En pocas ocasiones hemos visto una película donde lo improbable se vuelve probable, con una realidad que además nos transmite felicidad.

La Luciérnaga, la ópera prima de la colombiana Ana María Hermida consigue hacernos suspirar. Tras el cortometraje El elefante Rojo, decidió embarcarse en un proyecto más grande con esta película, y lo hizo de forma acertada, ya que se trata de una producción diferente, una historia de amor entre dos mujeres poco convencional con un final feliz.

Dos mujeres que, tras perder a la persona más importante de sus vidas, consiguen enamorarse la una de la otra, con la particularidad de que ese amor lo viven con normalidad a pesar de no haber sentido nunca antes algo así por otra mujer. De manera dulce y natural, la directora consigue transformar esa tragedia en algo bonito, la historia de Mariana (Olga Segura) y Lucía (Carolina Guerra), quienes juntas superan la muerte de Andrés, el prometido de Mariana y hermano de Lucía, al cual estaba muy unida. Poco a poco se convierten en el apoyo la una de la otra hasta llegar a enamorarse, en un entorno donde esto no es fácil, tanto por las ideas tradicionales de su familia, como por la importancia de la iglesia católica en la sociedad del país.

Curiosamente, la historia que nos cuenta Ana María Hermida en esta película surgió a raíz de una experiencia personal, ya que su propio hermano falleció en un accidente, lo que hizo que su vida cambiará por completo y encontró el apoyo necesario para superarlo en la novia de éste, lo que le unió a ella de manera muy fuerte. No se trata de una historia autobiográfica, pero sí la inspiró a crear la película, a contar una historia de amor sobre el amor, independientemente de géneros o etiquetas.

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