Las historias de personas que hacen parte de la población LGBT han sido visibilizadas en el cine a lo largo de los años, dando la posibilidad de apertura a esta gran industria, brindando un espacio para empatizar y mover las fibras de cualquier espectador.
Los hombres (blancos) homosexuales fueron los primeros en protagonizar sus propias historias, y en ser utilizados como recursos cómicos secundarios en películas sobre heterosexuales.
Durante la última década se han rodado más películas LGBT que en los 110 años anteriores, y el cine camina hacia la integración plena al incluir personajes homosexuales en producciones de Hollywood sin que su condición sexual sea un conflicto, sino un aspecto de su vida tratado con naturalidad.
Tom Hanks, ‘Philadelphia’ (1993)
Una película que cambió el mundo. Y lo hizo, inevitablemente, poniéndose un condón ideológico: ‘Philadelphia’ sugiere que el abogado Andrew Beckett merece morir con dignidad no porque sea un ser humano, sino porque es un profesional impecable, un señor blanco de clase media que mantiene una relación estable y que ha hecho todo lo que se suponía que debía hacer para ser aceptado por el sistema.
Hilary Swank, ‘Boys don’t cry’ (1999)
La historia basada en hechos reales de Brandon Teena es una actualización en la América profunda del “prefiero morir de pie que vivir de rodillas”: él se niega a abandonar su pueblo, sencillamente, porque le gusta vivir en él. Esta obstinación y apego a la tierra es vista como una insolencia por parte de algunos vecinos, y Brandon paga caro su sentimiento de pertenencia a la comunidad.
Cate Blanchett, ‘Carol’ (2015)
Es un melodrama que hace justicia, con carácter retroactivo, a todas esas lesbianas cuya historia nunca fue contada por el Hollywood de los 50.
Christopher Plummer, ‘Beginners’ (2011)
Christopher Plummer, el mítico barón Von Trapp de ‘Sonrisas y lágrimas’, ganó un Oscar gracias a Hal Fields, un anciano que sale del armario en la última etapa de su vida. La sensibilidad de Plummer evocaba un aspecto intrínseco a una salida del armario, sea a la edad que sea: no estás pidiendo permiso ni aprobación, sencillamente estás informando.
Eddie Redmayne, ‘La chica danesa’ (2015)
La mayoría de los personajes transgénero del cine ya tienen asumida su condición cuando irrumpen en la película. Lili Elbe (Eddie Redmayne) se descubre a sí misma durante ‘La chica danesa’. Su lenguaje corporal, sus silencios y su ilusión ante la reasignación de género (la primera operación de la historia) apelaron a las emociones del público e ilustraron que, a pesar de que parezca un camino difícil, también era el único que Lili Elbe podía caminar con la cabeza alta.
Antonia San Juan, ‘Todo sobre mi madre’ (1999)
Pedro Almodóvar dio voz a las mujeres transgénero sin negar la amargura que en ocasiones implica su condición, pero convirtiéndola en humor e ingenuidad forzosa: antes que de alguien haga el chiste, ya lo hacen ellas.
Greg Kinnear, ‘Mejor imposible’ (1997)
El relato de Simon Bishop (interpretado por Greg Kinnear) en el que recordaba cómo su padre le echó de casa por ser gay expuso el trauma que millones de personas LGBT han vivido en su adolescencia, y lo hizo en una comedia para todos los públicos.
Joey Lauren Adams, ‘Persiguiendo a Amy’ (1997)
Alyssa (interpretada por Joey Lauren Adams) no le da más vueltas a su bisexualidad, son los hombres de su alrededor los que parecen obsesionados con ella. En concreto su novio, interpretado por Ben Affleck, que se siente el mujeriego definitivo al conseguir ligarse a una lesbiana, pero luego no soporta descubrir que él no es el primer hombre con el que Amy se ha acostado.
Robin Williams, ‘Una jaula de las locas’ (1995)
Esta comedia de enredo, basada en chistes verdes, estereotipos gays (sobre todo, ese que dice que en toda pareja gay hay uno que hace de hombre y otro que hace de mujer) y humor sobre el matrimonio, colocó a la mayor estrella familiar del planeta, Robin Williams, a interpretar a Armand Goldman. Un hombre que había criado a su hijo con ayuda de su pareja, Albert (Nathan Lane), cuando la madre renunció a todo contacto con él.
Sean Penn, ‘Mi nombre es Harvey Milk’ (2008)
El primer político abiertamente homosexual de Estados Unidos, Harvey Milk, ya era un referente cultural para la población LGBT desde su asesinato en 1978. Pero la película, que le dio su segundo Oscar a Sean Penn, sirvió para recordarle al mundo un aspecto importante de la lucha que brotó en el barrio de Castro (San Francisco) en los 70: que los derechos y las libertades que tenemos hoy existen gracias a un grupo de marginados sociales, adolescentes expulsados de sus hogares, transexuales y travestis que, a diferencia de los hombres y mujeres cuya apariencia y estilo de vida podían camuflarse en la sociedad, no tenían nada que perder y no podían ocultar o disimular lo que eran.
Sharon Stone, ‘Instinto básico’ (1992)
Han pasado 25 años y el mundo no se ha puesto de acuerdo sobre si ‘Instinto básico’ perpetra una explotación o una reivindicación de las mujeres bisexuales, pero lo que está claro es que a Catherine Tramell/Sharon Stone le daría absolutamente igual lo que pensemos: está genial y se lo pasa genial.
Adele Exarchopoulos, ‘La vida de Adele’ (2012)
En ningún momento de las tres horas que dura esta película el género de las dos integrantes de la pareja resulta relevante. Esta no es una historia sobre lesbianas, sino sobre el primer amor: traumático, desbocado, físico y maldito, de modo que cualquier ser humano puede identificarse con Adele y sus vivencias.
Jared Leto, ‘Dallas Buyers Club’ (2013)
El personaje de Rayon le dio el Oscar a Jared Leto y sirvió además para exponer una realidad que muchos hombres y mujeres heterosexuales no se plantean: que las personas transgénero ni pueden, ni quieren regresar al cuerpo en el que nacieron. Por eso cuando Rayon tiene que vestirse de hombre para pedirle dinero a su padre, no vemos a un hombre, sino a (un actor interpretando a) una mujer forzada a hacerse pasar por hombre.