Llega un momento en la vida en que la felicidad se esconde si no encontramos nuestro propio lugar en el mundo, en cada noche al cerrar la puerta de la casa, al aventar el celular, la computadora y quitarnos el disfraz que usamos para trabajar.
¿Has llegado a sentir que tu vida ha perdido sentido y rumbo?
¿Recuerdas lo que se siente ser tú mism@, quedarte en calzones y regalarte tiempo para no hacer nada, para simplemente disfrutar y disfrutarte?
La vida pierde sentido cuando no logramos sentirnos acompañados estando solos tumbados en un sillón y viendo nuestra serie favorita de tv.
La vida deja de disfrutarse cuando dejamos de alimentar la ilusión y nos falta algún motivo para suspirar, para sonreír un poco a solas y silbar nuestra canción favorita.
Y es que ¿quién no ha pasado por esas noches en las que sentimos que muchas cosas no tienen sentido? en las que el cansancio nos tumba y algo dentro de nosotros nos dice que hay un vacío que duele y que hemos venido atarantando por años evadiéndonos con el trabajo o con el placer pasajero, de ese que se disfruta y genera adicción, pero no cura nada? No cura el deseo de despertar de madrugada, estirar la mano y sentir la piel de quien te soporta todos los días y vive en ti.
Los #Tones tendemos a volvernos controladores e intolerantes. Cuidado…
¿Cuánto hemos perdido con tal de ganar unos cuantos pesos más porque creemos que a nuestra edad deberíamos tener mucho más o por lo menos, lo mismo que algunas amistades o familiares?
¿Cuánto gusto y amor por la vida hemos olvidado por tener que recordar una agenda saturada?
¿Te ha pasado que ya no sabes para qué trabajas tanto, si lo que consigues con tu sueldo no te hace sentir mejor?
Los #TONES nos llegamos a hacer estas preguntas pero no sé si nos atrevemos a cambiar nuestra vida a partir de nuestras propias respuestas.
Los 30-tones, 40-tones, 50-tones ya no podemos evitar escuchar la voz de la nostalgia, la necesidad de volver a sentirnos niños y encontrar razones para emocionarnos, entusiasmarnos, enamorarnos.
Sentado incómodo en el asiento de un avión me vengo haciendo estas preguntas y me siento inmensamente agradecido de saber que alguien me espera llegando a casa: una perra que me ha dado tanto amor que me hace llorar sólo de pensar en ella, una gata que apareció en la calle desprotegida y me ha enseñado a ver más allá de mi mismo y un cachorrito que al verlo perdido y en peligro en la calle, decidí recoger y me está enseñando a encontrar demasiada felicidad en mi a través de su alegre vitalidad.
Y después de llegar a casa, correr a abrazarlos y sentir sus lengüetazos, levantaré la mirada y veré el cielo en los ojos de un ángel lleno de inteligencia, de amor por el amor y de un constante deseo por hacerme feliz: mi Chulo.
¡Cuánta dicha! Es importante aprender a cambiar nuestras prioridades con el paso del tiempo.
Hoy se que mi vida es lo que más vale, mi vida es la historia que tengo con los seres que quiero, la ilusión de ver llegar el fin de semana para tener un poco más de tranquilidad y disfrutarla con ellos.
Hoy mi vida es la emoción de terminar de remodelar un departamento para vivir una nueva etapa en familia, lograr sueños y metas de esas que he deseado desde chiquito. Sueño con más tiempo para escribir, para tener momentos creativos, para crear proyectos que me permitan recordar a mucha gente lo que yo no quiero olvidar: “el verdadero valor de nuestra vida, de los detalles más simples, de el valor para atrevernos a vivir un poco más despacio y soltar todo aquello que nos aprisiona y nos roba La Paz”. Que no se nos olvide la necesidad constante de sonreír.
La edad de los #TONES es la oportunidad perfecta para empezar a ser felices con todo lo que somos y también con lo que no hemos sido, con lo que tenemos y con lo que aún nos falta. Porque de lo único que se trata la felicidad es de aprender a vivir en paz dentro de la tormenta.
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