El género fluido no es una tendencia ni una moda, es una evolución humana que las culturas orientales han adoptado y aceptado de manera ejemplar.
Japón parece otro mundo para occidente, el oriental siempre es un misterio. Por mi parte, siempre me ha parecido una cultura interesante y más ahora que están “intentando ampliar el alcance de lo que alguien con una anatomía masculina puede vestir”, como lo anunció un reportaje del New York Times.
Hoy por hoy hablar de masculinidad y feminidad no es absolutamente radical, hay hombres afeminados y mujeres masculinas. En Japón han entendido muy bien ello y muchos hombres se han comenzado a autodenominar como “danshi sin género”, señalando que no hay una conexión entre su apariencia y su sexualidad, o incluso sus opiniones sobre los roles de género tradicionales. “Solo se trata de usar maquillaje y vestirte como quieras”, dijo Takuya Kitajima, de 18 años al New York Times.
Yasu Suzuki, de 22 años, quien organiza eventos para que otros “danshi sin género” conozcan a sus seguidores de las redes sociales, dijo que sus exploraciones en el campo de la moda han ampliado sus opiniones sobre la sexualidad.
He aquí un fenómeno interesante, la moda como instrumento para el “querer ser”. Socioculturalmente tiene esa propiedad, pero en la actualidad es vital porque el objeto vestimentario es cargado de simbologías que representan estilos de vida.
El vestirnos entonces es todo un arte, que refleja nuestro “querer ser”, aunque con su permeabilidad de la cotidianidad ha replanteado la percepción de su uso y lo ha trasladado al mismo “ser”.
Es muy interesante como la “moda asexuada”, a la que hace referencia el New York Times, se ha tomado Japón. “En la generación de jóvenes, los hombres envidian a las mujeres porque pueden expresarse a través de la moda”, dijo Junko Mitsuhashi, de 61 años, profesora de estudios de género en la Universidad Chuo y mujer transgénero para nytimes.com.
Se vale mezclar la ropa, porque dejar de lado el binarismo de género no es una moda; hoy en dia no nos representa y no hace parte de los patrones de estilos de vida. Se vale vestirnos y desvestirnos.