La ilusión del cuerpo perfecto en el mundo de la moda se ha logrado transformar para derrumbar estándares idealizados, para generar mayor inclusión y realidad.


Año tras años, las semanas de la moda en todo el mundo se convierten en espacios de representación de cuerpos idealizados y normalizados bajo ciertos estándares de belleza comercial; aquello que socialmente se ha concebido como lo “correcto” y lo “deseado”.

En este sentido, estas convenciones sociales son un reflejo de la cultura popular, pues como afirman los antropólogos Daniel Vidart y Anabella Loy en su libro ‘Cuerpo vestido, cuerpo desvestido’:

el cuerpo humano es la base sobre la cual la cultura despliega sus significados, asignándole una forma y un peso ideal, decorando la piel, agregándole ropajes y adornos, deformando ciertas zonas, comprimiendo ciertas zonas, y agrandando artificialmente otras”.

Sin embargo, estándares de belleza se han venido derrumbando, entre las grietas de dicho sistema se están abriendo espacios de representación para cuerpos disidentes y reales que no conversan necesariamente con el cuerpo del top model. Es alarmante, inclusive, que el canon de belleza de los 60-90-60 podría representar un cuerpo deforme, sin armonía y con grandes problemas anatómicos.

De ahí qué, movimientos como Body Positive, que busca la reivindicación de los cuerpos reales, el no encasillamiento en un número o talla y el amor propio sin importar el cuerpo que se tenga, hicieron intervención en una de las ciudades más icónicas del mundo de la moda, Paris, ante uno de los más icónicos símbolos de la alta costura, la Torre Eiffel.

Allí, mujeres reales, de tallas grandes y petit, mujeres blancas, afro, desfilaron a modo de protesta, exigiendo una mayor inclusión de cuerpos en la industria de la moda, celebrando la diversidad de cuerpos.

Ya veíamos una crisis en la representación de marcas como Victoria’s Secret y sus “ángeles” que seguían un estándar idealizado e incluso utópico para muchas mujeres. En respuesta a esto, el fashion show de Savage x Fenty de Rihanna, quién escuchando la necesidad de mostrar personas reales y explorando un amplio abanico de la diversidad de los cuerpos, llevó a cabo a principios de octubre su segunda versión.

Toda una oda a la diversidad, la deconstrucción de las categorías de género, sexo, masculino-femenino y la resignificación de las cuerpas disidentes que se construyen por fuera de los estándares.

El único mensaje era la aceptación de la sensualidad presente en todos los cuerpos sin importar su talla, color u origen. La mezcla entre música, escenografía y un grupo de modelos que permitían un viaje por lo que significa reconocer la humanidad y potenciar la individualidad desde el empoderamiento. Top models, personalidades y actrices como Laverne Cox, Bella Hadid, Cara Delevingne, Willow SmithParis Hilton, drag queens como Gigi Goode y Shea Coulee, cantantes como Lizzo y Rosalía.

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Foto: Kevin Mazur / Getty Images

Cuerpos masculinizados con prendas femeninas y tacones. Cuepos grandes en lencería, todo un homenaje al placer de disfrutar el cuerpo propio sin importar los estereotipos.

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(FOTO: Dennis Leupold / AP)
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Las modelos Alva Claire, Jill Kortleve y Precious Lee en el Versace SS21. FOTO: Cortesía Versace.

Otra gran casa de moda que dio un paso a la democratización de la moda generando espacios de representación para “tallas grandes” fue Versace en su último desfile en la Semana de la Moda de Milán SS21 Versacepolis. En un escenario que representaba la sensualidad del mar, el despliegue de color distintivo de la casa de moda y la puesta en escena de las ruinas de la Atlántida. Aunque es un pequeño avance, da paso a grandes transformaciones en los imaginarios sobre lo que es el cuerpo bello y que puede usar moda.

La democratización de la moda es una deuda de dicha industria para la sociedad, la inclusión de cuerpos de carne y hueso que se desenvuelven en la cotidianidad. La moda va más allá de su valor estético y la construcción de las prendas, es todo un lenguaje no verbal, una estructura simbólica que deja en evidencia un sistema de opresión al cuerpo, una forma de clasificación. Pero dicha estructura se ha venido desmoronando ante la constante transformación y reivindicación de las múltiples posibilidades de ser cuerpo y el entender la moda como expresión de la cultura y transmisor de un mensaje desde la individualidad al resto de la sociedad.

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