Al igual que el Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+, los lugares queerfriendly y las banderas, el término cisgénero ha causado polémica dentro de la misma población cis, pues al desconocer el significado de la palabra, la confunden con un insulto o la interpretan como una clasificación “innecesaria”.
Judith Butler, en su libro ‘El género en disputa: feminismo y la subversión de la identidad’, hace la diferencia entre sexo y género vinculando los conceptos a “biología” y “destino”. Con esto, la autora pretende explicar las profundas raíces sociales y culturales que determinan el género de los individuos, mientras que el sexo se establece como algo determinado por factores biológicos, como los genitales, aunque también existen concepciones de este que parten de una lógica binaria que excluye otros sexos.
El término “transexualismo” fue acuñado por Harry Benjamin, endocrinólogo alemán, en el año 1948, pero las identidades que desafían la binariedad del género datan desde los tiempos de la Grecia antigua; con él, reconoció la existencia de personas que no se identifican con la asignación sexo-genérica que se les da al nacer.
Luego, en 1991 el sexólogo y psicólogo alemán Volkmar Sigusch introdujo el término “cisgénero”, el cual respondía a la necesidad de nombrar a las personas que sí se identifican con dicha asignación.
(Re)Nombrar lo existente:
Según la RAE, el neologismo trans significa “a través de”, “al otro lado de”, “más allá”; en el movimiento queer se interpreta como “transitar” en el género, ir más allá de lo establecido. Cis, proveniente del latín, significa “del lado de acá” o “de aquí”.
De hecho, estos términos no solo se utilizan en el ámbito de diversidades de género, también son empleados en la química, por ejemplo, la cual usa cis para referirse a grupos orientados hacia una misma dirección y trans para hablar de los que están orientados hacia direcciones contrarias. Uno se utiliza para determinar que no es el otro.
Enunciar, denominar, nombrar lo que nos atraviesa como seres humanos. Tenemos la necesidad de reconocer la realidad diversa que habitamos y las diferentes formas que tenemos de vivirla, y al hablar de los sectores poblacionales LGBTIQ+, los términos se convierten en el medio de validar nuestra existencia, reconociéndonos como parte de la sociedad.
El término cisgénero cobra importancia porque hace visible lo que se da por sentado, distinguiendo la diferencia de ambas realidades y la dominancia de lo hegemónico a lo largo de la historia.
Cis-polémicas:
La controversia con el término ‘cisgénero’ se relaciona mucho a la normatividad que ha representado lo cis a nivel social y la falta de reconocimiento que se le da a las diversidades sexuales que no tienen una identidad trans.
Como plantea Butler en su libro El género en disputa, la performatividad del género también se manifiesta en la categorización de lo cis. Dicha performatividad corresponde a comportamientos y expresiones ritualizadas de los dos géneros, culturalmente establecidos, que construyen la identidad de género de cada individuo. Así, se plantea que la determinación cis esté relacionada también a factores aprendidos culturalmente que replican las ideas hegemónicas de lo que significa ser “hombre” o “mujer”.
La necesidad de tener etiquetas:
Uno de los conflictos más importantes que han enfrentado los sectores poblacionales LGBTIQ+ ha sido la falta de reconocimiento a nivel social, pues es gracias a esto que incluso hoy en día se siguen viendo brechas en temas de garantías de seguridad y accesibilidad a recursos y oportunidades de las personas queer.