En el mundo árabe no existen leyes para la protección de la comunidad LGBT. Tras la ola del fundamentalismo radical los gays árabes viven todo un éxodo.

Ali, un veinteañero sirio de Der Ezor, huyó de su ciudad cuando milicianos del ISIS destruyeron en 2014 una iglesia armenia, buscando refugio en Beirut. Antes de la insurrección contra el régimen de Al Assad había vivido años de tolerancia, incluso de libertad en Damasco, con lugares de encuentro como el monte Qasium que domina la capital, jardines públicos y aplicaciones como Marjam, Grindr en los teléfonos móviles.

El ISIS supo infiltrarse en el mundo gay haciéndose con listas de nombres. Dos de sus amigos fueron arrojados desde la azotea de un edificio acusados de homosexuales. Ali consiguió en Beirut que el Alto Comisario de los refugiados de la ONU lo inscribiese como miembro de la comunidad libanesa gay. Su gran ilusión es poder “vivir en un país libre donde se me acepte como soy”.

En Beirut la organización Proud en defensa de homosexuales, lesbianas y transexuales, se esfuerza en ayudarlos, pese a que el Código penal libanés en su artículo 544 castiga las relaciones entre personas del mismo sexo con un año de cárcel. En una exposición de un céntrico hotel, colgaron imágenes de lesbianas perseguidas, con pies de foto de sus testimonios. “Ha tenido lo que se merecía –respondió un policía a una de las víctimas al presentar su denuncia de la agresión–. No queremos lesbianas en Líbano”. Recorriendo esta exhibición fotográfica se puede abarcar todo el sufrimiento, el miedo, el éxodo de gays y lesbianas, especialmente procedentes de Siria y de Iraq, ahuyentados por asesinatos, torturas, violencias.

“Tenemos presente la ola de fundamentalismo en esta región –decía el texto de su exposición– que ha expuesto a los miembros de nuestra comunidad a una vulnerabilidad mayor. A pesar de la situación ilegal de la homosexualidad en Líbano y en otros países de la región, nuestra organización Proud Lebanon pudo ser registrada como una sociedad sin ánimo de lucro para la protección de grupos marginados a través de actividades sociales, médicas y ayudas legales”. Muchas lesbianas y homosexuales son aplastados por este ambiente, y aspiran a emigrar al extranjero.

Sin duda es Beirut la ciudad árabe más permisiva, aunque también sufre de vez en cuando, redadas de la policía. En una sociedad tan sometida a las implacables fuerzas religiosas, es casi un sueño creer en la libertad sexual.

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