La Corporación Caribe Afirmativo comprende que la llegada a Colombia de personas LGBTIQ+ provenientes de Venezuela, le ha puesto al país todo tipo de retos para la gestión efectiva de sus procesos migratorios.

Esto, toda vez que es en Colombia, donde miles de personas han decidido reconstruir su proyecto de vida, sobreponiéndose a obstáculos materiales, simbólicos, políticos y sociales que han aparecido en los territorios de destino, donde ahora se encuentran. No la han tenido fácil: han debido caerse y levantarse varias veces, agenciarse en medio de la incertidumbre, superar las narrativas xenofóbicas y las sospechas que se instalan en sus cuerpos por ser migrantes; así como la criminalización generalizada de una migración que tiene cara de mujer, mayoritariamente femenina, rica en disidencias sexuales y de género, vulnerables a violencias desde el momento en que salieron de sus casas hasta el momento en que llegaron a estas tierras.

Nos hemos preguntado por cómo acoger a estas personas, ya que no teníamos la costumbre como país de acoger, sino de expulsar, de ver cómo se iban nuestras amigas, hermanas y amores, a probar suerte en los países del norte o del suroeste de Europa, por poner un ejemplo.

Ahora mismo, estamos de frente a un reto no solo político o normativo, sino humano.

Migrar es un derecho y es una práctica común a todos los países, independiente de si se encuentran, o no, en situaciones de conflicto. En Colombia el sueño de muchas personas LGBTIQ+ ha sido irse a otro país, empezar de cero, materializar una idea que solo es posible allá, hacer futuro, vivir en condiciones de dignidad y dar el salto a una sociedad más plural y respetuosa, desde esa mirada eurocéntrica que hemos heredado y al que le hacemos frente desde los saberes decoloniales y ancestrales, que nos invitan a construir territorio.

migración LGBTIQ
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Ahora estamos frente a personas LGBTIQ+ que no deben ocupar el borde social de nuestras ciudades, que la han tenido difícil y por eso no podemos caer en el menosprecio y la complicidad social, que es miope a veces, y que tantas violencias perpetúa en un país que transita hacia la paz y el cambio.

No puede ser que esta nebulosa nos impida vernos, reconocernos compartiendo la causa país, la causa futuro y el derecho a la ciudad. No puede ser que la vulnerabilidad en la que se inscriben las personas provenientes de Venezuela, también les impida hacer amor y amistad, gozar de la cultura, del espacio público o del estallido lesbotransmaricón del país.

Necesitamos un movimiento LGBTIQ+ capaz de acoger a quienes han llegado para quedarse, ¿Tú cómo lo haces?

ARTÍCULO PUBLICADO EN LA REVISTA EGOCITY N°17 – PRIMAVERA QUEER (CLIC AQUÍ PARA VERLA COMPLETA)

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