligro para la sociedad, simplemente nos han convertido en un chivo expiatorio para darle fuerza a discursos políticos sin sentido.

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