Yo llevo todos los días una cadena alrededor del cuello con una medalla de la Virgen de Guadalupe. Hace dos años que no me la quito. También me he ataviado con escapularios, camándulas y denarios. Cargo en mi billetera un papel en el que escribí la oración de San Francisco (“Señor, hazme un instrumento de tu paz…”). Tengo en mi mesa de noche una imagen de la inmaculada concepción, un librito de la novena a María Auxiliadora, una imagen de Jesucristo con la oración a la divina misericordia, el Padre Nuestro y un velón. En la pared detrás de la cama donde duermo cuelga un cuadro con la imagen de la Virgen de Fátima, leo frecuentemente capítulos de La imitación de Cristo (el segundo libro católico más editado después de la Biblia), he leído los salmos varias veces, El Sermón de la Montaña me parece un texto de una belleza inconmensurable y escucho música religiosa: cantos gregorianos, el Ave María en las distintas versiones (mi preferida es la de Marian Anderson, contralto, luchadora social y “madre espiritual de todos los cantantes líricos negros”), Jesús es mi pastor (Leo Dan), Sublime adoración (Diana Carolina Ramírez), Iglesia (Lilly Goodman) y Por qué tengo miedo (Hermana Glenda). Cuando estoy muy ansioso, me acuesto, cierro los ojos y me relajo al ritmo de las alabanzas cristianas con arpas celestiales.

Esto a simple vista es una contradicción de mi discurso. No pertenezco a ninguna religión, no creo en ellas, estoy seguro de que han sido una tragedia para la humanidad, especialmente el monoteísmo, que el daño es insondable y no se puede describir enteramente con palabras, que son poderes opresores y que han sido instrumentos de dominación y manipulación de masas. Sin embargo, admiro las expresiones artísticas religiosas y me deleitan. Son arte y no dogma. La Biblia, por ejemplo, tiene un valor literario inmenso y, como toda buena literatura, es una realidad ficcionada, que se presta para distintas interpretaciones, que puede ayudar a entender el mundo y la condición humana, pero que no contiene la verdad absoluta, ni fue escrita por inspiración divina, ni cayó del cielo, ni puede ser la constitución política de ningún país, ni el manual de convivencia de ningún colegio (como lo proponían en las manifestaciones homofóbicas del 10 de agosto) ni puede ser jurisprudencia de ninguna sociedad (la mezcla entre religión y política ha demostrado ser igual de peligrosa que la mezcla entre alcohol y gasolina).

Pero además, caí en la cuenta, hace poco, y gracias a Madonna, de que los simbolismos religiosos se pueden utilizar como parte de una lucha social que propugna por los derechos de unos grupos de personas que han sido oprimidas por las religiones.

Truth or Dare (la verdad o te atreves) es un revolucionario y escandaloso documental de 1991 que da cuenta de la inmensa lucha de la cantante Madonna a favor de la libertad de expresión, que incluye, por supuesto, las libertades sexuales y los derechos de la población LGBTI. De hecho, como ella misma lo dice, no es la mejor cantante, ni la mejor bailarina, pero es capaz de fusionar todos los elementos de su puesta en escena para transmitir su mensaje. Y si se fijan, ella ha recurrido a los símbolos cristianos durante todas las etapas de su carrera para criticar la opresión religiosa, pero también para enviar el mensaje de que está bien ser diferente y de que los diferentes no son odiados por Dios. A diferencia de lo que muchos podrían pensar, Madonna cree en Dios y Truth or Dare da fe de ello: se le ve orando junto a todos sus bailarines antes de cada concierto y presentación.

https://www.youtube.com/watch?v=5flt461vvbI

Por causalidades de la vida, el tema de Madonna que más me gusta es Like a prayer, canción y video que hace una crítica al catolicismo a través de una mezcla de textos litúrgicos, símbolos cristianos, elementos de música góspel, coros, pop, rock e insinuaciones sexuales. Por supuesto, que el Vaticano y otros representantes de la mojigatería opresora pegaron el grito en el cielo. Pero a ella le ha sobrado carácter para hacerle frente a todos los tipos de poderes que han tratado de censurarla.

En junio pasado, durante su presentación en los Billboard Music Awards 2016, Madonna cantó Nothing compares to you, en homenaje a Prince, con tres camándulas plateadas en la mano izquierda y con tres grandes camándulas plateadas que colgaban de su cuello.

https://youtu.be/aFJHk3GsImU

El arte transforma, no solo entretiene. Y por eso, para mí, los verdaderos artistas son luchadores sociales, asumen una causa justa, toman partido y defienden su postura política sin temor a perder simpatías. “I can’t do both sides”, dijo Madonna el 07 de noviembre pasado, un día antes de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, en un improvisado concierto al aire libre en New York que le dedicó a Hillary Clinton. Les dijo a sus rebel hearts, como llama a sus fans, en referencia a su último tour, Corazones Rebeldes, que debían siempre vencer la opresión a través del amor y el arte.

Madonna nunca morirá, pues como dijo José Martí, “la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de vida…”. Y ella lo ha hecho con creces. Y debemos reconocer y agradecer a quienes han trabajado por un mundo más libre y justo.

En vista de que aprecio el arte religioso, lo voy a utilizar a favor de mi lucha social. Decoraré mi cuerpo con accesorios religiosos y los fusionaré con símbolos LGBTI. El mensaje es claro: se puede ser LGBTI y ejercer nuestra verdadera sexualidad sin temor a ser odiados por Dios. Los no heterosexuales podemos creer en Dios, podemos ser amados por Dios y podemos profesar la filosofía cristiana: la idea de la no violencia, de la no venganza, de no pagar mal por mal, de practicar la misericordia, de no juzgar, de ayudar a quienes más lo necesitan, de ser instrumentos de paz, de dar amor donde haya odio, de perdonar las ofensas, de dar esperanza donde haya desesperación, de ser la luz en medio de las tinieblas, de dar alegría donde haya tristeza, de consolar antes de ser consolados, de comprender antes de ser comprendidos, de amar antes de ser amado, etc.

“Poor is the man whose pleasure depends on the permission of another”, Madonna.

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