Cuando decidí escribir esta serie de cuentos tenía pocos condimentos en mi cocina para preparar algo perfectamente femenino o perfectamente masculino.
Comencé indagándome a mí misma, horneé horas seguidas varios cuestionamientos, para exteriorizar eso que desde mi corta experiencia podría preparar. Así que estos cuentos son un primer acercamiento a ese universo desconocido, a ese lugar oscuro del que pocos narran o investigan y del que vale la pena alimentarse bien para una nutrición y un crecimiento sanos en un futuro cercano.
Nota al lector: estas recetas tienen contraindicaciones, podrían causar malestar general, cefalea, indigestión y desorientación a aquellas personas que las ingieran rápidamente por miedo o curiosidad critico-religiosa, porque su psiquis “normal” vomitará todo lo excepcional.
Información nutricional de las recetas
Vitaminas y Antioxidantes
Deconstruir para construirse, sí, esa fue la respuesta a todas las preguntas que me hice con respecto al género cuando conocí a Daniela, a Isaac y a Sergi, todos ricos en biodiversidad como el país que habitan, Colombia.
Si bien, “la diversidad es la forma en la que la vida se expresa para responder a un ambiente determinado con la ayuda de unas interacciones ecológicas para permitir la evolución”; tenemos entonces una amplia gama de posibilidades biológicas para explorarnos, para conocernos y, posteriormente, para concebirnos. De manera que, construir nuestro propio cuerpo o la identidad de género que deseemos hace parte de la evolución del ser humano porque en la naturaleza, como dice Brigitte Baptiste:
“No hay comportamientos correctos ya que los géneros son infinitos”
De tal manera que la especie humana ha desarrollado una serie de técnicas para controlar el entorno y desarrollarse a sí misma y una de esas técnicas es la cultura que regula y permite los comportamientos sociales a través de la legitimación de unos ideales de vida, creando unos arquetipos femeninos y masculinos, modelando la psiquis y por ende la forma de percibir y actuar en el mundo.
Es así como aparece la cultura hegemónica, la cual ha basado toda su teoría del género en las conclusiones del sexo biológico, es decir que son los genitales con los que se nace los que definen tu identidad: femenina o masculina; es decir, lo hegemónico ha construido todo un arsenal ideológico de binarismos, bueno o malo, lo permitido o la marginalidad, dios o diablo, mujer u hombre, etc. La sociedad política, económica y religiosa ha transmitido sólo esas dos categorías. De manera que para comenzar una dieta balanceada vamos a necesitar explorar la siguiente receta.
Torta de Zanahoria como entrada principal
Dani estaba sentado en el pupitre de dos puestos, estaba acostumbrado a permanecer solo en la escuela. Su cabello rojo con toques naranja le hacía el blanco preferido de sus compañeros de clase:
– ¡Es una niña, es una niña, mírele ese pelo rojo!- Gritaban sus compañeros cuando estaban cerca.
Sin embargo, Dani nunca había pensado en ser niña o niño, no; lo único que tenía claro era que quería estudiar y aprender lo suficiente para irse del pueblo.
Una mañana de julio, sentado en el pupitre verde, concentrado en el personaje que estaba dibujando en su cuaderno, escuchó murmullos que se fueron convirtiendo en expresiones de admiración de casi todas las niñas.
–¡Ah, tiene unos ojos muy lindos!- comentaba Paola a su compañera de puesto, dos puestos atrás del de Dani-
Dani escaló el viento de comentarios, alzó su mirada y ¡plop! quedó impregnado del olor magenta que aquél chico esparcía por todo el salón.
–¡Alejandro, siéntese allá!- el maestro Joaquín señalaba con su dedo la silla vacía del pupitre de Dani.
Cuando el niño nuevo se acomodó en el puesto de Dani, posó su mano izquierda sobre la de Dani, mientras la miraba detenidamente. Sus ojos azul polar quedaron congelados por los rizos encendidos que pendulaban enmarañadamente sobre ella. A Dani se le erizó la piel, le sudaban las manos, comenzaron a temblarle los pies.
-Desde ese día me di cuenta de que me gustaban los niños, porque lo que sentí era nuevo para mí- respondió Daniela García cuando le pregunté cómo se había dado cuenta de su identidad de género, mientras saboreábamos el helado de agrás con mandarina que nos regalaba Isaac, su novio actual.
–El agrás y la mandarina contienen gran contenido de antioxidantes- decía Isaac al tiempo que me entregaba el helado.
+ Antioxidantes
El genero, a diferencia del sexo (vagina-pene), es un proceso de construcción social que por lo tanto indica que no existen categorías erótico-afectivas para enamorarse o sentir placer o hasta para tener hijos, sino más bien formas múltiples de expresar la sexualidad sin necesidad de cumplir un destino biológico culturalmente impuesto, o sea sin tener que pensar en que, para el caso de procrear hijos, se necesita la unión de dos sexos opuestos o más bien de dos cuerpos “hetenormativamente naturales“.
Helado de Agrás con Mandarina
A Isaac le pesaba su cuerpo, no podía caminar más, ya no aguantaba estar mucho tiempo parado. Llevaba caminando casi una hora en busca del helado de agrás con mandarina.
«¡Ese helado debe existir en esta ciudad!» Cesó la marcha, miró de lado a lado, viró su cuerpo hasta que avistó una silla y fue hacía ella.
Un señor escueto, con un cuello de cordillera y bigote espeso, se quitó las gafas, las limpió, se las volvió a acomodar pero al instante volvió a quitárselas para llevar sus manos hasta los ojos y limpiar el nubarrón que tenía encima. De súbito se levantó para ir camino a Isaac.
–¡Cómo es posible que usted tenga esa barriga de embarazo!-
–¡Es completamente posible!- Respondió Isaac- la vida no tiene generalidades señor, al contrario es diversa, amplia y compleja.
El señor comenzó a proferir un salmo XX-XY de la Biblia y de esta manera la multitud se aglomeró alrededor; iniciaron los cotilleos, las preguntas, las miradas obscenas, las palabras soeces pero todo se silenció cuando Daniela irrumpió en el círculo y con su cabello largo ondeando de lado a lado mitigó la sed curiosa.
–¿Estás bien?- Dani abrazó sus manos al vientre de Isaac. Detrás estaba Sergio con el helado de mandarina pero sin agrás.
Cuando Isaac recibió el helado se sintió ligero porque el peso que cargaba en aquella silla, gracias a los insultos de toda la gente era mayor al del bebe que esperaba. Él y Daniela deseaban con toda su alma traer al mundo a un ser a quien pudieran mostrarle que se puede expresar socialmente una masculinidad o una feminidad sin un fundamento físico o biopolítico, donde cada individuo ejerce el control de su cuerpo y de su sexualidad, por ende traer al mundo a un ser humano ya no depende de la economía sexual reproductiva, que normaliza al cuerpo político desde lo fisiológico, sino más bien de la conjugación de la excepción y de la ruptura del orden establecido recuperando el poder; de manera que un hombre con vagina y una mujer con pene pueden dar a luz otras posibilidades de vida.
Recomendaciones nutricionales
Kate Bornstein en My Gender Workbook cuenta que mientras comía Pretzels y veía la Pirámide Básica de la Food and Drug Administration tuvo un momento de revelación, se dio cuenta de que la representación del género podría metafóricamente ser como los distintos niveles de los grupos de alimentos en esa pirámide.
Ahora bien, si revisamos la gráfica en el contexto colombiano, también tenemos que en el nivel superior de la pirámide están los embutidos, las grasas saturadas y toda la comida basura, pero están en el nivel más alto ostentando su poder, aunque sean malas. Luego, ella se pregunta que “si el vértice más alto de la pirámide representara un género perfecto, ese modelo perfecto de mujer o de hombre que la cultura nos enseña, tendría sentido decir que entre más alto se esté en la pirámide menos personas pertenecen a ese ideal, porque los pocos que están allí son quienes manejan el poder y ellos tendrán siempre una actitud de perfección, definida desde una visión patriarcal- religiosa”.
Finalmente, Kate da cuenta de haber indagado por ese género perfecto con aquellos que representaban ese ideal (rubios, altos, cuerpos esbelticos, con mucho dinero, etc) e indica que “francamente, son como los aceites y el azúcar: consúmalos con moderación. No tienen ningún valor nutricional, no son buenos para la cultura”.
Como vemos, alimentarse bien no es tarea fácil porque las hamburguesas, los perros, los dulces sintéticos, las papas fritas, etc, están en todas partes, son baratos, saben rico porque son adictivas y quitan el hambre por un rato, pero todos sabemos que no son sanos, mientras que las frutas y las verduras, dadas a luz por Pachamama, con diversos valores nutricionales, son relegadas diariamente a las dietas estéticas y obligadas, en la mayoría de los casos.
Si en la variedad está el placer, ¿por qué no diluir ese esquema binario, hombre con pene- mujer con vagina para tener una dieta balanceada, reconociendo el potencial que tienen esos otros alimentos excepcionales, distintos y diversos?