Recuerdo que en una etapa de mi adolescencia, sentía una repulsión casi insana por todo tipo de fluido corporal. Ver a la gente sudar me revolvía el estómago, descubrir a alguien pasando un pañuelo por su nariz me hacía palidecer, ni que decir de presenciar un par de lenguas rozándose; el asco que sentía no tenía medida alguna de cuantificación. Ahora me resulta muy curioso que en plena edad de efervescencia hormonal, en donde este tipo de fluidos suelen ser el pan de cada día, esa fobia tan irracional se haya hecho presente. Siempre he sido un tipo raro.

Pero bueno, como hasta las mejores cosas tienen un final, luego de muchos papelitos danzando de un lado a otro del salón, de sonrisas etéreas que se adueñaron de mis neuronas, y de varias chocolatinas con destinataria definida que culminaban en un delicado pero apasionado abrazo, mis murallas se fueron quebrando y mi lado romántico (mi verdadero yo, aunque en ocasiones me haga el fuerte) dijo presente.

Un día, luego de servicio social, decidí acompañar a casa a quien en su momento consideraba era mi alma gemela (cuán ciego puede llegar a ser el amor). Mientras la novela de las 5 de la tarde hipnotizaba al portero, mis piernas se hicieron gelatina y mis manos empezaron a derretirse; un tomate rojo lucía pálido a mi lado. Nuestros dedos se entrelazaron y como si de un truco de Houdini se tratara, todas mis prevenciones, miedos y demás desaparecieron en el momento en que su boca rozó la mía y el paraíso se hizo pequeño para todo lo que estaba experimentando ahí de pie.

Foto: meowreaders.blogspot.com
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Tal como dice el invitado del día de hoy: “Un beso no tiene el poder de matarte, pero si el de devolverte la vida”

Además de experiencias inolvidables, un dolor de espalda tremendo y muchas personas especiales para el camino, la Feria del Libro de Buenos Aires 2016 dejó nuevos habitantes en mis estanterías y algunos cuantos pesos menos en la cuenta bancaria. Uno de ellos es del que vengo a hablarles en esta oportunidad. “Dos chicos besándose” de David Levithan, el cual está disponible en Colombia gracias a la gente de Ediciones Urano.

Aquí nos encontramos con la historia de Harry y Craig, un par de adolescentes que quieren romper el record mundial del beso más largo del mundo, que actualmente está sobre las 32 horas. Pero contrario a lo que la mayoría busca al querer romper este tipo de marcas, la intención de estos dos va más allá de que sus nombres aparezcan en una lista y de la divulgación mediática que ello pueda generarles…

En mi búsqueda de libros de temática LGBT, me encontré con una portada azul chillona, una tipografía poética enfrentada que construye dos rostros diferentes pero equiparables, y un tono fucsia contrastante que rompía con la sobriedad informal que se me había presentado. De inmediato algo hizo click en mi cabeza y como si se tratase de un impulso, mi mano izquierda lo agarró y la derecha entregó la tarjeta de crédito. Una cubierta preciosa y demasiado llamativa es el primer gran acierto de la versión en español de esta obra.

Empezando el mes de julio decidí pasar de la fachada y ver lo que me encontraba en las hojas y vaya buena experiencia he tenido. “Dos chicos besándose” es un tejido de historias contadas por jóvenes que viven, sienten y aman como cualquier otro, solo que para algunos su manera de vivir, sentir y amar no es normal.

Foto: wamc.org
Foto: wamc.org

David Levithan nos entrega una narrativa amena y sencilla, en donde las voces de los diferentes interlocutores que va teniendo este libro se entretejen agradablemente en un coro que se disfruta y que suena bastante bien.

No importa si el clóset aún está presente, si fue abandonado hace mucho rato, si lleva un trozo de tela estrujándole el pecho, si quiere ser mil personas en una misma o si tiene miedo de enamorarse; cada una de las voces con que nos encontramos en esta obra tiene algo que contarnos, unos conflictos por mostrarnos, algunos lecciones para enseñarnos y muchas otras por aprender.

Esta suma de vidas y visiones de la realidad es sin duda alguna el punto más interesante dentro de la construcción del libro, y si al mismo le sumamos la destacable labor con los personajes, con la cual confluyen y se conectan de manera exquisita, nos encontramos ante una bomba tiempo lista para explotar y darnos una experiencia de lectura increíble y, repito, muy amena. La decisión de Harry y Craig por derrotar sus miedos y hacer algo que marque un precedente, el amor disparejo y enternecedor de Neil y Peter (el detalle que ocurre entre estos dos en una librería es para dar a gritos un sí ante el altar sin pensarlo dos veces), el viaje de descubrimiento personal de Ryan y Avery, o la magnífica travesía por un camino de perdición y de conflictos tan cotidianos como lamentables que nos ofrece Tariq, mi personaje favorito. En serio, vale la pena leerlo.

Si bien las relaciones entre parejas del mismo sexo son el común denominador de este libro, el centro de la acción es un sentimiento universal y al que todos somos susceptibles así queramos negarlo: el amor. El hablar de respeto, de aceptación, de inclusión, de cariño, de amistad, de odio, de discriminación, de segregación, y de los demás tópicos que se tratan en “Dos chicos besándose”, desemboca en una oda casi quimérica, pero afortunadamente digerible, en donde el amor está en el centro del escenario con los reflectores apuntando hacia él. El estilo poético empleado por Levithan para dar vida a esta obra es algo sumamente agradable y que ofrece un aura totalmente reconfortante para esta sencilla y ejemplar novela.

Foto: libletter.blogspot.com.co
Foto: libletter.blogspot.com.co

Pero cuando digo que aquí se habla de amor, no solo me refiero al amor de pareja que usualmente termina en una cama, sino al amor que profesamos hacia nuestros amigos, padres, hermanos, y al universo mismo; el amor que construye un mundo y una sociedad mejor en donde todos tengamos lugar para ser felices. Un amor que encierra cientos de valores, sensaciones y emociones que son necesarias para hacernos más sana la vida y para forjar un lugar más apto no solo para futuras generaciones, sino para nosotros mismos.

Y para cerrar esta reseña, era indispensable hablar de dos cosas que me gustaron mucho y que hicieron terriblemente entretenida la lectura. La primera, es la cantidad de citas inolvidables que me quedan para la vida; y la segunda, los narradores centrales de la historia, a los cuáles no he mencionado hasta ahora y a quienes debo una disculpa eterna por ello, que espero acepten desde el lugar en el que estén; les debemos mucho. Vaya excelente manera de dar un aire distinto a una historia tan simple y compleja a la vez. Cuando lo lean, comprenderán de qué les estoy hablando y el valor que cobran en todo.

“Dos chicos besándose” es una pintura llena de tramas y de contrastes. Un viaje por lo doloroso de ser diferente y por lo esperanzador de decidirse a hacer algo para cambiar las cosas. Una ruta llena de experiencias, de enseñanzas y de frases indelebles y necesarias. Una muestra más de lo valioso de la sencillez. Un libro universal que te ayudará en la dura, pero gratificante tarea de decidir ser feliz. Una de mis mejores lecturas del 2016.

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