El luchador Mike Parrow, sale del clóset en una entrevista en la que revela que incluso llegó a recurrir a las terapias de conversión porque no aceptaba su orientación sexual.

“Siempre he sabido que soy gay. Eso nunca fue una pregunta en mi mente. Pero creciendo, fui a una escuela católica toda mi vida. Mi madre es una profesora de catequesis los domingos», explica el luchador que, con sus 136 kilos de peso repartidos en 1,95 metros de altura, crece en una comunidad católica de un pequeño municipio de Nueva York.

“Vengo de un pequeño pueblo de norte de Nueva York. No tenía una floreciente comunidad gay. La única exhibición que vi de cualquier muestra de cultura gay era extremadamente afectada y era lo que había en la televisión. No soy como Jack de Will & Grace, así que no soy gay”, explica Parrow, quien al no verse reconocido en modelos de homosexuales que encajen con su manera de ser, decide mantener su orientación sexual en secreto durante años, concentrándose en lo que considera son “cosas masculinas”, como jugar al futbol, aunque no sólo como refugio, sino porque «esas eran las cosas por las que gravitaba, movidas competitivas», explica.

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Tras un periodo intentando relacionarse afectiva y sexualmente con mujeres, siente que las está engañando, que está siendo «un poco mezquino», al terminar sus relaciones alegando que no eran lo suficiente bonitas y cosas por el estilo.

Actualmente el deportista está centrado en ayudar a los jóvenes a aceptar su orientación sexual.

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