Nos conocemos por dentro y por fuera, todos tenemos nuestros secretos deseos, sueños y miedos. Sin embargo, todos buscamos con quién compartirlos. ¿Cuántos años de nuestras vidas hemos sido incongruentes con lo que sentimos, pensamos y hacemos? ¿Cuántas veces nos hemos sentido sin fuerza, agotados, desilusionados por no conseguir a la persona que queremos? ¿Cuántas veces nuestras debilidades no nos han permitido hacernos fuertes? Sin duda, estas con preguntas que nos hacemos los TONES. cada que se acerca un cumpleaños más.

No es cuestión de edad, pero hoy quiero tener lo que siempre he buscado. Ya me caí muchas veces, ya tiré y me tiré a muchos, ya he disfrutado mi soledad.

La individualidad, la identidad nunca debe perderse, pero el amor y la compañía todos sabemos que deben ganarse.

¿Qué tan listos estamos para dar todo lo que deseamos recibir de alguien?

¿Qué tanto sabemos valorar el respeto y el amor entre dos personas?

Cada pareja es distinta, cada una tiene sus propios contratos y códigos, sin embargo, por dentro, todos estamos hechos de lo mismo.

A veces generamos nuestros “acuerdos” en base a nuestras debilidades y miedos, quizás en ellos haya más concesiones que en otros o quizás no, lo que de verdad vale la pena cuestionarnos es si nos hacen felices. El permitirle a alguien lo que uno no puede evitar, a veces no es la mejor jugada, aunque sí tiene cierta dosis de justicia. La mejor jugada siempre será aprender nuestro “autocontrol”, lograr esa congruencia, como lo dije hace rato, entre lo que pensamos, sentimos y hacemos.

No se, quizás tan sólo esté transcribiendo mis propias proyecciones. Hoy lo grande y ambicioso para mi es desear lo mismo de siempre pero saberme distinto para poder conseguirlo.

Me gusta, busco y procuro el amor, la ternura, la confianza, el apoyo, el cuidado, el morbo, el deseo y la libertad para vivir una entrega sin límites y siempre con mucha risa de por medio. Ir creciendo al lado de alguien, ir creando lazos, conexiones complicidad y anhelo. Tengo recuerdos maravillosos de sentimientos, emociones y sensaciones del pasado que quiero volver a traer a mi vida al lado de alguien, pero sin el desenlace trágico y doloroso de la inexperiencia, del proceso natural de ir descubriendo y aprendiendo.

Nunca termina uno de aprender, pero sí deberíamos dejar de cometer los mismos errores. Sin embargo, quien poco vive poco aprende, quien poco se cae nunca aprende a levantarse y mucho menos a sostener de la mano a alguien.

Tengo tantas ganas de abrazar mi sueño en la noche y que este tenga piel, olor, sabor y unos ojos que le brillen al mirarme, una sonrisa chiquita y tierna antes de darme un beso y una pasión desmedida que nos despierte de madrugada.

No se si para la gente “heterosexual” esto sea más fácil o más común que para los “homosexuales”. Aparentemente sí, sin embargo a veces unos sólo fingen, pretenden y otros se pierden en sus libertades. Todos somos seres humanos con lo mismo por dentro y por fuera, cada uno lidiando con lo que le toca aprender.  Pero eso sí, el amor es de todos y para todos.

Cuando escribo vuelo, siento, veo, escucho, vivo las cosas. Quizás sea por esto que no puedo dejar de hacerlo. Lo que no he sido capaz de crear en mi mundo, lo imagino entre letras.

Ya he dejado de culparme por muchas cosas y he olvidado a los que alguna vez culpé, porque entendí que el amor se da sólo cuando coinciden dos voluntades. Esas voluntades que viajan por los universos y cuando se encuentran, encienden estrellas.

Quizás no sea lo más correcto, pero habemos algunos que logramos más cuando lo hacemos por alguien más que por nosotros mismos. Lo importante es que los cambios sucedan, que las galaxias se crezcan y los corazones regresen a ser uno mismo.

Este fue la primer publicación de mis 39 años y al leerlo me doy cuanta que tengo mucho que agradecer, estoy cumpliendo casi 3 años de la mejor relación de pareja que he tenido en mi vida.

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