Este es un tema que nos queda a todos, pero yo si veo que las nuevas generaciones son más relajadas. Por lo mismo, sin generalizar, me refiero a los TONES (30-tones, 40-tones, 50-tones…) Pero sobre todo, a los que andamos por el cuarto piso… (40’s).

Creo que muchos crecimos en una época en la que todavía proliferaban ideas absurdas, caducas, negativas y limitantes que, si bien hoy en día siguen existiendo, por lo menos ya se cuestionan y por lo mismo, pueden cambiarse. Tan sencillo como darnos cuenta que somos el resultado de nuestra forma de pensar y sentir, de esa que nos instalaron desde niños, de esas cosas que nuestra mamá nos gritaba cada que estaba enojada (con la chancla levantada y los tubos en la cabeza) o que nuestro papá nos repetía constantemente como resultado de su experiencia personal, resultado también de la jodida educación que sus papás le dieron. Pero bueno, no se trata de culpar a nadie ni de crear rencores, sino de borrar toda la mierda que traemos en la cabeza.

Seguido hablamos con nuestros amigos sobre el tema de los gritos y regaños que recibíamos de los papás y nos reímos demasiado, pero se nos olvida que en realidad, no tiene nada de chistoso porque todo aquello es lo que nos instala en el drama, la tragedia, el llanto y la telenovela diaria de nuestra vida.

Pero bueno, dejemos de darle vueltas al tema y empecemos a rascarle a lo que de verdad nos incomoda, nos duele y por lo mismo, evitamos pensar en ello, aunque siempre reaccionamos a partir de ello.

Aquí algunas ideas con las que yo crecí y algunos comentarios que me lastimaron en su momento y quizás hasta el día de hoy, por lo mismo, me siguen jodiendo la existencia. ¡Acabemos con ellas de una buena vez!

Mi papá vivía repitiéndome esto:

¡Levántate ya! ¡No seas huevón! Ya son las 8 de la mañana, se productivo (Y esto en fin de semana).
Carajo, gracias a ese bonito concepto, hoy me cuesta trabajo levantarme tarde los fines de semana, por más cansado que me sienta. Y peor aún, me siento muy mal cuando lo hago.

Muchos hemos luchado por conservar nuestra libertad, por ser dueños de nuestro tiempo, por no cumplir con un horario godín. Los godines nos envidian por eso y piensan que nosotros disfrutamos todos los privilegios que podemos darnos al no tener que cumplir con un horario específico. Pero no. Habemos muchos que, aún cuando luchamos por eso, lejos de disfrutarlo, lo padecemos. Nos estresamos solitos, nos flagelamos solitos, no necesitamos un jefe que lo haga, inconscientemente nos repetimos la frase mágica del recuerdo: “huevón, levántate que ya son las 8 am y debes joderte el lomo desde temprano para ser productivo y para poder tener dinero”.
El subtexto es: debes de sufrir para poder conseguir las cosas que quieres. ¡FALSO!

Esa estúpida idea nos puede hacer levantarnos de la cama ya con el pie izquierdo, porque entonces la cabeza nos dice: como ya te levantaste tarde, ya no vas a conseguir nada de lo que quieres y por lo mismo, no recibirás dinero.
¡Es terrible la programación que muchos tenemos!

La maravillosa realidad y lo que debería yo de pensar es:

Qué agradecido me siento de poderme levantar un poquito tarde, amanecer descansado y por lo mismo de mejor humor para hacer mis cosas. Hacerlo tranquilo y de buenas me abre las puertas que necesito, eso me pone siempre en el lugar correcto a la hora correcta. Hago lo que me gusta y me pagan por ello. ¡Qué maravilla!

Y es que cada uno funcionamos de manera distinta. Hay gente que es más creativa y productiva durante el día y gente que lo somos durante la noche. Por lo mismo, simplemente debemos construirnos una vida a nuestra medida y en base a lo que nosotros nos funciona.
Por ejemplo, ¿creen que puede y debe funcionar igual en la vida un físico-matemático que un cantante y escritor? Tan solo pensarlo es absurdo. Otro día platicamos de cómo el sistema educativo actual mutila la personalidad y los talentos de los niños.

Continúo…
Un día llegué yo de la escuela a la casa, iba en segundo de primaria y tenía una noviecita (claro, seguía yo confundido). Entonces le dije a mi mamá: tengo una novia y se llama Gaby.
Mi mamá me dijo: ¿cómo crees? ¿apoco tú tienes novia? Tú no puedes ser novio de esa niña.
Mi papá me dijo: “Deja de pensar en estupideces, piensa en tener novia el día que tengas con qué mantenerla”.

¿Será que tuvo que ver eso en que yo no tenga una novia hasta el día de hoy a mis 42? Pero bueno, afortunadamente tengo novio, dos perros y una gata.

Lo que mis papás me dijeron en este tiempo a mi me dolió mucho. Yo se que mi mamá me lo dijo porque a ella le parecía que yo estaba gordo y por lo mismo, feo.
Mi papá me lo dijo porque estaba muy amargado y yo era como el recipiente de todo su enojo personal.

Más adelante, ya grande, gay, salido del closet y viviendo en Miami, le enseñé a mi mamá la foto del tipo con el que estaba saliendo, ¡era espectacularmente guapo! Y ella me dijo una vez más: “¿Cómo crees que tú andas con él? ¡Él es guapísimo!

También recuerdo que de niño, una tía me decía: Pues tus primas son mucho más bonitas como niñas que tú como niño”.

También me decían que una prima cantaba más bonito y era más talentosa que yo. ( Y no era cierto. Ja, ja, ja).

Corte a…..
Ahora entiendo por qué soy una persona tan insegura aunque en ocasiones aparento todo lo contrario. Quizás eso tenga que ver en que yo sea tan vanidoso. Quizás todo esto tenga que ver en que me recrimine tantas cosas a mi mismo, en que constantemente tenga que estar trabajando mis miedos e inseguridades. Quizás por esto me ha costado tanto trabajo conseguir lo que realmente quiero en la vida.

Comparto todo esto porque hasta que cada uno hagamos conscientes las cosas que nos duelen, las ideas que nos inculcaron de niños, las trabajemos, las borremos y nos programemos positivamente, hasta entonces nuestra vida podrá cambiar para bien.

Empecemos a sanarnos y a cambiar nuestra vida desde la raíz.

Los TONES estamos en nuestro segundo aire y estamos de moda.

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