El proceso que lleva a una persona a establecer una relación con otra siempre navega por aguas tranquilas y por otras un tanto tormentosas. Desde el momento en que por primera vez las miradas se encuentran, o quizás años después de conocerse cuando la mariposa despierta y se da cuenta que tiene alas y necesita volar, todo se constituye en una travesía por conocer al otro, y aún más importante, por conocernos a nosotros mismos.

Después de aquel momento inicial vienen los cafés, los tragos, las salas de cine, los partidos de fútbol, las compras, las risas, los besos, la mano sudada, las cenas, los postres, las charlas, los aquelarres con los amigos, el terrorífico encuentro con los suegros (o futuros suegros, uno nunca sabe), y un montón de experiencias que cada pareja en su propio universo decide vivir, y que cada una muy a su manera va construyendo (o destruyendo) lo que ambos quieren edificar.

El sexo hace parte importante de la naturaleza del ser humano, y por supuesto, de las relaciones interpersonales entre ellos. Sin embargo, creo que es equivocado aseverar que sin eso no hay nada y que todo el camino que se recorre se hace con el único fin de acostarse con alguien, aunque para algunas personas parece ser esa la tarea.

Por supuesto, el hecho de poder despertar junto a la persona que amas luego de haber descubierto el éxtasis máximo en medio de las sabanas es algo increíble, pero creo que hay elementos que en la construcción de una relación y de eso que llamamos amor que tienen mayor valía, o al menos en eso concuerdo con Alberto Fuguet, el autor de «No ficción», libro que llega de manos de Penguin Random House, y que es el encargado de protagonizar el capítulo del día de hoy.

No Ficción - Alberto Fuguet

Alex y Renzo son los protagonistas de una relación que para los ojos de todo el mundo, e incluso para los de ellos mismos es bastante extraña, pero no por eso menos importante. Este par de amigos construyeron una amistad bastante particular que por momentos pareció estar al borde de traspasar ese ámbito y convertirse en algo completamente diferente, o quizá eso era lo que ellos llegaron a pensar, o tal vez lo que nunca imaginaron durante sus tardes frente a la ventana, solos el uno junto al otro.

Como todo lo que sucede en nuestro día a día, esta relación se quebró y no de muy buena manera; pero Alex en el proceso de crear un nuevo libro y de expiar sus demonios, decide reencontrarse con Renzo y pedir explicaciones por todo lo que pasó durante los años de convivencia.

Lo primero que vale la pena mencionar, y lo siento si suena superficial, es el acertado trabajo que se hizo con la portada. Un modelo perfecto, una tipografía elegante, un tono oscuro predominante. Inmejorable.

A medida que pasaban las páginas fui siendo partícipe de una historia diferente, pero con un desarrollo muy similar a la que seguramente muchos ya hemos vivido. El libro te muestra la punta del iceberg para hacerte descubrir un fondo lleno de dilemas, problemáticas, razones, fundamentos, y de mil y una cosas más que hacen parte de cualquier relación humana; lo interesante del asunto es que las plantea con ciertos toques que la diferencian, y que hacen de este un libro con personalidad.

El modo en que Alex y Renzo se construyen como personas y como pareja, por decirlo de un modo, puede resultar risible e incluso perturbador, pero tan entrañable a la vez, que resultó un goce total conocer sus sueños, sus miedos, sus historias y lo que ambos son. Partiendo de esto, es necesario agradecer al autor por el notorio esmero con que creo a cada uno de estos hombres, de los elementos con los que los permeó, del realismo que les imprime y de la fuerza con que los dota para que ellos tomen la batuta en todo y nos regalen la gran novela que es «No ficción». De igual manera por contarme pasajes de su misma vida, de sus locuras y de sus aventuras.

Fuguet enreda sus letras y una temática que dentro de la complejidad que aparenta resulta amenamente sencilla, en medio de una narrativa exquisita, de diálogos portentosos, de una construcción de personajes casi impecable, y de una atmósfera tan fantasiosa como certera. Una lectura corta, placentera, dolorosa y definitivamente seductora.

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