La Asamblea General de la Iglesia de Escocia ha decidido, por 339 votos a favor y 215 en contra, que sus pastores puedan contraer matrimonio con personas del mismo sexo.
A pesar de las amenazas de cisma de su sector más conservador, la Asamblea General de la Iglesia de Escocia (una iglesia presbiteriana que carece de obispos) decide poner fin a la moratoria que se había impuesto a sí misma sobre la ordenación de pastores homosexuales en 2011. Teniendo un antecedente a Scott Rennie, abiertamente gay y comprometido en una relación estable de pareja, quien fue ordenado pastor de una parroquia en Aberdeen en 2009.
Pero aunque la Asamblea General levantara la moratoria, la decisión no era ni mucho menos de aplicación automática. Una comisión teológica debía trabajar sobre la materia y elaborar una serie de recomendaciones concretas para votar en la siguiente asamblea, que tuvo lugar en 2013.
Y aunque el documento elaborado por dicha comisión proponía la aceptación de los pastores homosexuales, solteros o unidos civilmente (el matrimonio igualitario aún no era ley en Escocia), en las mismas condiciones que los heterosexuales, finalmente la asamblea decidió permitir su ordenación pero incluyendo una serie de limitaciones: la iglesia de Escocia mantendría en su cuerpo doctrinal su preferencia por las relaciones heterosexuales para sus ministros y las congregaciones tradicionalistas podrían rechazar su admisión. La decisión recibió después el visto bueno de los presbiterios locales.
La aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo forzó a la Iglesia de Escocia a adaptarse de nuevo: no tenía mucho sentido permitir a los pastores unirse civilmente pero no contraer matrimonio civil. En mayo de 2015 su Asamblea General recomendó por 215 a 195 la ordenación de pastores casados con personas de su mismo sexo. Se abrió entonces un proceso de consulta a los presbiterios locales, que por 26 a 19 decidieron remitirse a lo que la nueva Asamblea general decidiese.
La nueva reglamentación, sin embargo, se limita a permitir que puedan existir pastores casados con personas del mismo sexo, pero ni supone la aprobación del matrimonio religioso igualitario (la posición oficial de la Iglesia de Escocia sigue siendo, en este sentido, que el matrimonio es “entre un hombre y una mujer”) ni obliga a las congregaciones más conservadoras, que seguirán contando con la libertad de refrendar a sus pastores. Una situación sin duda paradójica, pero que la Iglesia de Escocia espera sirva para poner punto final a la relativa fuga de clérigos que sufre: desde 2008, 25 de ellos (alrededor de un 3%) han abandonado la Iglesia de Escocia por esta razón.
Todo apunta, sin embargo, a que la Iglesia de Escocia no podrá mantener por demasiado tiempo esta incoherencia, y acabará por seguir los pasos de otra importante iglesia presbiteriana, la de Estados Unidos (con más de dos millones de fieles, una de las confesiones cristianas más importantes de ese país) que en 2011 daba el visto bueno a la ordenación de pastores homosexuales y que cuatro años después, en 2015, aprobaba el matrimonio religioso entre personas del mismo sexo.