Aquí la primera parte del post. (Ahora parte 2 de 2)
Terminó la parte emotiva de la fiesta y la música empezó. Al mismo tiempo comenzó la pasarela y las miradas coquetonas no se hicieron esperar. Todos se dejaron ir en menos de 5 minutos a la cola… digo, porque la mayoría estábamos hambreados y los bocadillos estaban muy bien servidos sobre una mesa larga. He de mencionar que corrieron a cargo de nuestro queridísimo “Chef Mora”…. Los que me leen desde hace tiempo y siguen mi videoblog saben perfecto de quién estoy hablando: del tremendo chaparro por el que se me apachurró el corazón hace algunos años mientras le poníamos al Chef Mood.
No se si se notaba, pero mientras aquel cocinaba en los videos, a mi se me quemaban las habas por sus carnitas. Ja, ja, ja. Esta fue la parte melancólica de la boda, uno de mis reencuentros. Hay gente que se cruza en nuestras vidas en momentos especiales por razones especiales. Esa gente que nos despierta el corazón y hace que se nos olvide el miedo al amor. Y ya cuando quedamos curados pero a la vez enculados, entonces desaparecen. Me dio mucho gusto verlo.
En una boda gay te puedes encontrar a quien menos te imaginas de tu pasado, tu presente o tu futuro. A veces puede resultar agradable y a veces no tanto, y es que ustedes entienden esto de la cultura del reciclaje… De pronto se me ocurrió preguntarle a uno de los organizadores del evento si habían llegado todos los invitados…, metió la mano a la bolsa de su pantalón, sacó su celular, abrió una app. amarilla y me dijo: sí, aquí están todos. Ja, ja, ja. #cambiodetema
Al darme la media vuelta, me topé con quien fue mi mejor amigo de los 20 a los 25 años… ¡El Pepino! Todas esas anécdotas sexosas, asquerosas e inolvidables de juventud fueron de su inspiración. Ja, ja (Pero no conmigo). Cosa rara… ¿O acaso a ustedes no les pasó que cuando eran chavos a todos sus amigos les hicieron casting? O sea, ¿calaron a la amistad? Pues a mi el Pepino se me fue (Sin albur). Éramos demasiado amigos y sus historias me hacían reír de más. (No se me antojaba protagonizar ninguna).
15 años después, después de no se cuántas historias y cuántos nuevos amigos calados y sin calar, los dos nos vimos hechos unos verdaderos #Tones. ¡Qué rico reencuentro! Ahora él ya es famoso…. Y los dejo con la duda del Pepino. Ja, ja.
La fiesta siguió, las copas me siguieron, la comida se atravesó y la música subió de volumen. Los amigos con los que iba empezaron a bailar y yo no me quedé atrás. De pronto, uno de los chavos coquetos (de menos de 30) con el que me había topado hacía apenas unas cuántas copas, se me puso adelante y me agarró de la cintura… Yo como La Chabela: “Ay padre, la casa sola, la noche oscura, el Chulo lejos y la música buena…” (chiste local), La niña alegre y le ponen reguetón… Que me quito la corbata, aviento el saco, lo agarro de vuelta y a bailar se ha dicho. Aquel se me arrimaba y yo nomás me hacía wey, la gente se empezó a hacer a un lado y los dos quedamos en el centro de la pista. Aquel sudaba y coqueteaba, yo sudaba y me quitaba… hasta que de plano le dije: “necesito esquina, yo ya me cansé”. Y aquí viene la grosería de la noche…..
Me soltó y me dijo: ¡Ya estás viejo!
¡WTF! ¡Hasta la peda se me bajo! Tan se me fue chueca la saliva que me ganó la risa… ¡Idiota! ¡Me dieron ganas de sacarle more-tones a bofe-tones! Ja, ja.
No, no estoy viejo, lo que pasa es que yo ya tengo a mi viejo. Recogí mi corbata y mi saco, le arrebaté una paleta de dulce a un mesero por aquello del bajón de azúcar y me regresé a mi casa.
Todas estas cosas pueden suceder en la boda de unos Tones. Así que váyanse preparando para cuando les toque.
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