El escenario se ilumina mientras ‘Under Pressure’ invade el espacio con sus acordes, Camilo con su impetuosa presencia se adueña de nuestra atención acompañado de un look que rememora el concierto de Wembley Stadium, junto a unos movimientos al bailar tan provocadores como su majestuosa voz.

Es real, creemos que conocemos mucho de Freddie Mercury, toda una leyenda musical, ícono del rock, la cultura pop y el movimiento gay, pero ¿qué tanto conocemos de Camilo Colmenares? Un artista colombiano que adoptando la historia de Mercury descubrió el camino para que el público sintiera y viviera la suya como propia y cercana.

Abiertamente homosexual, hijo de un abogado, contador y pastor evangélico regido por una estricta moral religiosa y una maestra, ex monja que se retira de su vocación como un acto de rebeldía contra una madre superiora que la acosaba sexualmente, Camilo luego de un largo camino de descubrimiento espiritual, personal, profesional y artístico al que lo lleva la vida misma, encuentra que su historia necesita ser escuchada como un acto de empatía con aquellos que nunca fueron visibilizados.

“Hay dos formas de mirar donde nací, la más básica en la que soy la víctima y la más elevada, en la que reconozco por qué escogí esta familia”

Con varios años de contar su propia historia a través de las líricas de Queen y las vivencias de la leyenda del rock a través de “Yo No Me Llamo Freddie Mercury”, está próximo a lanzar un disco propio acompañado de una nueva obra, “Yo Sí Me Llamo Camilo”, la herramienta perfecta para darle rostro a la diversidad a su manera, a través de su talento, una catarsis constante.

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Como él lo define, todo el “problema” empezó cuando entró a segundo de primaria, en un colegio evangélico, luego de salir de una institución laica, lo cual ahora en perspectiva le permite hacer un contraste de realidades. Enfrentarse a corta edad a una formación que castra las libertades, le hizo entrar en una frenética dicotomía entre el querer ser bueno y amado, pero entenderse frente a sus creencias como un ser malo, incluso un sujeto endemoniado.

“No entendía por qué estaba vivo… Each morning I get up, I die a Little… ‘Somebody To Love’, esa canción soy yo toda mi adolescencia porque quiero que alguien me quiera pero siento que está mal, entonces estaba condenado”, nos comenta mientras estamos sentados conversando desde el lugar que ama pero también lo hace vulnerable, el escenario, esta vez sin luces, efectos, ni maquillajes, simplemente humano.

Siempre supo que quienes le gustaban eran los hombres, pero estaba enfrentándose a una educación castradora desde la primaria y todo su bachillerato, exponiéndose a episodios momentáneos de tristeza inconmesurada con momentos de gran agresividad.

“Efectivamente dentro de lo que he descubierto, llegué al mundo buscando un papá pastor y una mamá monja para encontrar la esencia de mi propia espiritualidad en el valle seco de la espiritualidad muerta de esta sociedad, yo debía florecer ahí”

Cada fase de su vida la ambienta con una canción de Queen como la banda sonora de su exploración personal, Freddie logra apoderarse de su cuerpo para jugar con el público, la música, la ambientación y cada letra de su diálogo. Camilo logra narrar la discriminación, el miedo a ser libre, los traumas de la niñez, los peligros de una educación enceguecida por la religión y la superación entre anécdotas de cada uno de nosotros, como una tierna cachetada para sus espectadores. Sitúa las orientaciones sexuales e identidades de género diversas sobre la mesa, dejando claro que no se elige ser, simplemente se es.

“Mi infancia de cierta manera era trágica pero igual se me escapaba la risa en la rebeldía, cuando uno crece escuchando que uno está equivocado, mirarse al espejo es muy difícil”.

Aquel artista que se desinhibe frente al público y mira frente a frente para tocarle el corazón, no siempre fue tan imponente y certero. Tras bambalinas seguimos conversando, cuando en mi cabeza aún recuerdo la libertad que lo invade para darle vida a la leyenda del rock.

“Yo no era así, era una sombra débil, empecé a ser yo cuando alguien en una clase de canto me dijo, ‘cante como si estuviera de mal genio’ en un saloncito de canto pequeño, ahí mi voz empezó a sonar por toda la universidad porque fueron 20 años de represión que se soltaron por la cantada, ahí empecé a descubrirme, yo pensé que era una sombra sin forma”

Camilo Colmenares

A los 19 años, decide salir del armario frente a su familia, decisión que toma debido a que se enamora de un pianista, una relación que dura dos años. Sin embargo, al tiempo que decide hacer frente a sus padres, padece de un tumor lo cual lo lleva a ser operado, probablemente resultado de la compleja situación.

Cuando creía que su destino profesional era ser médico, luego de haber logrado pasar a medicina en la Nacional como uno de los mejores, la vida le dio un vuelco a su existencia y lo condujo “accidentalmente” al arte contra todo pronóstico, una experiencia que lo conectó con sus habilidades hasta el momento exploradas sólo por unas clases de piano en su niñez. Prueba tras prueba a la que se fue enfrentando en la academia le demostraba a él y su familia que este campo era el suyo.

“Cuando me vi inmerso en el universo de la música evidencié que mi mundo era muy pequeño, entonces empecé a estudiar música clásica, hasta ahí todo mi bachillerato se perdió, nada de lo que me habían enseñado en el colegio servía porque los versículos bíblicos no sirven en el mundo real”

Con una obra que sorprende entre el rock y la ópera tan icónicos de Queen con diálogos directos contra los prejuicios, Camilo concibe su monólogo en “Yo No Me Llamo Freddie Mercury” como una onda energética de amor y conciencia donde no sólo habla de él frente a su público, entre los que usualmente se encuentran desde personas adultas y jóvenes hasta niños y niñas de incluso 12 o 13 años, también expone con canciones como “I Want To Break Free”, las realidades de las personas trans, el bajo índice de vida que tienen en Colombia, los procesos de hormonización y sus contraindicaciones; deja en evidencia la alta tasa de suicidio adolescente en personas LGBTIQ y su relación con el matoneo en las escuelas con “Somebody to Love” y “Love Of My Life”, pero sobre todo una reflexión de amor y comprensión en pro de la inclusión para jamás permitir que nadie nos diga que no podemos lograr lo que soñamos con “Bohemian Rhapsody”. Cada momento acompañado de un look diferente, de sonrisas, lágrimas y carcajadas.

Inmerso en el mundo de la música y sus estudios, descubre que su voz tiene un poder especial abriéndole las puertas en un comienzo para “hacer que la gente me escuche y callar a quienes alguna vez me hirieron”. Sin embargo, como el ser sensorial y espiritual que es, logra percibir que tal vez esa no sea la vía.

“Lo malo de cantar con rabia es que eso no germina, yo me di cuenta que diseñé en mí que si hago las cosas con rabia me jodo, si lo hago para curar empiezo a florecer, lo aprendí con mi mapa astrológico”

Había logrado salir adelante en su vida y con sus sueños, entendiendo gracias a los estudios psicológicos de Carl Jung y el desarrollo de las constelaciones familiares, que no valía la pena llevar una lucha con sus padres o la sociedad, por el contrario debía entender el niño interior propio y el de sus progenitores, para desencadenar las cargas de cada quien y catapultarse a sí mismo en la sociedad. Sin embargo, le quedaba algo por sanar como alguna vez se lo mencionaron diferentes guías espirituales, ‘tienes tendencia a tener un maestro en tu cuerpo, pilas’, pero tal vez en ese entonces como él lo reconoce, no era el momento de entenderlo.

Luego de graduarse de músico, entró a una segunda carrera de canto. Había llegado el momento de encontrarse frente a frente energéticamente con Mercury.

“Estaba con un amiga cantando La Bohemia de Puccini, ella era una gran fan de Freddie, yo la veía como mi Maria Cala, me lo enseñó y me dijo ‘cántese esto’ pero no pude, fue muy difícil… Esa primera canción fue ‘Show Must Go On’, pero esos agudos no me daban, no entendía por qué, así que sentí que tenía que hacer cosas diferentes”

Hasta ese momento ya venía haciendo recitales en cámara, así que frente a este desafío llamado Freddie Mercury, montó mini óperas con 11 canciones en formato piano y voz con ópera y rock… Pero como cuando las cosas pasan por algo, entre canción y canción le fueron fluyendo momentos de texto hablado, aunque su intención no era entretener, sólo cantar. No obstante hay oportunidades que no se pueden desaprovechar, sobre todo cuando descubres un don en ti, así que en ese momento Camilo empezó a estudiar teatro musical, actuación y danza contemporánea desde la metodología de “artes vivas”. Así es como nace “Yo No Me Llamo Freddie Mercury”, junto a un momento de quiebre en su vida.

“Cuando a mí me diagnostican de VIH le cuento a mis papás y estoy en tal grado de vulnerabilidad, con una humanidad tan frágil, que mi papá dice ‘yo me presentía esto, pero a usted no le sirve llorar porque eso le baja las defensas, entonces compóngase’”

En el 2013 Camilo fue diagnosticado con VIH, un tema que en sus palabras logró conectarlo más con su humanidad, su espiritualidad y talento. Ese mismo año comienza a realizar “Yo No Me Llamo Freddie Mercury”, ser una persona seropositiva le dio un pequeño empujón para convertir sus interpretaciones de Queen en una plataforma para tocar la conciencia de la sociedad, no sólo sobre diversidad sexual y de género, también para abrir una reflexión en torno al VIH.

No es un secreto que la muerte de Freddie en el ‘91, se genera por una bronconeumonía complicada por SIDA. Un tema que la película Bohemian Rhapsody toca muy vagamente… Y que Camilo Colmenares decidió que no fuera su caso sobre el escenario.

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Luego de ingeniosos juegos de luces y todavía luciendo la icónica corona y capa roja de Queen, para Camilo ha llegado el momento de interpretar “These Are The Days Of Our Lives”, pintando ante los ojos de su público la apariencia y vivencias de Freddie en el que fue su último video. Justo en ese momento tan sublime y conmovedor, la historia deja de ser sobre la leyenda del rock para ser la de nuestro protagonista, sintiéndose para algunos como un baldado de agua fría y para otros un abrazo de esperanza, su diagnóstico es público desmitificando imaginarios, sí, aquel hombre sobre el escenario le estaba diciendo a personas de diferentes edades y conocimientos que ser una persona que vive con VIH ya no es una condena de muerte, pero sí una cruz por culpa de la doble moral de esta sociedad que juzga desde la ignorancia.

“Cuando yo empecé a cantar a Freddie para imitarlo, pensaba que iba a ser un artista del mundo del pop sin necesariamente tener un mensaje qué decir pero empezaba y me dolía mucho la garganta. En el momento que digo que soy paciente VIH y que lo que estoy haciendo es para dignificarlo a él, se va el dolor de garganta y entiendo que puedo convocarlo energéticamente… No iba a ser un imitador, el man me está habilitando cosas porque empecé a sentirlo un montón, pero sé que si no hubiera tenido el diagnóstico no habría sido igual”

Camilo ColmenaresPara Camilo, cada función es iluminar un poco de su vida, sanar su corazón para lanzar una flecha hacia el público y hacerle entender desde el arte las mismas diferencias. Dice que no quiere ser vocero de nada y a sus 36 años reconoce que lo que lo conecta con Freddie, más allá de sus vivencias, es lo que también lo motiva a lanzar el que será su nuevo espectáculo, “Yo Sí Me Llamo Camilo”, y su primer disco “Americano”, la LIBERTAD.

Seis años luego de su primera función en el Teatro Varasanta de Bogotá, reconoce que en ese entonces pensaba cómo pensar, cómo hablar, si decirlo o no, pero finalmente se decidió “esa vez lo dije todo y sentí un fresco, porque el miedo al VIH empezó a bajar en mí”, ese gran paso lo definió, según sus palabras, en artista. Ahora como una persona seropositiva indetectable, que además de los retrovirales acompaña su tratamiento con medicinas ancestrales para darle bienestar a su cuerpo y espíritu, habla de las relaciones serodiscordantes, la gran responsabilidad de la publicidad y el mercadeo en alimentar el prejuicio contra las personas que viven con VIH, la mediocridad del gobierno para atender el tema y la necesidad de dignificar a quienes viven con el virus.

Ha llegado la hora de acabar y Camilo, sobre el escenario, tiene claro que la misión con su monólogo “Yo No Me Llamo Freddie Mercury” es educar y hacer vivir, ya ha hecho mover todas las fibras de su público, pero su intención no es dejar un sentimiento de tristeza, es enaltecer el nombre de la leyenda del rock y con él su historia, la de todas aquellas personas que representa, a quienes han muerto en una incansable lucha por los derechos, la igualdad y la libertad a ser…

Las luces estallan y con su voz junto con la nuestra, no queda más que cantar a grito herido, “We Are The Champions”.

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