Discurso realizado por Sunnivie Brydum durante nuestro primer conversatorio – taller “Latinoamericanos LGBT: Historias no contadas” el pasado jueves 13 de agosto.

Buenos días, y gracias a todos por invitarme a hablar hoy, aquí en esta prestigiosa universidad, y especialmente a Marco Jaramillo y egoCity, mis anfitriones y organizadores de este conversatorio.

Soy Sunnivie Brydum, jefe de redacción o editorial manager, de The Advocate.The Advocate es la publicación LGBT más antigua de los Estados Unidos, publicada continuamente desde 1967. Nuestro nombre significa “el defensor,” y esta es una gran parte de nuestro papel en la comunidad y el movimiento de derechos LGBT en los EE.UU. Mi función, específicamente, es supervisar un equipo de periodistas, incluso de “freelancers”, y asegurarme que estamos reportando las noticias que le importa a nuestra comunidad.

A nivel personal, soy una periodista, esposa y mujer queer. Me identifico con esa palabra porque no dice nada sobre mi vida sexual, y mucho menos que soy “straight” (heterosexual). No soy lesbiana, porque mi esposo es un hombre transgénero, y no me identifico con la palabra bisexual, porque creo que hay más de dos géneros — y en serio, me atraen todos.

La palabra “queer” como una identidad es muy similar a la gente colombiana que se suele identificar como “marica”. Ambos términos se han utilizado para dañar a personas como yo, pero creo que hay un gran poder en la reclamación de estas palabras. Si nos llamamos por estos nombres, les quitamos el poder que tienen para hacernos daño, y los convertirnos en algo para estar orgullosos.

The Advocate ha tenido el privilegio de escribir el primer borrador de la historia muchas veces en los últimos 48 años. En 1969, reportamos los disturbios de Stonewall, que lanzaron el movimiento LGBT moderno en los EE.UU y el mundo. En 1986, estábamos felices de informar que la homosexualidad se retiró de la lista oficial de enfermedades mentales. Y por supuesto, este Junio, celebramos cuando el matrimonio igualitario llegó a los 50 estados de nuestro país.

Cuando se trata de conocer nuestra historia, el primer paso es descubrirla, esta es la razón por la que gente como Hernando Muñoz Sánchez y Manuel José Bermúdez son tan importantes, y por las que creo que ellos son valiosos activistas.

Una vez que hemos descubierto nuestra historia, es el trabajo de la prensa asegurarse que ésta no sea olvidada, recordando con veracidad y precisión. Cuando vemos algo inexacto, tenemos que hablar, no sólo como activistas, si no también como periodistas ¡Tenemos la responsabilidad de decir la verdad!

Por ejemplo, cuando la nueva película sobre los disturbios de Stonewall fue anunciada, estaba emocionada por ver una proyección especial para la prensa. Pero como muestra el tráiler, este relato ficcionado una vez más se equivocó con nuestra historia. A pesar que el director es un hombre gay, su película no le da crédito correctamente a las personas que realmente iniciaron el movimiento. Las primeras luchadoras en Stonewall fueron mujeres transgénero de color, drag queens, y lesbianas marimachas. Estas personas vivían en las intersecciones de la opresión por su raza, identidad y expresión de género, y orientación sexual.

A pesar de lo que el tráiler muestra, las personas que lanzaron los primeros ladrillos fueron dos mujeres trans, una negra y una latina que se llamaban Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera respectivamente. Después de iniciar el movimiento, estas mujeres fundaron una organización para la gente trans pobre e indigente, se llamaba STAR (estrella), por sus siglas en inglés de ‘Street Transvestive Action Revolutionaries’.

Por supuesto, hemos recorrido un largo camino desde Stonewall. Pero a pesar de los avances en algunas áreas de derechos LGBT, nos falta bastante todavía. Para sólo dar un ejemplo, en los EE.UU., las personas aún pueden ser despedidas de su trabajo, simplemente porque son LGBT, aunque en los 50 estados ya se pueden realizar matrimonios igualitarios, en 28 estados, corren el riesgo de ser despedidas si ponen una foto de su boda en su escritorio. En 31 estados, empleados trans pueden ser despedidos simplemente porque son transgeneristas. Y eso es entre los que tienen la suerte de tener trabajo. Las personas trans tienen cuatro veces más probabilidades de vivir en la pobreza en nuestro país.

Solo en este año, 17 mujeres trans han sido asesinadas, una cifra mayor al total del 2014 — y apenas vamos en agosto. Esto no sólo es un asunto de los EE.UU, en Colombia, hay 70 mujeres trans que han sido asesinadas en los últimos ocho años; y ninguna de estas cifras incluye los asesinatos que no fueron reportados, o en los cuales la policía y los medios no respetaron la identidad de la víctima.

Por este tipo de datos, es que no puedo ser una periodista “imparcial” cuando estoy escribiendo sobre mi comunidad — de mi familia. Contar nuestras historias no es una cuestión de principios periodísticos, es una cuestión de vida o muerte.

Simplemente, no creo que sea posible ser imparcial cuando alguien escribe de su propia comunidad. Y yo diría que, en el caso de las comunidades marginadas, no se requiere imparcialidad, porque, en realidad, los mentirosos han tenido espacio en los medios por mucho tiempo, los hemos dejado difundir sus ideas, mientras que nos perjudican, y peor aún, nos borran ¡Pero no más!

La gente que nos odia ha tenido el micrófono por tanto tiempo, que cuando contamos nuestras historias, no tenemos por que darles espacio. Por ejemplo, en The Advocate, cuando escribimos sobre matrimonio igualitario, no incluímos comentarios de los grupos de derecha que piensa que el apocalipsis llegará si dos personas del mismo sexo se casan. Y por eso, cuando los candidatos Republicanos mienten se lo hacemos saber públicamente. Por ejemplo, cuando Donald Trump dice que él solamente apoya el “matrimonio tradicional,” señalamos que él a le gusta tanto ese “matrimonio tradicional” que ya lleva tres.

De la misma forma, las discusiones en medios de comunicación colombianos sobre derechos LGBT no debería incluir la opinión del Senador Roberto Gerlein… Incluso cuando él afirma que tiene amigos gays, de lo cual no tengo ninguna duda.

Ahora es el momento de alzar la voz, y decir la verdad de nuestras vidas junto a todos aquellos que se identifican con la población LGBT, familias, aliados, y amigos, quienes mejor nos conocen. El hecho de que no seamos iguales, no nos hace menos y por eso es que contar nuestras propias historias es importante, así que es mejor tragarse el miedo, y como dijo Harvey Milk, “Salgan del closet, de donde sea que estén”.

¡No tienes que disculparte por quien eres, ni por a quien amas!

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