Frente al abandono del Estado y el incremento de las brechas sociales, los sectores sociales LGBTI+ y el mercado rosa, tienen el reto de asumirse como colectivo y plantear soluciones a las dificultades que surgen a causa del COVID-19.

En medio de las dificultades sociales y económicas que viven los colombianos por el COVID-19, los sectores poblacionales minorizados y vulnerables, como lo es la población LGBTI+, sienten con mayor fuerza los efectos de la pandemia, no solo por el claro desinterés del Gobierno Nacional para plantear soluciones a sus necesidades, sino también por características de salud pública, demográficas y económicas que dificultan, aún más, la posibilidad de contar con los recursos mínimos para su sustento, durante la crisis.

De acuerdo con información recopilada por organizaciones como Colombia Diversa y Caribe Afirmativo, las medidas de aislamiento decretadas por los gobiernos nacional y locales, para contener la expansión del COVID-19, agudizan los casos de discriminación y violencia hacia las personas sexualmente diversas, comprometen el acceso al sistema de salud, exacerba los casos de violencia intrafamiliar y, finalmente, pone en riesgo la salud mental de las personas LGBTI+ que se sienten acosadas por sus familias dentro del confinamiento.

Y si el panorama de salud y social es desesperanzador, la economía, esa que llaman Rosa, atraviesa por un momento complejo, especialmente, porque la mayoría de establecimientos y marcas hacen parte de esos sectores de la producción que han llevado la peor parte a causa de las medidas de aislamiento.

Consultadas las dos organizaciones que agremian a las empresas y comerciantes LGBTI en Colombia, la Cámara de Comerciantes LGBT de Colombia –CCLGBTCO– y la Asociación de Comerciantes y Empresarios LGBTI de Colombia –ASOCOE, quienes agremian a más de 150 empresas del país, coinciden en que la actual crisis requiere que los establecimientos LGBTI se reinventen y optimicen el uso de la tecnología, sin embargo “para innovar y reinventarse se necesita CAPITAL” afirma Felipe Cárdenas, Presidente Ejecutivo de la CCLGBTCO.

Por ello, los esfuerzos de ambas organizaciones se han dirigido a mantener comunicación permanente con el Gobierno Nacional, las administraciones locales y el sector privado, especialmente con los bancos, pero no se ha tenido respuesta alguna. Por el contrario, cada vez se cierra más la puerta para los empresarios del sector.

“Nos declaramos discriminados por los bancos, los cuales están prestando a unas tasas muy altas con dineros que el 80% son del estado, lo que vemos es que, los bancos no se ponen la mano en el corazón y no les interesa ayudar a salvar la economía; al contrario quieren sacar tajada de esta desafortunada situación de pandemia”, comenta Rubén Gómez, presidente de ASOCOE

De acuerdo con cifras suministradas por la CCLGBTCO, el mercado rosa en Colombia está representado por más de 700 establecimientos comerciales y una derrama económica que supera los 34 billones de pesos, especialmente en sectores de la economía como el turismo, la moda, el entretenimiento y el cuidado personal, sectores que fueron los primeros en cerrar y los cuales, seguramente, estarán en los últimos puestos de las lista de prioridades para la reactivación económica.

Desde aquel 24 de marzo, fecha en la que se decretó el aislamiento preventivo, ya ha pasado más de un mes sin que se obtenga una respuesta del Gobierno para darle la mano a los empresarios LGBTI+. Esto ha llevado a que junto con ASOBARES, a través de una campaña viral en redes sociales, todo el sector del entretenimiento se declare en emergencia y amenace con cerrar cerca de 50.000 establecimientos llevando a la calle a más de 250.000 empleados, de los cuales 6.000 hacen parte del mercado LGBTI.

Frente a este panorama, es claro que esta crisis ha golpeado con fuerza a todos los sectores sociales y económicos del país y que no va a ser posible que el Gobierno Nacional, aún cuando existiera la voluntad política, de respuesta a las necesidades de toda la población. Esto requiere, más que reinventarse, comprender que, hoy más que nunca, los sectores sociales LGBTI junto con el mercado rosa, deben pensarse en colectivo y ejercer así una mayor presión para garantizar el derecho al trabajo y continuar siendo un pilar de desarrollo y empoderamiento económico de las más de 3.3 millones de personas diversas que habitan en Colombia.

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