Hombres, moda y cultura gay en latinoamérica
Cuando se habla de hombres y moda, es muy común que la estereotipación y los prejuicios dominen los pensamientos de los locutores. La cultura moda que apreciamos hoy en día, ha sido protagonizada y construida por personajes masculinos, que han luchado por su posición, pero también por el respeto, en el campo de las bellas artes.
Desde los corbatones, el estilo winged de los cuellos de las camisas, y los chalecos de principios de 1900, hasta las propuestas deconstructivistas y andróginas de hoy en día, el papel de un consumidor masculino en el sistema moda de la economía es absolutamente necesario.
La moda, y sus pilares, han sido construidos por la perfecta coexistencia y cooperación de ambos sexos. Jeanne Lanvin, Coco Chanel, Jeanne Paquin y Madame Vionnet fueron algunas de las mujeres que se opusieron a la estética que tenían las mujeres de la época. Sin embargo, personajes como Paul Poiret, Mariano Fortuny, y Jacques Doucet, los primeros diseñadores de vestuario, motivaron la creación de elementos vestimentarios y rompieron el esquema de belleza de La Belle Epoque, y propusieron un cánon mucho más joven, sobrio y minimalista.
La estética femenina comienza a evolucionar y se empieza a liberar de corsés, de siluetas y de excesos gracias a las propuestas de los nuevos diseñadores. Pero también gracias a los contextos socio-culturales que se fueron generando gracias a las guerras y a las revoluciones que iban sucediendo. El hombre necesitaba algo que lo protegiera pero que a la vez lo hiciera sentir cómodo estéticamente.
Pero mucho más allá de la influencia del hombre como un consumidor de moda, ¿cuál es el papel del hombre en la moda?
Antes que todo, es necesario recalcar la influencia de las ideas que el machismo y el patriarcado han inyectado a la sociedad, y aún más, de la supuesta supeditación del sexo femenino al masculino. El hombre es el que tiene más fuerza, agresividad y por lo tanto, las cuestiones sentimentales solo son irrelevancias.
Estas ideas, han agredido y acorralado a la comunidad homosexual, y más a la que trabaja en el campo de las artes; ya que la cantidad de prejuicios que se generaron ante los hombres que trabajan en estas áreas son extremadamente humillantes y degradantes. El hecho de que el hombre no siga las premisas de la masculinidad en su profesión, que requieren agresividad, fuerza y raciocinio, no significa que sea menos hombre.
Por suerte, la colectividad homosexual valora y remunera la creatividad, y en el sistema moda contemporáneo, los homosexuales son respetados y reverenciados por sus ideas, porque a la hora de hablar de ámbitos creativos, las etiquetas de las personas son dejadas en un segundo plano.
En la moda, todas las personas compiten desde las mismas bases. Gays, afrodescendientes, mujeres, hombres, lesbianas, asiáticos, deconstructivistas, andróginos; y muchísimos más rótulos sociales son dejados a un lado para apreciar las propuestas de belleza de la personas en sí. Y este es uno de los elementos más bellos de esta industria, las personas no son juzgadas por cómo se ven, sino por su trabajo y lo que hacen de él.
Es inevitable no cuestionarme el porqué de que esto no suceda en el resto de los campos de la economía, o de la sociedad. Pero la respuesta es obvia, las personas temen a lo diferente. Las personas son egoístas y no son conscientes de que esa diferencia también siente. Y afortunadamente en la ciudad a la que pertenezco, en Medellín, Colombia, en el círculo de moda que manejamos, existe esa exclusión de etiquetas sociales para apreciarnos por lo que producimos.
La fractura de estereotipos y el destrozo de las barreras que existen entre los géneros es el perfecto ejemplo de que una unificación entre hombre y mujer en una labor es posible, y esta proposición es algo que todos deberíamos tener extremadamente presente antes de realizar cualquier juicio.