Camilo Colmenares es un bailarín, músico, performer y profesor de canto de Bogotá, reconocido por su obra teatral “Yo no me llamo Freddie Mercury”; un monólogo que atravesado por las mejores canciones de Queen, cuestiona temas de diversidad sexual, VIH, paz y otros.
Su obra ha sido presentada en varias ciudades de Colombia y su sueño es poder llegar con ella a países donde los temas que trata no hacen parte de las agendas. En sus presentaciones y en su discurso deja ver la pasión que le atraviesa y que le dan potencia y voz a sus palabras. Esta es su versión.
¿De dónde nace ‘Yo no me llamo Freddie Mercury’?
‘Yo no me llamo Freddie Mercury’ nace primero de un ejercicio musical en donde yo hacía recitales de canto en formato piano y voz, los tradicionales de música clásica. Después empecé a intervenirlos con música de Freddie porque yo sentía que eran piezas de rock pero parecían mucho áreas líricas, entonces empecé a cantar mucho Queen en ese formato, luego vinieron textos entre canción y canción y así se empezó a gestar.
La obra la hice para mi porque había un muchacho, un adolescente y un niño muy lastimado por tantos años de dolor a causa de silencios que se me habían impuesto y que yo también había aceptado. Cada vez que presento la obra me estoy recordando a mí, a ese niño que hubo dentro. Yo recuerdo levantarme todos los días de mi infancia queriendo morirme, no tenía expectativas de vida, recibía bullying a diario, y yo realmente creía lo que la gente decía.
A nosotros nos crearon con un sistema religioso muy severo, nos enseñaron a tenerle miedo a la vida y nos enseñaron que la orientación diversa era un invento del demonio. Y tú creces con ese chip, yo a los 21 años pude sacarme eso de la cabeza y Yo no me llamo Freddie Mercury es para eso. Aunque el público que recibe la obra no necesariamente es diverso, también ha sentido ese miedo a expresarse, a ser diferente y ese es el sentido de la obra.
La obra trata temas muy políticos y polémicos, ¿cómo ha sido recibida en general?
La obra ha sido muy bien recibida, tanto que no he parado desde que empecé, creo que hay mucha gente que está de acuerdo con la importancia del amor en términos de sus no etiquetas, en términos de los derechos humanos, porque los derechos de la mujer y de las personas LGBTI son derechos humanos. Hay sectores un poco más conservadores donde ciertas ideas no gustan, por ejemplo el tema de la significación de la vida trans les da muy duro, pero finalmente el lema es que todos somos humanos nos guste o no.
Yo nunca me consideré una persona política, con el tiempo entendí que vestirse de una manera, hablar de una manera es un estamento político. A mi lo que me interesa es el asunto de los derechos humanos que son todo. Tengo público muy diverso pero en medio de esa diversidad, recordar la humanidad lo conecta a uno con todo.
Recordar la humanidad es un acto político porque estamos en un momento en que la empatía parece ser algo que no existe, la empatía es la capacidad de ponerse en los zapatos de la otra persona y el arte es eso.
¿Qué ha sido presentar la obra en una ciudad como Medellín, con tantas iniciativas diversas pero aún tan conservadora?
Medellín ha sido una ciudad maravillosa, yo he estado rodeado de muchos artistas, creo que es muy conservadora, sí, pero nunca me ha dado miedo, siempre me he sentido en mi casa, mi mamá es paisa. De lo que sí me he dado cuenta las veces que he ido es que hay una normalización de la violencia hacia la mujer y cuando estoy en Medellín hago énfasis en eso.
La obra se adapta al momento y al lugar donde se presenta ¿has tenido que autocensurarte en algún momento? ¿por qué sí o por qué no?
La mayor parte de los públicos en Medellín digamos que son fan de Queen, y va muy bien la honda, me he sentido muy bien en general. No me he tendido que autocensurar, para nada, he tenido niños y tampoco me autocensuro.
La primera vez que hice el show en Bogotá no estaba seguro de hablar del diagnóstico, porque tenía gente del ejército en las primeras bancas y yo entendí que si no hablaba del diagnóstico era atraer la historia de alguien sin honrarlo. Y hablé del tema. Primero pensé que me iba a desmayar porque yo tenía un tabú dentro de mí, pero cuando lo dije y no pasó nada, me solté. Yo me acuerdo que yo bajé la cabeza para irme y empecé a recibir muchos aplausos.
Al otro día un conocido me llamó y me dijo “gracias porque yo tengo un hermano que me había dejado de hablar por ser gay y por el diagnóstico, vio el show y me buscó para pedirme perdón porque fue a verte”. Ahí empezó todo de verdad.
¿Qué significó darte cuenta del resultado positivo de la prueba de VIH en su momento y qué significa ahora hablar del tema?
En su momento fue como un dictamen de muerte porque yo sentía que nadie me iba a querer y yo mismo no me quería, ahora lo veo como una oportunidad para vivir, para cuidarme más y para enseñarme todos los días que todo tiene un propósito y un sentido.
Hablar de VIH o de cualquier otro tema que sea tabú, lo que se hace es romper el mismo miedo y normalizarlo, que es lo que uno necesita cuando vive con el diagnóstico. Cuando los tabúes son puestos a la luz pierden su poder y yo crecí rodeado de tabúes. El VIH es uno de ellos, hablar de ser una persona digna y funcional con el diagnóstico da mucho miedo todavía, especialmente en los países de América Latina. Mi sueño es que la obra se suba a Netflix o alguna plataforma y las personas de muchos países en los que es más difícil el tema de la sexualidad puedan verlo. Especialmente los sitios en los que nadie piensa.
Yo amaría presentarme en Berlín o New York y lo haré algún día, pero repito, en Centroamérica donde la población trans es tan agredida y tiene solamente una promedio de vida de 35 años es muy fuerte. Yo también tenía una expectativa de vida muy chiquita entonces me identifico con eso.
Este artículo hace parte de un trabajo de redacción realizado por el autor resultado del Diplomado de Periodismo para la Diversidad: Historias No Contadas “Narrando desde otro punto de vista”, iniciativa creada por egoCity con la Secretaría de Comunicaciones de la Alcaldía de Medellín y la certificación de CEDENORTE Institución Técnica, para la visibilización de los sectores poblacionales LGBTI de Medellín.