Conforme ha ido pasando el tiempo me he dado cuenta que aunque tengo más años, la barba blanca y menos pelo, siento una mayor libertad. De joven me regían demasiados conceptos, prejuicios, trataba de seguir la moda de otros, trataba de parecerme a alguien más.
Después de los 40 y específicamente hoy a mis 42 estoy experimentando una actitud rebelde y refrescante conmigo mismo. De joven estaba en contra de todo y de todos, ahora de maduro estoy a favor de lo que me hace sentir contento, alegre, de lo que me conecta con mis mejores recuerdos, mis nostalgias y perversiones.
Creo que estoy empezando a vivir lo que en las películas, novelas y en las reuniones de amigas de mi mamá llamaban “crisis de los 40” “la edad del rabo verde”. Solo que ahora la vivo de manera completamente distinta a como la describían todos.
Sí, he notado cambios físicos en mí, confieso que no me encanta la idea pero estoy descubriendo mucho más humor en mi personalidad y un sin fin de cosas que antes no me permitía y ahora sí.
De niño y joven escuchaba cómo la gente criticaba a los cuarentones y cincuentones que de pronto cambiaban de look, de corte de pelo, que empezaban a usar ropa de colores y quizás hasta juvenil. Algunos decían que esta gente no sabía asimilar la edad, que estaban desfasados y querían ligarse a chavitos y chavitas.
Hoy soy de esos que se reinventan, cambian su corte de pelo, usan tenis de colores brillantes y hasta sombreros con orejas de ratón. ¿Saben qué? No lo hago para acostarme con nadie, lo hago para divertirme frente al espejo porque me he dado cuenta que con eso es suficiente y que además, tengo más “pegue” que antes.
Reconozco que también disfruto demasiado que la gente se me quede viendo. No se si les gusta mi look o no pero me gusta ser observado y no pasar desapercibido. Cuando yo me siento guapo, lo que opinen los demás me viene valiendo.
Además, me he dado cuenta que cuando uso mis jeans rotos, una camiseta y unos tenis de colores, la gente se refiere a mi como “joven” y cuando visto más formal, con zapatos, chaleco y saco, la gente me dice “señor”. ¿Qué significa? Pues que tengo la libertad de ser joven y señor cada que me de la gana. ¡Es maravilloso! Es curioso ver como para mucha gente la juventud es cuestión de trapos, de ropa, para mi es cuestión de buen humor, de libertad y de pasión.
La salud siempre me ha importado, siempre he sido vanidoso y por lo mismo me considero un hombre cuidado y sano, hago mucho ejercicio, así que eso me ayuda demasiado.
Qué rico es atreverse a todo, qué rico es ponerse y quitarse lo que a uno se le antoja con quien uno decide. De meses para acá me he dado cuenta de que las canas les gustan tanto a los jóvenes, demasiado jóvenes y a maduros. ¡Ni hasta arriba ni hasta abajo tengo pelos grises todavía! Solo en la barba. Ja, ja. Definitivamente la actitud es todo y la seguridad en uno mismo siempre será lo más sexy.
Lentes, sombreros, tenis, zapatos, accesorios y hasta una que otra pluma… ¡En la vida hay que divertirnos!
Les comparto dos cortos de gente que desde hace unos años me inspira, me pone de buen humor y me ha hecho comprender que la vida comienza hoy y termina cuando uno deja de sonreír.
Y debo decir que me encanta ser gay porque eso me permite ser y hacer todo lo que para muchos es un prejuicio o una limitante.
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