Por lo general utilizamos la palabra “pasión” para referirnos al sexo, tema que a todos nos inquieta, acelera, a veces desespera y en ocasiones nos mete en problemas por andar metiendo lo que no en donde no. Pero más allá de las historias de la carne, quiero hablar hoy sobre otro significado de “pasión”: la emoción, la ilusión, el entusiasmo, la entrega con la que deberían hacerse todas las cosas.

Ayer recibí una cátedra de lo que esta palabra significa. Les he estado platicando últimamente de los cambios que he venido haciendo en mi vida a lo largo de casi 8 meses, justo por este tema de no sentir pasión ni emoción por lo que hacía al punto de vivir deprimido y sentirme vacío a mis 42 años. Porque cuando entramos a la edad de los TONES (30-tones, 40-tones, 50-tones…), la vida comienza a sacudirnos para colocarnos en el lugar en el que debemos estar.

Pero en fin, aquí va la historia… Conocí a un actor, cantante, productor, guionista impresionante, se llama César Enríquez. Hace una semana nos tomamos un café y le platiqué lo que quería hacer, un espectáculo de Cabaret que me permitiera comunicar todas mis inquietudes, que me ayudara a reírme de lo que más me duele, de hacer catarsis y con ello divertir y cuestionar a la gente al mismo tiempo.

Nos quedamos de ver en el Starbucks de un centro comercial, llegamos los dos puntuales, él en pants, corriendo, cargando una bolsa de plástico muy grande que no dejé de ver durante toda la plática y de preguntarme lo que podría contener. Nos saludamos y nos conocimos por fin después de algunos mensajes por Whatsapp. Tuvimos mucha química y todo fluyó muy bien, hasta comenzamos a trabajar en ideas en la misma cita. Me dijo que lo esperara un poquito porque el 31 de agosto, o sea, hace unos días, estrenaría un espectáculo y una vez pasando la fecha ya estaría más tranquilo para trabajar en nuestro nuevo proyecto. Mientras platicaba, movía la bolsa y la cambiaba de lado.

Ayer en la noche estrenó su show “Priety Guoman”, una parodia del personaje de Julia Roberts en la película Pretty Woman. Desde el instante en que salió a escena el público no paró de reír, el lugar estaba abarrotado. Yo lo observé minuciosamente y no dejé de sorprenderme a cada minuto. ¡El tipo es genial, es un genio! Pero más allá del talento que tiene, me quedé pensando en dos palabra: “vocación” y “pasión”, esa ya se las había mencionado.

Cuando estamos chavos comenzamos a descubrir la vida, a probarla, saborearla, escupirla y a veces hasta a vomitarla, pero al final de eso se trata, de saber uno lo que se está comiendo… ¿o no? Hasta encontrar lo que verdaderamente nos gusta, lo que nos sienta bien y nos sabe rico sin importar el plato del que se sirva, o la cama… Bueno, ustedes me entienden, porque cuando uno se come lo que no le sienta bien, hasta el corazón se enferma. En cambio, cuando uno se come lo que le sienta bien, nutre y es un deleite sentarse a comer.

Pues ayer me conmovió ese deleite, ver a alguien sentándose a comer delante de mucha gente. Muy pocas veces nos ponemos a pensar, a reflexionar lo que sucede con los artistas cuando están en el escenario. Y es que un verdadero artista trabaja con el alma, con el espíritu y el corazón, con su cuerpo, con sus emociones. En realidad, creo que un verdadero artista es quien logra vaciarse por completo y permite que la vida se exprese a través de sí mismo, de su arte.

El Cabaret es un espacio en donde todo está permitido, el Cabaret transgrede, divierte, cuestiona y emociona. La vida debería de ser un Cabaret… ¡la vida es un Cabaret! Como cantara Liza Minelli en los años 70s en el musical del mismo nombre.

Los TONES ya tenemos Cabaret que contar, mi pregunta es: ¿Con cuánta pasión lo hacemos? ¿Con cuánto humor? ¿Con cuánta emoción? ¿Nos gusta nuestro escenario?

Hace poco, más de tres personas me hicieron un mismo comentario: “Tienes algo muy a tu favor para lo que quieres hacer; no le tienes miedo al ridículo”. Me quedé pensando y en el instante no supe si darles las gracias o sentirme ridículo, pero al darles las gracias me di cuenta que tenían mucha razón. Hoy no me importa hacer el ridículo mientras todo lo que yo haga sea desde el corazón, mientras sea congruente con lo que quiero, con mi propio juego, mientras me divierta haciéndolo y eso me permita sonreír demasiado, al grado de incomodar a muchos y hacerlos dejarme comentarios negativos y “mala leche” en mis redes sociales.

Es increíble darse cuenta cómo cuando alguien postea algo negativo, todos se suman, hacen del comentario negativo algo lamentable cargado de enojo y de likes, de odio hasta crear memes y volverlo viral. Pero cuando alguien postea algo positivo, una foto en la que te muestras feliz, incluso haciendo una locura, la mayoría te tachan de ridículo y te tiran mala vibra.

La felicidad de uno siempre les incomodará a muchos, lo importante es que logremos sentirnos cómodos con quienes somos, con la forma en que vivimos, con la pasión, la entrega y el esfuerzo con el que soñamos y trabajamos a diario por volverlo realidad.

¿Será este tema de TONES?

P.D

1- El show de Priety Guoman fue un éxito, todo mundo se divirtió y rió pero también se fueron con el mensaje principal: la discriminación, los derechos humanos, la trata de mujeres y la vida trans.

2- Nunca supe lo que tenía Cesar dentro la bolsa de plástico durante la cita. Jajajaja

Cómo ven a #PrietyGuoman ? Genial! ???? @cesarenriquezcabaret

A video posted by Salvador Núñez ?✨?? (@salvadornunezop) on

Nos vemos en mis redes sociales. ¡Cuidadito con tirar mala vibra! Ja, ja, ja

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