Viernes al medio día, yo manejando en el tráfico de la ciudad, con la camisa desabotonada y un poco sudada, de pronto, en un alto volteo a ver el celular y me llega mensaje en Whatsapp de un amigo colombiano que está de visita en México. Me dice que quiere salir de fiesta, de rumba en la noche y pues ni modo, mi plan de llegar más tarde a la casa, acostarme con mis perros y una botella de vino tinto a ver series o películas, se desmoronó, se hizo trizas. Y es que juro que a mis 42, mi plan favorito es disponer de todo para estar tranquilo en mi espacio sin prisas, sin pendientes, con mis cosas.

Mi amigo colombiano también es del club de los 40-TONES pero está de visita en México y entiendo que quiera salir a conocer. Llego a la casa, agarro una chamarra, un trapo muy mono que me gusta y que se usa como bufanda y vámonos a tomar unos mezcales al “Mano Santa”, un lugar muy cool en la colonia Roma de la Ciudad de México. Ahí encuentro a mi amigo con otros cuates que nos organizamos para salir en bola, y qué rico, qué a gusto.

Cabe mencionar que soy fan del mezcal. Así que pedimos el primero para ir despertando y aflojando el estrés del día. Entre risas y tonterías, ¿por qué no otro mezcalito? Y así se repitió la pregunta 4 veces con su respectiva respuesta que terminaba dejándome calientita la garganta y el estómago.

¡Qué rico echarse unos drinks entre amigos! ¿Cuántos? Mmmm depende… ¿De los amigos? ¿Del ambiente? ¿De la costumbre? ¿De la cartera? O ¿De la edad?

FOTO: hercanberra.com.au
FOTO: hercanberra.com.au

Obviamente uno piensa que la última pregunta es una estupidez y entonces brinda por la juventud. Aunque quizás mi amigo colombiano piensa diferente porque no tomó esa noche. ¡Ay que hueva me da! Uno que se anima a salir de la jaula y le pagan de esta manera! Entonces, los demás ya bien calientitos de la garganta, el estómago y de una que otra parte, después de hacerle platica a un par de guapos de San Diego que estaban de vacaciones, agarramos nuestras chivas, pedimos un Uber y nos fuimos a darle alcance a Vania, una amiga que es la RP de Guilt, un antro gay en la Ciudad de México que se pone muy bien.

Ya entonados empezó el bailoteo, la risa, las putivueltas a empujones para ver qué tal estaba el… ambiente.

Vania llegó como buena anfitriona con una jarra de vidrio que contenía un dudoso líquido de color naranja parecido al KoolAid que tomaba yo de niño en las fiestas, pero no era igual. O quizás sí, pero con muchos grados de alcohol y con varios popotes.

Y ahí vamos todos como abejas a la miel, chúpele y chúpele a los popotes, como si no hubiera mañana ( o en su defecto, otra jarra). Y como éramos varios de garganta profunda, pues apenas y nos duró para el arranque.

De pronto y milagrosamente se escucha una canción en el antro de esas en las que se canta, de esas que uno puede corear y gritar desenfrenadamente recordando las borracheras de juventud. Se escucha, entre muchos pitiditos extraños de celulares alrededor (o sea, el Grindr desatado) la frase célebre: Do you believe in love after love? Cher! Wow, mi momento de cantar y bailar llegó, fue tanta la efusividad y las previas succiones de popote, que terminé grabándome vídeos y mandándoselos a no sé que tanto grupo de Whatsapp.

Tip: Si van a agarrar la peda, no agarren el celular, procuren alejarse de él. Porque si están ardidos, le van a mandar mensajes al ex, si están calientes, le van a mandar mensaje al peor de la lista y si están solo borrachos, harán lo que yo.

Obvio de esto de los vídeos y los mensajes me enteré al día siguiente que empezaron a respondérmelos. En fin, tanto baile con Cher me dio sed y pues… ¿por qué no ahora un vodka tonic? Pero entonces la música para cantar desapareció y empecé a bostezar como de costumbre. Al tercer bostezo decidí que ya era hora de hacer mi mágica desaparición tipo David Copperfield, para que no me hicieran quedarme otro rato.

1, 2 ,3 ¡operación Uber! porque lo peor es manejar cuando uno va al antro. Otro amigo se me sumó al acto de magia y nos fuimos. De repente, unos minutos antes de llegar a mi casa…. ¡Fuck! Todo comenzó a darme vueltas, y yo a punto de cantar Guadalajara (vomitar), suplicaba que el tiempo pasara y me depositara en un finísimo escusado.

Lo logré, llegué a mi casa, anoté la puerta, me fui desvistiendo poco a poco, tropezándome con los pantalones mientras llegaba a la recámara y caí muerto en la cama. ¡La muerte duró hasta las 7:00pm del sábado! No me podía levantar de la cama, la náusea de cruda me traía en jaque y supuse que si me metía a bañar me sentiría mejor (como lo hacía en mi juventud) ¡pero no! ¡La juventud se me pasó pero la cruda para nada! ¡Qué horror! Seguí tumbado en la cama sintiéndome fatal hasta que tuve que levantarme para ir al súper a comprar varios Gatorade y la comida de la semana.

FOTO: salvadornuñez.com
FOTO: salvadornuñez.com

Compré mis verduras, fruta, pollo, huevo, leche de almendras y muchos sueros. Señores, ¡no es lo mismo el alcohol a los 20 que a los 40! A los 20 uno se lo debe tomar, pero a los 40 se lo debe untar. El 40 y 20 puede funcionar en las relaciones de pareja, pero no con el alcohol. Y si no me creen, pregúntenle a José José.

¡Qué mal se me cruzó el mezcal con el vodka! ¡No lo hagan! Y es que yo estoy acostumbrado a tomar solo vino tinto. Me empino… mi botellita en esas noches de intensidad y desvelo, y me siento… de maravilla. El alcohol y la fiesta ya no son mi mejor plan ni mi mejor panorama para el fin de semana.

Quizás a algunos les parezca que ya di el viajazo, pero me tiene sin cuidado. Los TONES 40-tones ya tenemos otros gustos, otras mañas y hasta otras peversiones. Pero créanme que la pasamos muuuuy bien.

En fin, si no me creen que el alcohol no es lo mismo a los 20 que a los 40, inténtenlo y me cuentan. Y si están muy chavos todavía, pues espérense unos 20 años.

Hoy por hoy, amo a mis perros, mi gata, mi casa, mi comida saludable, mi café, mi gimnasio y el sexo entre comidas. Jajaja

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