¿Cuántas veces hemos escuchado que para devolver un insulto a un homofóbico se le acusa de estar en el clóset? ¿Cuántas veces hemos oído un rumor sobre la sexualidad de alguien? Y ¿A cuántos de nosotros creciendo nos dijeron que debíamos salir del clóset?
Aunque el 11 de octubre es una fecha en la que se conmemora a nivel internacional del Día de salir del clóset, para recordar a todas esas personas que se han encargado de visibilizar a los miembros de diferentes partes de los sectores LGBTI+ en la historia. Una conversación importante de tener alrededor de esta celebración, es sobre lo que significa salir del clóset, el privilegio de hacerlo y que no es responsabilidad u obligación de nadie.
Dependiendo de nuestro contexto, algunos de nosotros nos sentimos más cómodos con vivir con más autenticidad nuestra vida, ser fieles a nuestros sentimientos, gustos, deseos y personalidad; como consecuencia de esto podemos vivir nuestras vidas de la manera deseada y en ocasiones esto significa salir del clóset en todos nuestros contextos sociales.
Pero existe otra parte de nuestras comunidades, para los que eso que otros damos como sentado podría ser la razón de poner en riesgo sus vidas.
Y es que salir del clóset no es obligación de nadie, para empezar, es una situación personal que se diferencia en cada persona de los sectores LGBTI+ y a la que solamente tiene acceso esa persona; cuando se siente en libertad de vivir y expresarse como desee desde sus términos y desde su comodidad, seguridad y lo que le haga feliz.
Nadie se puede ver presionado para vivir su verdad.
Siempre me parecerá preocupante cómo nos importan tanto los asuntos de otra persona, al nivel de tener que esperar un comunicado sobre su sexualidad, género o gustos personales. Como si de eso dependiera la decisión de poder relacionarnos o no entre nosotros.
Aunque cada vez nos movemos hacia una sociedad en la que cada persona pueda vivir su verdad sin explicarse, nuestra tarea es dejar de normalizar comportamientos negativos como suponer la sexualidad de alguien por sus gustos, por su ropa o su forma de hablar que solamente mantienen viva la brecha de la sexualidad y la libre expresión.
Así que, si tú que estás leyendo esta entrada y aún no has salido de tu clóset, cualquiera que sea tienes que saber que eres válide, que no tienes porqué hacerlo, encuentra tu tiempo, tu seguridad, y hazlo cuando estés cómode o no lo hagas si te sientes obligade.
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No es tanto salir del clóset como intentar cambiar la sociedad entera para hacerla más receptiva a disidentes sexuales y de género. Las personas que no respondemos a lo que el heteropatriarcado esperaría de nosotras tenemos que estar más organizadas, al menos tanto como la gente que se reúne un rato todos los fines de semana en sus templos. En torno a una nueva religión atea/agnóstica, no dogmática, feminista, antirracista, ecologista y aliada de los movimientos LGTBIQ, lo conseguiríamos, y seguramente se formarían muchas comunidades. En infinito5.home.blog escribo sobre esto.