La cinta colombiana llegó a las salas de cine del país a principios de mayo contando una historia que refleja la doble moral de la típica sociedad colombiana.
Los cánones sociales asocian la felicidad con el dinero y el status, “Manuela” es una universitaria que goza de todos los privilegios; un novio exitoso, una familia amorosa y un futuro prometedor. Tiene todos los elementos de la portada perfecta en su cotidianidad festiva y frenética. Sin embargo, la sexualidad puede ser un terreno ambiguo y una noticia inesperada hará que su fachada comience a derrumbarse. Ahora ella deberá decidir entre ser libre o enfrentar “Las malas lenguas”.
A pesar de los secretos que guarda celosamente, Manuela parece transparente como un cristal y conserva una sonrisa tan aparente como su estilo de vida. Al otro lado del espejo, un amor secreto hierve dentro de ella y la propuesta de su amiga, para iniciar una vida nueva en otro país, aparece como el camino para escapar hacia un lugar con más verdades que mentiras; sin embargo, gracias a una serie de eventos desafortunados, verá cómo poco a poco su proyecto parece desdibujarse.
Una noticia expone sus dualidades ante sí misma y su círculo social, aquel que siempre la ha mantenido en un molde del que quiere desesperadamente escapar.
Las Malas Lenguas es una película colombiana que rompe con el silencio sobre tabúes en un país tradicionalista y en algunos casos ultraconservador. En entrevista con su director Juan Paulo Laserna, nos cuenta:
Redacción egoCity: Hola Juan Paulo, para iniciar ¿cuál es el conflicto de la protagonista?
Juan Paulo Laserna: El conflicto es principalmente que vive entre de mucho privilegio y dentro de una sociedad que parece que lo tuviera todo pero que en realidad ella no tiene nada porque no tiene la capacidad de decidir sobre lo que quiere con su propia vida.
Como la criaron, su familia y amigos, tienen aspiraciones de que ella sea un pedazo más de esa sociedad en la que creció. Ante todo a ella le encantaría poder ser eso, pero sus impulsos internos, lo que ella siente y lo que quisiera ser realmente va en contravía de todo lo demás.
RE: ¿Por qué elegiste que este tipo de historia sea tu Opera Prima, la primera para contar arriesgándote ante la sociedad?
JPL: Cuando escogí escribir la película con mi amigo con quien la escribí, buscábamos llegar a ese tipo de película que fuera importante hacer en Colombia, me parece que mucho del cine colombiano se ha enfocado en el conflicto armado y la violencia de nuestro país pero no tanto en sus orígenes y de donde nace esta violencia y cuál es el problema que tenemos como sociedad.
Pensándolo, analizándolo y hablándolo, llegamos al punto que acá a la gente no la dejan ser lo que quiere ser, si quiere abortar no la dejan, si quiere ser gay no lo dejan, si quiere ser de otra religión no la dejan y no es una represión de mano dura, es una represión de sociedad, del qué van a decir y de cómo alguien puede vivir feliz dentro de una sociedad siendo alguien que no es y decide cambiarlo, las consecuencias que eso puede tener ante todo por lo que la gente dice, por eso es que la película se llama “Las Malas Lenguas”.
Somos una sociedad con muchos prejuicios y con una capacidad destructora para hablar mal de los demás. Y el miedo a esas malas lenguas hace que mucha gente no escoja el camino que quiere sino el camino que le toca. Es algo que no sólo está enmarcado en la sociedad que sale en la película, sino que es algo en general del país y me parecía que era muy válido para criticar que no se había hecho, y que no se está haciendo lo suficiente ahora en plena coyuntura social, política y legal en la que estamos del matrimonio igualitario, la adopción, el aborto, la legalización de la marihuana y la eutanasia, Colombia avanza unos pasos enormes legalmente que no está dando como sociedad.
RE: ¿Qué otras problemáticas quiere reflejar “Las Malas Lenguas”?
JPL: Pues ante todo el tema de fondo es la incapacidad de una persona a escoger su propio destino junto con las temáticas que pasan por encima, que son definitivamente la homosexualidad reprimida, la incapacidad de tener un aborto o la problemática que nace de un embarazo no deseado, y cómo eso cambia la vida de la gente.
La película lo maneja desde una perspectiva no de represión puntual, como “¡no puede hacer eso!”, sino ante todo como a la gente no le importa por lo que ella está pasando, porque aparentemente lo que le está pasando va de acuerdo con lo que su sociedad quiere, y lo que ella opine o deje de opinar no importa, porque lo que los demás quieren es ese camino, ese es el camino que ellos tenían predeterminado así ella sea absolutamente miserable por dentro.
R.E. ¿Cómo fue el proceso desde el momento que te fuiste al extranjero y que luego nació la historia, hasta tu regreso con decidir lanzar la película en medio de la coyuntura social y legal?
JPL: Hay algo muy interesante que pasa cuando uno se va, es que uno ve Colombia desde afuera y va entendiendo mucho de lo que uno hizo parte, los problemas que pasan de los que tal vez no era tan consciente, analizas qué tanto hiciste parte de eso, qué tan fea fue cierta situación para cierta persona, y cuando se está totalmente sumergido acá, muchas veces uno no es consciente del daño, del mal que nos hacemos los unos a los otros ante todo como sociedad, pero desde lejos sí es notorio y desde lejos uno va entendiendo y pensando que eso no debería ser así, va sintiendo que sería mejor nuestro país si uno lo pudiera cambiar, y el lenguaje audiovisual fue como yo escogí expresar que ese tipo de cosas no me parecen, que son dignas de criticar. Vivir por fuera le da a uno la afortunada experiencia de poder decidir lo que uno quisiera que cambiara acá.
R.E. ¿No te dan susto “las malas lenguas” que puedan surgir de lo que hablas en la película?
JPL: Desde que escribimos el guión sabíamos que iba a ser una película controversial, que va a haber mucha gente a la que le va a levantar ampolla el tema, pero me parece que los medios artísticos son la manera en que, ante todo, uno puede buscar cambiar la mentalidad de la gente, expresar algo que sea contrario al status quo, y a lo que los demás quieren que uno diga.
Es como el único método que siento en el que uno tiene que ser valiente y decir lo que hay que decir sin importar las consecuencias, es más, entre más duras sean las consecuencias, más claro es lo que tiene que cambiar y aunque uno no aprecia las malas lenguas es un diálogo que tiene pasar. La gracia de la película es invitar a ese diálogo, a esa reflexión, a que se hable de por qué está bien o mal como nos comportamos; y si el costo es que la gente me eche la madre pues estoy dispuesto a aceptar ese precio.
R.E. ¿Cómo ha sido la respuesta en los festivales en los que la película ha estado?
JPL: La presentamos en The Colombian Film Festival, que fue muy interesante porque fue mostrársela a una audiencia colombiana fuera del país y ver cómo ellos se sienten respecto al tema, incluso pude interactuar con el público después de mostrarla.
En el Festival de Los Ángeles fue frente a un público extranjero muy grande, donde para ellos es de cierta forma novedoso ver ese lado de Colombia, separado del narcotráfico y conflicto armado, y ver algo más como realmente funciona nuestra sociedad, manera de pensar y de destruirnos los unos a los otros.
Pero el más interesante fue IndieBo 2015, porque tuve la oportunidad de interactuar con el público para el que está hecha la película, el colombiano residente, ver sus opiniones y que la película los toca. Lo más especial es que cuando escribimos la película creíamos que era para gente joven, pero al final de las presentaciones siempre se me acercaban señoras mayores llorando a abrazarme, así que me di cuenta que como la película tiene que ver mucho con las decisiones que se toman frente a lo que la sociedad, familias o amigos quieren, ya a las alturas de la vida de estas señoras, se les pasó la hora de cambiar esto y sienten dolor profundo al ver que les haya pasado, y que, tal vez, también se lo hicieron a sus propios hijos. Fue muy interesante ver ese efecto sobre la audiencia, muy especial y un poco la prueba de que si logramos hacer lo que queríamos con la película.
R.E. ¿Te has encontrado con una “Manuela” real que haya vivido lo de la película?
JPL: Aún no desafortunadamente (aún hay tiempo), me encantaría poder conocer a alguien que le haya pasado y que vea la película sintiendo lo que vivió la protagonista, lo que pasa es que creo que no solamente se habla de cosas tan trascendentales como la homosexualidad o el aborto, que son puntuales y fuertes. Sino también que por ejemplo alguien quiere ser artista y le dicen que se va a morir por el hambre, que no, ni por el carajo y la persona decide ser administrador de empresas, pasando sus días y años siendo absolutamente infeliz con su profesión por más plata que esté haciendo.
Me parece que desde esa visión es algo que le habla a la gran mayoría de colombianos que hemos crecido acá queriéndonos salir de lo convencional, y que nos han tratado de empujar hacia un camino que no queremos, por lo que hemos tenido que sacar o no las huevas para escoger el camino que realmente sentimos que es el correcto, por eso creo que era tan valiosa la película.
R.E. Los llamados “millennials” colombianos nunca han vivido en una Colombia en paz y por eso mismo estas nuevas generaciones tal vez tienen un sentimiento diferente ¿cómo te basas en estos mismos jóvenes de los que haces parte para contar tus historias y a la vez unir todo el reparto?
JPL: Digamos que desde el colegio me tocó ver gente que a los ojos de los demás eran sumamente exitosas pero a la vez eran infelices, gente que uno admiraba y que decía este tipo va a ser súper exitoso porque era un berraco, pero más adelante en la vida ya uno se da cuenta que lo hacían por mantener una imagen queriendo hacer otra cosa con su vida, pero ya están tan montados en esa imagen que no se pueden echar para atrás, porque no quieren dejar de ser eso, pero al mismo tiempo son súper infelices. Creo que en cuanto a elenco, con Sara, Matilde y Pedro (quien es administrador de empresas, algo que le fascina, pero a la vez tiene inclinación a ser artista y expresarse para ser diferente), a todos siempre nos llamó la vida a no ser convencionales en ese sentido de la palabra.
Creo que a la final a las generaciones de hoy en día les es más fácil, y siento que a la vez un poco más difícil también, porque ahora la sociedad de boca para afuera es muy liberal pero de boca para adentro no, entonces dicen “si claro que los gais hagan lo que quieran por su lado” pero llegan a ver dos gais juntos cogidos de la mano por la calle y es un escándalo.
Es una sociedad muy hipócrita en la que vivimos y creo que a los millennials les toca particularmente duro ahorita, porque están en un país que dice una cosa y piensa otra, por eso tenemos personajes como Alejandro Ordóñez y Viviane Morales que representan grandes segmentos de la sociedad que dicen “¡Sí echen para atrás lo de la Corte y blah blah blah!”; son parte de nuestra sociedad, de nuestras familias y amigos. Me ha tocado gente muy cercana que quiero y respeto profundamente que salen con unas barbaridades que uno no puede creer, y si no las dicen, uno se da cuenta con el tiempo que las piensan, es un camino muy complicado.
R.E. ¿Cuáles son tus expectativas al exhibirse la película en los cines colombianos?
JPL: Creo que mi única expectativa, es que la gente que la vaya a ver salga reflexionando sobre lo que tenemos que cambiar y crecer como sociedad ante todo el daño que nos hacemos los unos a los otros, muchas veces sin querer, otra veces a punta de no darnos cuenta que esperamos de los demás lo que nosotros queremos de ellos y no lo que ellos quieren de si mismos, y me parece que si la gente logra entender ese como el mensaje de la película me doy por bien servido.
No espero que le gane a Capitán América en la taquilla, pero sí que quienes la vayan a ver tengan un impacto, es lo que uno aspira como cineasta.
¡Para no antojarte más de una producción que vale la pena reconocer y exaltar! Consulta la cartelera de cines en tu ciudad y agéndate a una película que revuelca tu realidad desde las mismas bases sociales.