Carta abierta de Mailen Ortega, una poetisa dispuesta a abrir su corazón, para ti y para ese amor que dos mujeres llegan a sentir… Todo traducido en un libro para Martha.
Enero de 2017: Fue la última vez que nos vimos y aún tengo tu recuerdo intacto; la lucidez de tus ojos, las líneas que hacen cada facción de tu cara y el delicado tono de tu voz.
Si pudiese, devolvería el tiempo, y quizás no al último momento en que te vi, sino al día en que tome el primer avión a Pasto, porque, imagino que así, hubiese evitado la trágica circunstancia de conocernos. Admito que me equivoque al dejarme amar aun sabiendo que yo estaba rota, pero, me amaste tan bonito, que no tuve la valentía de resistirme y… Supe que habría una despedida prematura, pero, me quede ahí, contigo, entre tus libros favoritos, dentro de tu esfera mágica.
Nuestra relación entró en decadencia, y no era por ti, sino por mí, pero también, me equivoque al elegir una amiga falsa y no haber previsto que me mal informarían contigo (desconozco sus motivos, o al menos, prefiero desconocerlos); este fue entonces el detonante al dolor que me sufrago y me obligó a escribirte un libro, porque, desde esa madrugada en la que decidiste no hablarme, bloquear mis mensajes, desviar mis llamadas, ignorar mis correos, algo en mí se quebró, se incendió mi pecho, se desenfreno mi memoria, la garganta se inflamo y lo único funcional fueron mis manos para plasmar en cientos de hojas blancas las letras que me apuñalaban causando un constante reflujo hasta el cerebro.
Un libro para Martha, es mi libro más vergonzoso, porque está lleno de confesiones y mensajes desesperados por llegar a ti, es una necia idea que no pude contener, pero, aún sin dinero, sin patrocinador, sin esperanzas, y con muchas cartas de editoriales remitiendo negación en mi buzón, luche por terminarlo y verlo impreso; trabajé con esmero cada insomnio, ahorre tantas monedas como pude y aunque, sería mi primer libro (el qué definiría mi reputación de poeta), elegí éste, porque era el más sediento, el que estaba a punto de colapsarme la cabeza; desafortunadamente, este pedazo de armazón literaria, no logrará su objetivo, puesto que eres tú su destinataria predilecta y, aunque quisiera pensar de forma optimista, sé que nunca lo leerás, nunca me leerás y pronto veré converger las frases, las palabras, y cada letra para claudicar de las páginas y suicidarse, porque eso es lo que merecemos, extinguirnos de a poco de las memorias que lastimamos, solo que no aprendí a borrarte de mis propias memorias y duele…
Y al final de cuentas, es extraño escribirte tantos poemas, y más aún, haber hecho una minuciosa selección para hacerte un libro, porque, nunca te amé y no deseo volver a ser tu mujer, yo solo te quería, te estimaba, te deleitaba y disfrute de ti en cada brindis, deguste una a una las huellas que dibujaron el camino hasta tu aposento.
Sin embargo, te veneré de una forma obsesiva, tanto, que aún tengo reliquias de ti en mí y eso me atormenta de vez en cuando y te recuerdo entre pequeños detalles, como cuando escucho a Andrés Calamaro, Amy Winehouse, Bob Sinclair, Parov Stelar.
Como cuando visito la librería y veo los libros que leeríamos juntas o los que te gustaría leer a ti y luego me contarías y viceversa. También te recuerdo incesantemente cuando tomo café y cualquier tipo de vino, lo cual hace que las heridas nunca sean suturadas, porque, son cosas que si el universo permite vivirán ceñidas a mí para siempre.
Sin embargo, te eximo de cualquier culpa, y me alegra que hayas tomado medidas efectivas para cuidarte de mí, porque mereces tanto, y te di tan poco, que si hoy supiera que tienes un dios predilecto doblaría rodillas ante él para que tu vida sea tan lúcida como quieres y haya una luna exclusiva posada en tu ventana de cristal, para que no tengas insomnios recurrentes y tú, independientemente de la compañía que tengas, sonrías más a menudo.
Con la esperanza necrótica y la fe desalentada deseo que me leas, lo necesito tanto, que casi podría rogarte si estuvieses frente a mí… Aunque no haya probabilidades de lograrlo.
Con mucho cariño Martha.
Atte, Mailen Ortega
Medellín 22 de diciembre de 2018
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