La I de LGBTI representa a los hombres y mujeres cuyos órganos genitales no son tan evidentes, más de un 1% de la población es intersexual.
En el mundo el ser intersexual ya no es cuestión de tabú, asumir los genitales como polisémicos y diversos es la mejor opción para vivir feliz. Porque la diferencia no es cuestión de exclusión sino una muestra de lo perfecto que es la genética humana.
La intersexualidad es pura ingeniería genética. El Dr. Saoud T. Swafiri genetista clínico de los hospitales Infanta Elena, Rey Juan Carlos, Hospital de Villalba y la Fundación Jiménez Díaz, en España, explica el desarrollo embrionario de los genitales externos:
“Bajo la influencia de la testosterona producida por el testículo, se comienzan a desarrollar los genitales externos durante la décima semana del embarazo. En el tercer trimestre, crece el pene y descienden los testículos. Cuando no hay testosterona, los tejidos rudimentarios se convierten en el clítoris y en los labios (pene y bolsa escrotal en el caso de los niños). La etapa de diferenciación del aparato urinario y genital masculino se lleva a cabo en las semanas 9 a 16, la del urogenital femenino en las semanas 11 a la 15”.
Los genitales ambiguos ocurren cuando hay insuficiente masculinización de un varón o por virilización de una mujer. Hay genitales ambiguos en bebés genéticamente femeninos (XX) y genitales ambiguos en bebés genéticamente masculinos (XY) “Por lo menos unos treinta genes distintos intervienen en la regulación de los distintos procesos necesarios para la determinación y diferenciación sexual”, explica el Dr. Saoud T. Swafiri.
La visibilidad de los intersexuales ha comenzado. Y eso es motivo de orgullo.