El 17 de enero de 2007 Manuel Velandia se despedía de Colombia exiliado por las amenazas de muerte de paramilitares. Ahora asilado en España conmemoramos su historia, una década después.
Todo activista o militante del movimiento LGBT en Colombia, e incluso simplemente un ciudadano del común que alguna vez se haya adentrado en la historia de la homosexualidad en el país, ha debido toparse con dos nombres que dejaron huella, Manuel Velandia y León Zuleta, el primero exiliado y el segundo asesinado.
Nacido en Socorro, Santander, Velandia entró a la universidad a los 15 años en Bogotá a estudiar sociología, al año siguiente filosofía y luego teatro, culminó sus tres carreras al tiempo y ahora desde Alicante, España cuenta ya con 17 títulos entre maestrías, doctorados y más; un cerebro fugado de la hostil guerra colombiana.
En 1977, gracias a las diferencias de pensamiento con su pareja se adentró en la historia revolucionaria de la homosexualidad. Ese mismo año conoció a través de un periódico trotskista a León Zuleta que decía liderar un movimiento homosexual con 10 mil miembros, del que todos los ceros resultaron ser falsos. Con Zuleta, al siguiente año fundó el “Movimiento de Liberación Homosexual Colombiano“. Luego Velandia junto a otros homosexuales crearon el medio, La Ventana Gay, en 1979
Yo era un niño bueno, tenía una inocencia total así que desconocía lo que significaba ser homosexual. Crecí en una familia abierta de mente que no juzgaba, a los 9 años le pregunté a mi mamá qué era una prostituta porque cerca a la casa había una casa de citas y me dijo ‘son mujeres que tienen mala economía y deben vender su cuerpo para sostener a su familia’, nunca relacionándolas con algo negativo
Con este tipo de anécdotas sobre su familia es como nos cuenta el porqué de su postura transgresora frente al mundo, durante una conversación que duró dos horas a través de Skype sobre su capacidad de transformar la sociedad desde el conocimiento y el arte.
A los 17 años trabajando como voluntario del bienestar universitario en la Cinemateca Distrital, antes de la presentación de “La Quimera de Oro” durante un ciclo de Charles Chaplin, un francés de 49 años se le acercó para hablarle, marcando así el inicio de su recorrido en el movimiento.
La relación con este hombre que había huído de su país para que su familia no se enterara de su homosexualidad, que hizo parte de la revista Arcadie y que aún así sostenía una postura de derecha, lo llevaron a cuestionar la premisa sobre si “había que crear un movimiento gay para construir derechos y no para excluirse”.
“Uno tiene que prepararse para la violencia porque el mundo no está preparado para que uno sea marica” cita una frase que León Zuleta alguna vez dijo bajándose de un bus, luego de darle un repentino beso frente a todos los pasajeros, como parte del recuerdo de tiempos en los cuales militaban juntos.
Deconstruir teorías sociales, oponerse a la dominación y dependencia de la falocracia, asumir el beso como un acto político frente a la policía luego que la homosexualidad fuera eliminada del código penal en el 81, salir a la calle tomados de la mano para visibilizar realidades y expresarse cariño entre hombres en plena 7a con 19 en Bogotá, entre muchos otros “actos de rebeldía”, fueron los que quedaron marcados en la historia del país gracias a Velandia y su movimiento, que aún hoy siguen significando un escándalo para Colombia entera.
Desde primer semestre de sociología me parecía importante visibilizar, mostrar otras realidades, tuve un profesor que me decía que investigara cosas serias. Sin embargo si me decían que no podía, yo insistía
Con la creación en Bogotá del “Grupo de Encuentro por la Liberación de los Güeis” entre varios amigos artistas, comenzaron a llevar el discurso al hecho para cambiar la sociedad, yendo al contrario de las cosas con prácticas como la antidanza y el antiteatro que luego evolucionaron a formar parte de una de las tesis de Velandia, “siempre con el interés profundo de profundizar”.
Alguna vez, incluso por oponerse a algunas actitudes de miembros del “Movimiento de liberación homosexual” fue expulsado y decidió pararse frente a la sede con un pasacalle que decía “Ser marica es cosa seria, es cuestión de hombres”, hasta que fuera aceptado de nuevo.
“Los derechos humanos también son sexuales, y los derechos sexuales también son humanos”, es una de sus premisas expuestas desde 1979 en diferentes simposios y con la cual plantea la necesidad de una sociedad que sepa sobre salud sexual y reproductiva más allá de las minorías, lo cual marcó varias de sus investigaciones sociales que luego le cobraron su estadía en Colombia.
Apenas para el 2014, Manuel Velandia fue incluido en el Registro Único de Víctimas como el primer homosexual reconocido como víctima del conflicto, sin embargo en 1999 es amenazado de muerte por su trabajo en prevención del SIDA. Velandia es pionero de su prevención en América Latina. Las amenazas se incrementan debido a una investigación con 600 mil jóvenes en 47 municipios sobre formación en SIDA, sexualidad y derechos humanos llamado “Proyecto Colombia”, donde los participantes son víctimas de paramilitares y guerrilla que comienzan a ser perseguidos, “sin embargo yo no quiero morir, así que decido salir del proyecto”.
Siendo profesor en tres universidades de la capital colombiana, la Universidad Cooperativa, la Javeriana y la Pedagógica, abiertamente homosexual y militante de la causa LGBT públicamente, en el 2002 es candidato al Concejo de Bogotá por el Partido Liberal y es víctima de un atentado con granada, por lo que le asignan seguridad pero se ve obligado a renunciar a los guardaespaldas.
Fue el asesor teórico de la 1ª investigación de explotación sexual en Colombia realizada por el DANE con 250 mil jóvenes, la cual luego fue sepultada por voluntades políticas debido a sus descubrimientos con preguntas donde se indagaba sobre violencia sexual en los escolarizados y hasta la primera relación sexual. Incluso uno de los descubrimientos, fue que grupos paramilitares traficaban sexualmente con menores de edad.
Los paramilitares me vieron como un peligro, me amenazaron e hice las respectivas denuncias hasta con la defensoría del pueblo, pero nunca se investigó
Un jueves de noviembre del 2006, mientras Velandia estaba en Calí durante una conferencia sobre salud sexual en la Gobernación, fue detenido el entonces Senador Álvaro Araújo por nexos con el paramilitarismo, quien lideraba un proyecto de ley a favor de la población LGBT. Luego de la conferencia, una persona se acercó a Manuel y le preguntó qué pensaba de la aprobación del proyecto, a lo que él respondió “si mis derechos los aprueban por un asesino, prefiero que me sigan vulnerando”; lo que no esperaba es que esta persona fuera periodista de RCN Radio y estas declaraciones inundaran los medios.
Frente a este panorama de peligro en pleno conflicto armado, según Velandia la gota que derramó el vaso fue una llamada amenazándolo de muerte a él y su familia en plena entrevista con la Revista Carrusel justo cuando la periodista le preguntaba “¿Qué se siente que amenacen tu vida?“.
Diez años después Manuel narra su historia con una asombrosa tranquilidad que no parece acorde con su caso, incluso al recordar cómo fue su huida a España donde manejó todo desde la Oficina de Atención de Víctimas hasta la Cruz Roja del País Vasco, donde tuvo que llegar con visa de estudiante gracias a un contacto de su cuñada en la Universidad de dicho país español.
Manuel resalta que realmente siempre se ha sentido un afortunado con la vida y que incluso con su caso, los reportes de las amenazas de muerte debido a su orientación sexual, su trabajo como militante LGBT y las investigaciones sobre la salud sexual de Colombia, las personas en España sintieron fascinación facilitándole los procesos.
No tenía tiempo para tener crisis emocionales, sólo podía llorar cuando me preguntaban ¿Usted quién es y por qué llegó tan tarde al doctorado? en la Universidad en España. Incluso una abogada durante el proceso de pedir el asilo político me dijo ‘usted se acostumbró al dolor y cuenta la historia como si no fuera grave’
Ahora, 10 años después de haberse tenido que ir de Colombia, Manuel Velandia se ha convertido en un crítico de la militancia (como él la llama) y resalta que realmente la homosexualidad le ha servido a muchos para hacer dinero, y a beneficiarse de prevendas que no les pertenece en un país como Colombia, donde aún hoy en 2017 luego de avances políticos y sociales, no se es permitido ser homosexual sin el peligro de morir.