El lunes pasado Colombia entera se sorprendió al ver por televisión y redes sociales la amenaza que el “pastor” cartagenero Miguel Arrázola hizo contra un periodista quien sacó a la luz pública la malversación de fondos que él y su familia hacen en su iglesia. Además de estas palabras también se despachó en insultos contra un grupo de LGBT que protestó a las afueras de su auditorio.
La población LGBT no solo hemos tenido que soportar las mentiras que provienen de líderes religiosos, como la supuesta ideología de género en las cartillas del ministerio de educación y el acuerdo de paz más el referendo discriminatorio de Viviane Morales, sino que ahora tenemos que aguantar este tipo de improperios, pero no es la primera vez que estos pastorcillos mentirosos pelan el cobre y muestran lo que realmente son y piensan.
Hace unos meses el pastor Andrés Corson de la iglesia “El lugar de su presencia” en una de sus predicaciones nos comparó con enfermos de cáncer y además afirmó que nos gustaba ser creativos a la hora de tener sexo usando una pésima analogía de tuerca – tuerca y tornillo – tornillo contrariando así los designios del Creador, según indicó en su sermón (Justo es el mismo pastor que asegura haber sanado de la homosexualidad a Nerú). Tristemente, conozco muchos homosexuales que asisten a esta iglesia pese a su discurso de discriminación.
Pero esto no es el mayor de los males, lo que subyace aquí es una horda de impostores cuyo Dios es el dinero. No olvidemos los escándalos de pastores como Jorge Enrique Gómez Montealegre quién tiene procesos por estafa, y testaferrato, aparte de no asistir a las sesiones del congreso cuando fue senador. Recordemos a los pastores César y Claudia Castellanos quienes han sido investigados por enriquecimiento ilícito y ni hablar de Ricardo y María Patricia Rodríguez, los esposos Cañas, la “hermana” Piraquive, entre otros.
Pero lo más triste de todo no es lo que estos farsantes hacen, sino la cantidad de gente que los sigue, aplaude, defiende y apoya de todas las maneras posibles para que sigan enriqueciéndose a costa de su ingenuidad. Estos personajes no tendrían el éxito que han logrado si no fuera por culpa de sus ciegos seguidores.
Dios quiera que el Estado Colombiano muy pronto no solo se consolide como un país completamente laico, sino que también regule e intervenga a este tipo de iglesias para que no sigan cometiendo fechorías y dejando mal el nombre de los líderes religiosos que realmente tienen un genuino interés en servir a la sociedad.