La revolución del amor, es uno de los nombres con los que este año se lideraron muchos eventos referentes a la celebración del mes del orgullo en junio. Además, de los ya conocidos hashtags #LoveIsLove #LoveAlwaysWins que siempre se usan cuando se quieren hablar sobre algún tema de inclusión y diversidad, pero aunque soy fiel creyente que el amor es la fuerza más grande del mundo, quizá no es solo el amor lo que representa las causas de todas las poblaciones LGBTI+.

Fechas como el 17 de mayo que conmemora el Día Internacional Contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia, y el 14 de julio Día de la Visibilidad No Binaria, representan otro tipo de problemáticas y opresiones a las que se ven enfrentadas muchas personas LGBTI+ y que no se vinculan con su relacionamiento con otrxs, sino que tienen que ver con su identidad y todo lo que esto acarrea a la hora de transitar en la sociedad.

Claro, partimos del hecho que ha sido el amor o las relaciones romántico-afectivas entre personas del mismo sexo lo que se ha perseguido a través de la historia en diferentes países, culturas y contextos, de esta manera como comunidad seguimos viéndonos desde la búsqueda por el respeto e inclusión social de estas relaciones, y todo lo que representan: la legalidad de las uniones, los derechos de pareja o la libre decisión para relacionarse con otrxs, pero con esto quizá dejamos de lado una figura más grande y sectores poblacionales que, más que ser oprimidos por su relacionamiento, son perseguidos por su existencia.

Porqué partimos del amor

Como anteriormente mencionaba, se entiende que en parte el movimiento de liberación sexual y de identidades busca conseguir derechos e igualdad para la libertad de relacionarnos, comprendiendo que aún el relacionamiento sexual consensuado entre personas del mismo género son perseguidas en gran parte del mundo.

A nivel global, al menos 78 países tienen leyes que criminalizan las relaciones consensuales del mismo sexo entre adultos, según el informe más reciente de ILGA (Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales y Personas Intersex).

La movilización de los movimientos diversos, ha ayudado a la legalización de las uniones entre personas del mismo género, la despenalización de las relaciones sexuales y las identidades, pero todavía se continua en búsqueda de la verdadera igualdad para todxs.

Pero, para hablar sobre que esa igualdad sea de verdad incluyente, debemos ser conscientes, desde la interseccionalidad, de la opresión a la que nos enfrentamos las diferentes personas que representamos los diferentes sectores LGBTIQ+ y disidentes.

La identidad y reconocimiento

No estoy sugiriendo que nos alejemos de las relaciones como una fuerza de motivación de cambio, pero sí nos ponemos a pensar, a una persona trans no la violentan u oprimen principalmente por a quién decide amar.

Su opresión tiene que ver más con su proceso de identidad, por las expectativas de la sociedad con sus cuerpos; por las faltas de oportunidades a las que se enfrentan; por la endofobia dentro de los sectores LGBTI+ debido a su existencia; por la violencia que viven y que en la mayoría de casos queda impune ante la ley.

Una persona no binaria, no es oprimida por las personas a las que decide o no amar, es invisibilizada por la sociedad por tener una expresión de género diferente a la masculina o femenina; es invisibilizada por el Gobierno al no ofrecerle las herramientas para poder vivir una vida en la cual pueda identificarse de alguna manera que sea más cercana a su verdad; es señalada por quienes desde la ignorancia utilizan la biología para negar la existencia de la diversidad; es borrada de los medios audiovisuales que nos presentan un panorama de personajes binarios en unos cuerpos hegemónicos a los que nos exigen pertenecer.

Las transmasculinidades son oprimidas por el sistema de salud, que desconoce sus cuerpos y los aleja de tratamientos que son indispensables para el libre y correcto desarrollo de su bienestar; además de las leyes reproductivas que también les silencian a la hora de legislar sobre los derechos de su cuerpo.

Es más, en ocasiones la idea del amor y las relaciones afectivas para las personas queer se percibe muy lejana y tiene diferentes dimensiones desde las cuales se debe ver, en comparación con las relaciones más comunes como las heterosexuales y homosexuales. Sabemos que la discriminación por expresión de género, personalidad, machismos infundados y apego a la hegemonía no son desconocidos dentro de los sectores LGBTQ+.

Entendiendo con esto que hay más componentes además del amor desde donde deberíamos liderar los procesos de cambio en la sociedad, como la visibilidad de las sexualidades y expresiones de género de las que casi no se habla; el respeto por la vida de las personas de experiencia de vida trans; prácticas correctas en derecho y salud para todos los cuerpos y géneros; desde la educación temprana que le permita a la niñez y adolescencias crecer libremente sin expectativas de género.

Aquí no quiero decir, que alguna tenga o no más importancia que la otra, pero que exista una verdadera inclusión, tenemos que reconocer todas las causas que se movilizan en torno a los sectores poblacionales LGBTI+ y que sí nos deberían llevar a percibirnos como una comunidad, nombrarlas, entenderlas y hacer todo lo que podamos para resolverlas, porque no podemos hablar de Orgullo sino hablamos de todxs.

Empecemos a hablar de todo y entre todxs hágamonos mejor la vida.
Les quiero.

Comi.

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