“Yo soy mi propia voz, no represento a nadie, porque para hablar de población LGBTI hay que sentarse con todos y llegar a un consenso”
Endry Cardeño nace en Cúcuta en 1976, hija de una madre soltera, “mujer humilde y trabajadora, paisa” como la describe, que nunca contó con el apoyo de alguien quien le ayudará a sobrellevar el cuidado y manutención de su hogar. Crece dentro de una numerosa familia, entre tíos y primos, la mayoría hombres, de quienes aprendió a ser una persona fuerte y donde comenzó a forjar un carácter que le permitió a su vez defenderse de los demás por ser “el chico amanerado”.
Pese a que vivió en una época donde el ser hombre era más privilegio que ser mujer en todos los aspectos sociales, donde se decía que “las mujeres en casa y los hombres a trabajar”, Endry recuerda su infancia como una muy buena experiencia, algo que influyó realmente en la realización de la persona que es ahora.
Su llamativa personalidad, de alguna manera vino acompañada de un hecho que iba incluso más allá de ser homosexual, su identidad de género siempre estuvo encaminada hacia el mundo femenino, en su expresión corporal e interacción con los demás sobresalieron todos aquellos cánones estéticos que quebrantaron directamente la imagen de lo masculino en aquel entonces. Ahora, siente que su gusto por compartir más con las niñas se validaba en esa misma afinidad.
Poco a poco, la exteriorización de su identidad tomó forma. El juego de roles entre lo unisex al momento de vestirse delimitaba ya una delgada línea en el imaginario de sí misma, donde redirecciona su imagen y reconstruye aquello que le representa.
Siendo adolescente se alejó un poco de la vida artística, algo que siempre estuvo en su sangre, más por el hecho de reencontrarse consigo misma como una mujer trans. Ser en su momento “el chico amanerado”, “la loquita del salón”, conllevo a que estuviera más al tanto de protegerse y resguardarse de la burla, de esa discriminación que de pronto se aviva en medio de ello.
Con el paso de los años, su vida comienza a tornarse más allá de una aventura durante su adolescencia, en un verdadero compromiso en su adultez. Por eso, es que su capacidad para asumir las diferentes facetas que se desarrollan en torno a su vida artística, le dieron pie para descubrir y aprovechar oportunidades que se presentaban en el medio. Una persona con desbordante rebeldía, caracterizada por ser alegre, soñadora y vivaz.
Al entrar por primera vez a un bar presenció un show fonomímico a cargo de una transformista, momento a partir del cual comenzó a definirse en el mundo del arte, a saber qué es lo que quería hacer. En perspectiva fue este suceso el que le brindó una nueva visión de sí misma y le permitió empezar a desarrollarse como artista, “yo sentía que estar en un escenario como ese me daría la oportunidad de poder proyectar todo eso que hasta el momento había venido haciendo frente al espejo… yo no sabía que allí estaba era viviendo y proyectando lo que iba a venir para mí”.
Tiempo después, con una amiga suya ve la posibilidad de mudarse a Europa, donde su ejercicio laboral fue básicamente como trabajadora sexual, algo que solo abordó como una forma de conseguir dinero más que como un estilo de vida. Experiencia que asume como aprendizaje y de la cual no se avergüenza en el presente, le recuerda lo mucho que creció como persona, convirtiéndose en la guerrera que es hoy en día. “Todo lo que me dejó fue muy positivo, pasé riesgos, fui agredida por la misma policía, agredida por la misma delincuencia, corrí el riesgo que corre cualquier persona que está en condición de calle, pero todo eso lo valoro mucho”.
Luego de haber saldado la “deuda”, se establece en un pequeño pueblo al norte de Italia. Allí la magia recae sobre ella nuevamente. Haber pasado por un sentimiento de constante soledad y desear con todas las fuerzas estar en Colombia otra vez, la llevó a participar en un casting que, por casualidades de la vida, terminaron trayéndola de regreso a su tierra para encarnar a la figura que hoy es una hija muy amada para ella, “Laisa Reyes”. Símbolo del gran trabajo de reconocimiento por su persona y talento.
Debido a su gran carácter, Endry se constituye como una persona que hace frente a su identidad, que se opone a caer en la victimización a causa de ello, no porque esto no pueda suceder en muchos otros contextos y a muchas otras personas de la población trans, sino porque la realidad que ha podido vivir le ha demostrado que puede ser alguien sumamente fuerte y trabajadora, motor que le impulsa a salir adelante.
“Mi voz ha sido una voz sincera y transparente, soy imparcial al momento de ejercer la lucha porque no puedo hablar en nombre de todos, yo hablo por mí y desde mí, no puedo ser representante de una población o un sector en específico porque esto es algo que se debe hacer entre todos”
Su aparición en la televisión colombiana como la tía “Laisa” en la reconocida telenovela de “Los Reyes”, pudo haber sido de alguna manera una representación no planeada de la población LGBTI, momento crucial que le ha permitido dar un giro en el camino y proyección en su vida. Sirviendo de anclaje en un medio que mueve una enorme cantidad de masas, consintió abrir desde allí una puerta a la visibilización de una población acallada socialmente, logro alcanzado por medio de su trabajo actoral.
Un papel de trans realizado precisamente por una persona trans, es lo que recrea un imaginario social de manera más tangible y de cierta forma permite diversificar aquel tabú con el que aún se vive alrededor del tema, rompiendo un poco el estereotipo que reduce a las mujeres trans a la labor de peluquería y prostitución, significando también un llamado a que la gente se concientice que si se puede trabajar con personas diversas, en cualquier ambiente, en cualquier cargo, porque “tienen sus cualidades y habilidades propias, independientemente de su sexualidad o identidad”.
El cine y la televisión han sido esos escenarios donde Endry se ha podido desenvolver verdaderamente, donde define y expone aquellas capacidades y habilidades que le hacen competente en su ejercicio artístico. “El escenario es un lugar donde uno realmente se siente libre”, sin embargo, su lucha comienza allí mismo como primera mujer trans en ganar un lugar dentro del reconocimiento público, esto con razón de convertirse precisamente en ese personaje que logra romper con el paradigma de lo que es ser “normal”.
“Yo soy una trans atípica, no soy igual a la mayoría de trans, yo me salgo del contraste, de ser la exuberante, de ser la mostrona, de ser la vulgar y eso también se convierte en un defecto frente a las otras”
Tras la constante lucha social que ha venido tomando lugar en las diferentes manifestaciones y movimientos que se desarrollan en pro de la población LGBTI, la diversidad, inclusión y reconocimiento de derechos de igualdad en Colombia, es justo enfatizar en el modo en el cual estas mismas actividades inciden en la sociedad, la misma población no debería dentro de su contexto perder su propio horizonte como personas diversas, como lo expresa Endry: “La verdadera lucha se encuentra en aquello que nos hace diferentes, de otro modo solo nos estaríamos encargando de heterosexualizarnos, al querer ser igual a la mayoría”.
Derechos que se le reconocen a la población diversa, tales como el matrimonio igualitario, la adopción por parte de parejas homosexuales, respaldo en contra de la discriminación, cambio del componente de sexo en el registro civil, entre otros, son acciones y logros que de parte y parte se evidencian como avances significativos dentro de la construcción de una convivencia equitativa en sociedad, pero son necesidades vanas a la hora de hablar precisamente de diversidad.
“Yo apoyo el matrimonio gay y la adopción por parte de parejas homosexuales por igualdad de derechos. También estoy de acuerdo con el aborto y todo lo que tenga que ver con el desarrollo de la personalidad. Sin embargo, no es una necesidad personal de Endry Cardeño tener hijos. Yo no estoy dispuesta a exponer a mi hijo a lo que sería tener de madre una mujer travesti”.
Lamentablemente, el activismo por la igualdad en Colombia y en muchos otros espacios e instancias sociales se ha convertido en un mal negocio, al cual la mayoría de sus representantes políticos se hacen acreedores, pues si bien se sabe, hablar de igualdad magnífica la atención en cualquier discurso que se proclame, ya que esta misma población conforma una corriente que se mueve pasivamente.
Los adelantos que se han tenido a favor de la población LGBTI en la actualidad han sido significativos, gais y lesbianas pueden celebrar varios beneficios que se suman a su desarrollo en sociedad, pero las personas Trans aún permanecen con incertidumbre de favorabilidades que con un registro notarial no cubrirán. “Yo no necesito un papel que me diga que soy hombre o soy mujer, si esa es la necesidad ahora, entonces debería sumarse una T para identificarnos como personas Trans”.
Endry siempre se ha podido ver en una delgada línea que cuestiona su realidad, con dilemas tales como “si se es un hombre o si se es una mujer”, pese a la construcción social de la imagen femenina establecida, su realidad es ser una mujer trans. Situaciones en las que ese rechazo por lo diferente, por la incomprensión de la definición que surge entre lo masculino y lo femenino como un componente que va más allá de un reconocimiento genital, es lo que suma aristas por delante en esta lucha.
Esta identificación por parte de la “mayoría” hacia las personas de género diverso, suele ser un gran punto de incomprensión que se analiza desde las situaciones más simples como lo son un trato como “Él, Ella o ‘Elle’” y que resulta de algún modo ofensivo y poco respetuoso para las personas que realizan su tránsito.
“Esa necesidad de la gente de encasillarnos en un género masculino o femenino es la principal razón de discriminación. Pues la ignorancia radica allí, en no asumirnos como lo que somos”
“Yo nunca he querido ser mujer, una cosa es la sexualidad, otra cosa es la genitalidad y otra cosa es la identidad de género, yo tengo una identidad de género femenina lo que no quiere decir que tenga una mentalidad de mujer que es muy diferente”
A diferencia de generaciones atrás, los procesos de transición hoy en día son un tema que se asume incluso desde una temprana edad, ahora es fácil ver menores de edad que definen y defienden su identificación con el género al que sienten que realmente pertenecen. Hecho que se convierte quizá en un factor que requiere un mayor trato, que con acompañamiento y atención constante junto a unas normas que bien, previstas bajo el apoyo de la familia, le permitan a la persona recrear esa libertad de poder vivirse. “Estos son un tipo de temas que se deben tratar delicadamente con unas pincitas”
El acceso a la educación es principalmente una de las plazas limitadas para las personas Trans, la falta de oportunidades y acceso a los diferentes espacios de desarrollo y crecimiento personal son aquel peso con el que cargan jóvenes y adolescentes de esta población una vez asumen su identidad. Por ello se prevé una lucha, pero no puede ser la lucha de una sola voz que se alce, la misma población debe exigir para sí misma su reconocimiento.
Si bien es propio aclarar que se vive actualmente en una desarticulación en acuerdos y direcciones desde el mismo desglose de la sigla LGBTI, el deber ser de este horizonte es el de aunar fuerzas para rescatar el valor diverso como la misma identidad. “Aunque se nos llame una ‘Población diversa’, la realidad es que lo único que nos une como una población ahora es la misma discriminación”
Cabe resaltar también que dentro de cada grupo hay subgrupos, la letra T tiene muchas más identificaciones dentro de sí, cada quien continúa siendo un individuo que posee diferentes formas de expresarse y desarrollarse, Endry por su lado, ha recibido algunos llamados de atención por parte de sus pares, mujeres trans que no comparten completamente su forma de incorporar esta idea de “identidad” dentro de su personificación. Definiciones donde ella, para sí misma, afirma que “es un hombre homosexual, travesti, que se identifica desde lo femenino” son de notable rechazo, mientras que por su lado, hay otras personas trans que prefieren identificarse precisamente como una mujer u hombre.
“Estas son percepciones que tengo yo, porque yo nací biológicamente hombre, me identifico como transgénero o travesti porque me encanta vestirme y sentirme como una mujer, pero yo de manera muy personal he pensado que eso no quiere decir que yo sea una mujer sin embargo si me gusta que me digan ella y no que me digan él”
Estas son realidades que se tratan de poner en miras a una misma dirección, ya que lo que lleva y nutre este tipo de mensajes cuando es proveniente de una población tan diversa y diferente, es que se tiene que aprender a respetar a cada quien tal y como es, desde la misma población LGBTI con sus pares como con la misma comunidad en general.
Como parte de una minoría, Endry ha tenido un papel muy activo y positivo entre las personas que pertenecen a la “mayoría”, a partir de su papel en los diferentes proyectos televisivos, teatrales e incluso en su profesión alterna como lo es la peluquería, ella se da cuenta que la misma gente aprende a conocer y aceptar desde la diferencia, que con el tiempo se permiten comprender y entender que hay contextos distintos a los que ellos viven, que todos son diversos y que trabajar, compartir y vivir con una persona trans es igual que hacerlo con cualquier otra persona.
Crédito fotografías:
Fotógrafo: Andrés Reina
Producción: Fernando Koral