¿Es pecado ser gay?

Es una pregunta que me hice desde que era niño, “La Biblia dice que sí, por cientos de años lo ha declarado y esta no se debate”, me decían, o al menos así lo creía yo. Sin embargo, después de muchos años de intentos de “curación” o “liberación” de la homosexualidad, a través de todo tipo prácticas espirituales y terapias, empecé a cuestionar esta idea.




Para responder a la pregunta del título primero debemos cuestionar ciertas ideas en cuanto a las Sagradas Escrituras. La mayoría de los cristianos sostienen que fueron inspiradas por Dios, es decir creen que Él les decía, en la mente de sus autores, lo que debían escribir, pero ¿cómo explicamos que Lucas afirme, en el evangelio que lleva su nombre, que investigó e indagó los acontecimientos de la vida de Jesús, y nunca mencione que Dios fue quien lo inspiró?

Hay otros ejemplos, que demuestran como los libros de la Biblia fueron el resultado de indagación y tradiciones orales: las contradicciones de algunos relatos de los evangelios lo revelan. Por ejemplo, en una narración aparece un endemoniado Gadareno y en el otro aparecen dos. Si Dios los hubiera inspirado, como alegan los cristianos fundamentalistas, este error no surgiría.

Por otro lado, no olvidemos que la Biblia ha tenido varias traducciones y no tenemos la certeza si han sido certeras. Desafortunadamente todo lo que pasa por las manos del hombre tiende a corromperse y creo que las Sagradas Escrituras no son exentas de esto. Además, no olvidemos que los idiomas cambian, no podemos pretender que textos escritos hace dos mil años signifiquen lo mismo para nuestros días.

Hay dos escenarios posibles con respecto a la posición del texto sagrado en cuanto a la homosexualidad:

El primero: los traductores se equivocaron y se referían a otro tipo de conducta (por ejemplo: la pederastia, cuya prohibición curiosamente no aparece explícita).

El segundo: los escritores seguían las tradiciones patriarcales de la época que no solo reprobaban la homosexualidad sino también los derechos de las mujeres y favorecían prácticas censurables hoy, como la esclavitud.

Por tanto, si vamos a seguir creyendo que la homosexualidad es pecado, entonces fiel a esa interpretación deberíamos pensar lo mismo de las relaciones con una mujer menstruando, podríamos también quemar a una señorita que no llegue virgen al matrimonio o pedirle a una esposa que guarde silencio en la iglesia y solo haga preguntas en su casa, porque “lo dice la Palabra de Dios”.

Además, no olvidemos que Jesús ni sus apóstoles condenaron la homosexualidad, es el apóstol Pablo quien aparentemente lo hace. Es claro que en algunas de sus cartas contradice algunas enseñanzas de otros apóstoles (por ejemplo, las de Santiago). Por eso es vital leer la teología Paulina (y la Biblia en general) de una manera más crítica. La idea de su infalibilidad ha sido el combustible de los fanáticos religiosos para discriminar, marginar y condenar a otros.

Así que sin más rodeos podemos concluir que la homosexualidad no es pecado, primero porque es una condición que no elegimos y además el texto sagrado no es muy claro con el tema como muchos lo afirman. Mi invitación a los cristianos LGBTI es que abracen su orientación sexual con valentía y firmeza sin que ello implique abandonar su fe. A aquellos que siguen creyendo que las dos cosas son contradictorias les recuerdo que en el pasado a los negros también los marginaron y discriminaron y hoy su panorama ha cambiado notoriamente. No olvidemos que el amor y la justicia siempre triunfaran.




Una última reflexión: ¿Puede un negro dejar de serlo? Piense en Michael Jackson y en sus intentos de parecer blanco. ¿Puede un zurdo aprender a escribir con la mano derecha? aunque la respuesta es sí, no por eso deja de ser zurdo. Mi punto es: alguien puede decir que dejó de ser homosexual o aprender ciertos comportamientos heteronormativos, pero lo único que realmente logra es parecer heterosexual y reprimir sus deseos por otros hombres.

Querido lector: No pretendas parecer, lo auténtico es ser.