Víctor Madrigal, experto independiente en asuntos LGBTI de la ONU, hizo un balance del estado de la igualdad y garantía de derechos para estos sectores poblaciones en Colombia y América Latina, habló de impunidad en entrevista con Mariángela Urbina del Espectador, durante la VIII Conferencia de la ILGALAC que se llevó a cabo en Bogotá.
La intervención de Madrigal, durante su visita a Colombia para participar de la Conferencia Regional de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gais, Bisexuales, Trans e Intersex para América Latina y el Caribe (ILGALAC), reveló la situación de impunidad que vivimos.
Esto teniendo en cuenta que, tal y como lo han revelado informes del Comité de Derechos Humanos, el Alto Comisionado y la Comisión Interamericana, la vulneración de derechos en el territorio, debe observarse desde múltiples variables que conciban la interseccionalidad en la “experiencia de la violencia y la discriminación”, donde tanto las orientaciones sexuales, identidades de género y expresiones de género no hegemónicas, desencadenan situaciones de riesgo.
“Durante el último año murieron 311 personas exclusivamente por el hecho de ser trans, en América Latina”
Aunque Colombia se ubica entre los países de la región que lideran la transformación social desde lo legislativo, gracias a avances jurídicos a través de sentencias de la Corte Constitucional, generación de políticas públicas e incluso “experiencias únicas a nivel mundial, como las voces LGBT en la agenda de la paz”, la impunidad continua y falta transformación en la percepción de la gente sobre las diversidades.
“El problema es que alrededor del mundo, consistentemente, se han puesto en su lugar órdenes que asocian automáticamente a las personas LGBT con tres cosas: el delito, la enfermedad y el pecado. Por lo tanto, se considera a las personas LGBT como delictivas enfermizas, y pecaminosas. Esto afianza la idea de que no pueden ser buenas ciudadanas. Por eso, existe una convicción de que es válido, legítimo, ser violento contra ellas, pues los mecanismos de represión son violentos en sí mismos. El mecanismo de represión del delito es la persecución penal, el mecanismo de represión del pecado es la perdición eterna. El de la enfermedad, puede ser, inclusive, el tratamiento forzado. Son mecanismos que se han construido por centurias”, aclara Madrigal.
Según estudios, el acceso al sistema judicial en América Latina para las personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas es casi nulo, hasta el punto que, aunque la gran mayoría de casos no se denuncian, de los que se logran saber, sólo el 1% de crímenes de odio son condenados, quedando un 99% de impunidad en la región.
Más allá de las cifras, uno de los datos más relevantes de la conversación entre la periodista y el experto de la ONU, fue dejar en claro el hecho que la violencia infringida contra las personas de los sectores LGBTI es intencional, debido a que buscan el castigo por la no conformidad con la norma, implicando así crueldad al infringir dolor y un tipo de tortura que es sexualizada.
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