Cositas que preocupan en torno al tema de la aprobación de la adopción igualitaria.
En torno al debate —que ya no es debate sino una realidad constitucional— que ha generado la adopción igualitaria, no puedo dejar de escribir estas reflexiones acerca de los argumentos ladinos de algunos que están en contra.
Para comenzar voy a pasar de largo a los que esgrimen sus falacias bíblicas siguiendo el consejo de Woody Allen: “No discutas con un ignorante, te hará bajar a su nivel y ahí te ganará por su experiencia”, y a mi juicio —y es de los buenos— no hay ignorancia mayor que la religión y sus manifestaciones. ¡No! No me valen sus Franciscos, ni sus madres Laura; no, ellos no son buenos por papas o monjas, si es que lo son, esa condición se deberá a otras circunstancias. Hasta ahí me rebajaré con los religiosos, y creo que he gastado letras de más, punto. Y me voy a concentrar en las ¿razones? que, repito, de forma LADINA exponen los que están en contra, como por ejemplo Viviane Morales que no es más que una sátrapa de lo que en realidad es ser liberal (al final dejo el post del video: Uno por una Señora Viviane).
Deberes y derechos
Su cadena de exabruptos comienza cuando afirma que “la adopción no es un derecho de los adultos sino un mecanismo de protección por parte del Estado y de la sociedad, quienes deben garantizarla”. Hago una pausa para preguntarle: ¿la comunidad LGBTI no hace parte del Estado y de la sociedad, y no está por ello sujeta —como todos— a los mismos deberes? Luego de modo efectista y ladino dice: “Restablecer el derecho que han perdido, un hogar conformado por un papá y una mamá”; la senadora podrá intentar enredar incautos al tratar de hacer creer, como verdad inamovible, su presunción de que TODO adoptable perdió a ambos padres, y que los niños vienen por defecto de hogares (¿felices?) conformados de la forma trinitaria y excluyente en la que se construye su versión de familia; pero eso, senadora, es de una inexactitud tan monumental que no es necesario ilustrar acá, ya que la Corte se encargó sabiamente de ello en la Sentencia T-070/15 ; y claro que los niños tienen derecho a un hogar, la declaración de sus derechos así lo consagra: “… siempre que sea posible, deberá crecer al amparo y bajo la responsabilidad de sus padres y, en todo caso, en un ambiente de afecto y de seguridad moral y material …” , pero, senadora, es bueno que comprenda que la moral a la que se hace referencia no es ni mucho menos “su” moral religiosa. Bate usted el record de falacias en una introducción de menos de un minuto cuando continúa intentando argumentar despectivamente que “no se trata de desconocer derechos de una minoría”, sino que “no es un derecho para nadie (homosexual o heterosexual) adoptar”. Claramente y, a su pesar, se verá obligada a concordar conmigo que “como integrantes de la sociedad cualquier minoría, incluida la LGBTI”, tiene el deber de amparar a los niños y niñas, no se puede negar deberes, ni derechos a discreción de una creencia, señora Morales.
Las negaciones
Continúa la Senadora diciendo que los niños y niñas adoptados por parejas del mismo sexo se ven expuestos a un listado de negaciones. La primera: conocer el “rol de ambos sexos”. De verdad, señora congresista, ¿usted cree que algo como el rol está definido en términos binaristas y simplistas? Usted ha demostrado carecer de conocimientos sobre los desarrollos acerca del género y las identidades humanas, de juicios como el suyo salen atropellos innombrables.
La segunda: “el libre desarrollo de la personalidad”. Vuelve usted a reflejar su capacidad para acomodarse. ¿Y es que “la imposición” de unos padres heterosexuales no hace lo mismo? ¿En dónde ubica usted esa limitación? De hecho, que exista el derecho al libre desarrollo de la personalidad ha permitido que muchos ciudadanos, entre ellos los LGBTI, puedan luchar de frente por ser reconocidos social, legal y culturalmente, sin avergonzarse ni tener que pedir permiso para ser quienes son. Cero y van dos patinadas suyas en este episodio de las negaciones senadora.
¿Los estudios?
Un periodista de una emisora de la que soy asiduo suele decir entre otras frases, la siguiente: “Para un estudio, otro estudio” —Dr. Casas, siempre me pinta una sonrisa en la cara con frases como esa, gracias—. No hemos llegado al minuto de video y sin citar fuentes, arrojando enunciados a medias tintas y como quien quiere dotar de fondo un argumento tramposo usando la frase “estudios realizados en el exterior”, la Senadora pasa a enunciar las condiciones que “sufren especialmente” los niños adoptados por parejas homoparentales: baja autoestima, estrés, inseguridad con respecto a su vida en pareja, etc. Hagamos una pausa para preguntarnos: ¿qué no son todos estos aspectos por los cuales cualquier adolescente puede pasar? Las preocupaciones de la senadora son las mismas de cualquier padre en un hogar, un profesor en la institución educativa y tema de consulta frecuente para los psicorientadores. ¿Cómo puede atribuírsele siquiera una incidencia más alta a los hijos adoptados por los LGBTI? Y, en todo caso, si ello sucediera, ¿no serán expresión de prácticas sociales negativas que se acentúan en posturas discriminatorias? Endilgarle esto a las familias diversas es tan injusto como culpar al que sufre un atraco por “haber dado papaya”. ¡Hágame el favor, señora Viviane!
Continuando, la cosa se pone ofensiva cuando enuncia “trastornos de la IDENTIDAD sexual”. ¿Existe eso, es posible algo como una identidad sexual trastornada? Y, si es así, le aseguro que no existe en el contexto peyorativo que lo nombra, sino en las condiciones subjetivas de un individuo que manifiesta una inconformidad entre su cuerpo biológico, su medio circundante, etc., y su identidad de género y emocionalidad, algo que yo prefiero llamar persona con sexualidad diversa. Menos mal usted sabe poco de identidad de género, senadora, porque si no pusiera esa palabra de por medio, estaría afirmando que los trastornos de la sexualidad como las parafilias y las psicopatías —como los violadores— son producto de crecer en familias diversas u homoparentales y eso sería absolutamente inapropiado, inaceptable y sobre todo falaz.
La cosa se pone interesante a partir de ahora en lo relacionado a los estudios. Los que avalan su postura retrógrada, senadora, están amparados por su respetabilidad de haber sido realizados en el exterior. Usted no menciona nada más, pero eso sí, aquellos que apoyan una visión contraria carecen, según usted, de cualquier característica que los haga científicamente valederos, esos de la APA (American Psychological Association) son unos don nadie frente a su demoledora exposición de falencias.
Ténganse, porque la senadora apoyada en sus estudios, aquellos que afirman “que quienes no tienen el rol de papá y mamá proporcionado por una pareja heterosexual” —o sea las familias que tienen madres solas, padres solos, abuelos que crían u otros tipos de familia, como las homoparentales— producen hijos que: SE GASTAN NUESTROS IMPUESTOS, pues requieren mayor ayuda estatal desde la infancia —ese dinero queda mejor invertido en la campaña política de la congresista sin duda—. Para colmo tienen menos trabajo. ¿Será que su afirmación estará respaldada por alguna cifra del DANE?
Y para continuar, las 3 joyas de la diadema de la piadosa senadora: uno, SON MÁS BRUTOS, estos niños perciben menores logros educativos; dos, tuvieron alguna forma de acoso o abuso sexual por parte de adultos o sus mismos padres; no importa que las estadísticas avalen cifras sobre abuso hacia niños y niñas por parte de un familiar, principalmente a niñas pero también a niños por parte mayoritariamente del padre, el tío, el hermano mayor o algún familiar cercano que se identifica a sí mismo como HETEROSEXUAL; y tres, son ocho veces más propensos a ser homosexuales; como si ser homosexual fuera malo en sí mismo, y como si virtualmente el casi 100% de quienes se definen diversos sexuales no hubieran nacido y crecido en una familia con molde heterosexual.
Apague y vámonos señora Viviane porque visto está, con o sin estudios de por medio, el problema —si es que lo hay— está en todo aquel modelo de familia que difiera del que defiende, que de por sí es cada vez más la excepción a la regla. Este país, según usted, “se nos va de culo” por causa de la falta de la sana familia heterosexual impoluta, dedicada a la piedad y a la cópula exclusivamente vaginal para la perpetuación de la especie.
El ataque a la Corte Constitucional y a la democracia representativa y pluralista
Lo que la senadora había expresado previamente podía calificarse de muchas formas: oprobioso, ignorante, preocupante, incluso hasta tragicómico. Sin embargo, acá es donde viene lo grave. Una congresista se lanza en ristre contra la Corte y los derechos fundamentales, y desconoce el uso, el cómo, el para qué y el porqué de los mecanismos de participación política tales como el referendo.
Según Viviane Morales, las sentencias entorno a la igualdad y la equidad de género —lo LGBTI es una cuestión de género—, así como del modelo de familia, responden a una conquista turca que lleva a cabo la Corte para “avanzar en su propósito de hacer de ésta una sociedad sin referente ético alguno”.
Para contrarrestar la decisión de la Corte, la senadora convoca a una cruzada del referendo, argumentando que éste es el instrumento ideal para que la voz de ella y de la mayoría se imponga por encima de la de los magistrados de la Corte. Y he aquí el peligro, porque aunque el referendo estaría mal utilizado y, por tanto, sería inconstitucional, la Senadora si sabe de leguleyadas y, sobre todo, conoce de la existencia de cantidades alarmantes de fanáticos, de personas que desde el desconocimiento juzgan bajo prejuicio y que, según ella, hacen parte del más del 85% de la población que no está de acuerdo con la adopción de parejas del mismo sexo. Su cruzada propone una recolección de firmas para que el pueblo vote para permitir “únicamente la adopción por parte de parejas conformadas por un hombre y una mujer”. Esto es tan grave como si le hubieran pedido a los habitantes de los estados del sur de Estados Unidos que votaran por la integración de Blancos y negros.
Nuestra constitución es considerada un modelo porque no permite que las mayorías ejerzan tiranía sobre las minorías de cualquier tipo. Les recuerdo que la voluntad del pueblo podrá ser la voluntad de dios, pero si es el de Viviane Morales, es un ser sangriento. La mayoría no siempre tiene la razón, la historia nos recuerda que Hitler subió al poder por voto democrático, ahí les dejo esa perla.
Por último recomendarle a la Senadora que se abstenga a decir la frase “nuestros niños” a menos, claro está, que haya adoptado o se encuentre en el proceso, junto con Carlos Alonso. No sea hipócrita, oportunista política, populista y promotora del odio.
Acá les dejamos el video: