Si “la vida” fuera realmente una “escuela” como dice el dicho popular o existiera una “Universidad de la Vida”, debería ser igual la relación de las asignaturas teóricas con las prácticas, o que por lo menos las primeras realmente se evidenciaron tal cual, en las segundas, porque en serio, ¡EN SERIO! Me encantaría a veces que esto llamado “Vida” tuviera un Manual de Instrucciones, pero después recuerdo lo lindo que ha sido descubrirlo todo y que “la gracia” ha sido precisamente esa: vivir.

Algunas de las asignaturas, clases o materias que veríamos en esta escuela o universidad serían:

“Introducción a la Autoestima, la Autoimagen y el espejo en las mañanas”

“Teorías sobre solución de conflictos y cómo sobrellevar la mala onda”

“Diseño del proyecto de vida desde la edad temprana y su coherencia en la edad adulta”

Práctica: “Amor, enamoramiento y gerencia del corazón”

“Administración de ‘La Parte’: sexo, porno, sexualidad y la primera vez.”

Electiva: “Príncipes, Disney y otras mentiras con las que hay que crecer”

Electiva: “Mentalidad emprendedora: del papel al estrellón de la vida real”

Optativa: “Introducción a la ‘Lipotusa‘ y cómo sobrevivir al desamor I-II-III
*pre-requisito haber cursado Práctica: “Amor, enamoramiento y gerencia del corazón”*

Sé que se les están ocurriendo un millón más de clases como a mí, pero hoy puntualmente les hablare de una que se nombra mucho y de la que poco se habla desde lo sincero y sin miedos: “Administración de ‘La Parte’: sexo, porno, sexualidad y la primera vez”.

Estudié en un colegio cristiano-católico, apostólico y romano solo de hombres y entré en él a los siete años, desde primero de primaria. Me vió literalmente, crecer y pasar por mis años de niñez y pre-adolescencia en donde realmente no sentí ni experimenté que hubiese alguna transición o un cambio radical, pero a eso de los 12 o 13 años si lo viví, no solo por los cambios en mi voz y mi cuerpo sino por la visita constante de la psicóloga “Flor” al salón, la única persona que podía suspender una clase de matemáticas solo con decir que tenía un tema importante que tratar con nosotros: una charla de educación sexual; y que prácticamente todas estas “charlas” lo único que enseñaban era a contarnos la historia de las abejitas, a poner un condón y a alarmarnos del montón de “bichos” que podríamos contraer; charlas que no me sirvieron mucho y que nunca resolvieron mis preguntas.

Como se los dije en algún momento, desde que tengo uso de razón soy homosexual, me he identificado con lo femenino y me han gustado los hombres; y desde que era pequeño siempre idealizaba al hombre que estuviera conmigo como alguien que me generaba protección y seguridad, alguien más rudo. Una vez fui creciendo, explorando por mí mismo en esta “Universidad de la Vida”, con miles de preguntas y un mar de hormonas dentro de mí, conocí el porno: un mundo lleno de prohibiciones, tabúes y cosas que en ese momento no entendía, solo que me generaban excitación. Cada vez que veía uno de estos clips me identificaba con la figura del chico en cuatro y me excitaba con la figura de quien lo sometía, ¿cómo sucedía esto en mi cerebro? No sé, pero así era.

Fué así mismo como la curiosidad llevó a Alicia al país de las Maravillas, yo también sentí que lo visité, cuando comencé a descubrir y explorar mi sexualidad con el primer chico con quien tuve sexo, con quien perdí mi “virtud” y con quien recordé esa línea de Like a Virgin que dice “Feel so good Inside”. Madonna tenía razón, mucha razón, porque fue delicioso (pero no les diré mentiras, solo luego de la cuarta vez que lo hice fue que comencé a disfrutarlo) y días después, un viernes en la noche, en la mitad de una conversación con los amigos de un conocido de ese entonces me preguntaron mi rol, yo dije “pasivo” y no pasaron dos segundos cuando inmediatamente se comenzaron a reír. No entendía realmente que era lo gracioso, pero hice una analogía en mi mente: pasivo = burla.

Años después de seguir dándole vueltas en la cabeza a ese recuerdo, tenía contacto con otras experiencias que me llevaban a pensar que mi rol era algo peyorativo como la letra de una canción interpretada por tres Drags participantes del popular reallity: RuPaul’s Drag Race; que al realizarla seguramente su intención era con fines de comedia pero que tenía en su trasfondo un mensaje machista y misógino en la cultura gay, con frases como: “es solo un chico PERO es pasivo”, “no aprieta desde hace mucho”, “está condenado al prolapso rectal”, “¿Tienes miedo, pasivo?”, “esa marica es pasiva”, “ni necesita saliva, porque le entra hasta arriba”… y muchas otras frases que lo único que intentaban contar con su historia era como señalar y ridiculizar a un hombre por su rol sexual.

¿Por qué ser pasivo es un motivo de pena, señalamiento o burla? Y después de leer y reflexionar entendí que todo respondía al imaginario creado por la heteronormatividad en la sexualidad (por ende machista y misógina) que no solo entendía al “mundo heterosexual” sino que más tristemente permeaba a la cultura gay, pues se entiende que el “Activo” responde a la figura masculina, al hombre, lo fuerte, a dominar, al poder, al cazador y a quien “toma lo que quiere cuando quiere”; por el contrario el “Pasivo” responde a la figura femenina, a “la mujer”, lo débil, a la sumisión, al sometimiento, a la presa y a quien “lo toman cuando el otro desee”. Por eso para la cultura machista todo lo que involucre su rol, el del macho Malboro que escupe, el de penetrar, es lo bien visto y lo superior; y todo lo que involucre lo femenino, ser penetrado, es visto como algo menos, como la conquista de lo superior ante lo inferior (lo cual OBVIAMENTE me parece ridículo).

Todo este imaginario está grabado en los gays, en donde socialmente se entiende que ser penetrado quiere decir que eres menos y que penetrar te da un estatus mayor, o te hace menos gay y mayormente aceptado.

Vivimos en un mundo que está pensado para penetrar, mas no para ser penetrado, un mundo pensado como lo dije antes por la heteronormatividad, y por eso en esas charlas de “Educación Sexual” solo enseñaban a poner un condón y a como meterlo, mas no a como recibirlo, ni para mí ni para las niñas (y obvio lo entiendo por el sesgo de la educación escolar rígida y fundamentalista, que para mí está mandada a recoger hace mucho). Esto va a sonar a una locura y a un escándalo por nuestro pensamiento conservador-religioso, pero me hubiera encantado haber tenido un espacio, cuando yo era un chiquibaby de 15 años, en esas charlas de “Educación Sexual” en donde me hubieran enseñado sobre los cuidados del sexo anal, sobre la dilatación, como limpiarme y asearme, como hacerme un enema, como lubricarme, como aprender a conocer mi cuerpo o simplemente como entender mi sexualidad sin pena, sin miedo y con seguridad, y así haberme podido ahorrar taaaaantas cosas que a los pasivos nos toca aprender solos por nuestra cuenta.

P.D: Antes de dormir ayúdame con esta oración:

“…Y que cada vez haya más Activos”, amén.

En el nombre del padre, del hijo y un Besito bebés .

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