El 11 de noviembre de 1985 NBC estrenó la primera película grande en tratar el tema del VIH/SIDA: 32 años después sigue siendo una producción icónica.
En 2015, “The Normal Heart” volvió a poner el tema del VIH/SIDA en la televisión con una película llena de actores de primera línea como Julia Roberts, Mark Ruffalo, Matt Bomer y Jim Parson. Dirigida por Ryan Murphy, la mente detrás de los éxitos televisivos “Glee”, “American Horror Story” y “Nip/Tuck”, la película para televisión cautivó a una audiencia mundial y se llevó un premio SAG, un Golden Globe y un Emmy, sumados a un total de 30 nominaciones. Sin embargo, cuando se estrenó “An Early Frost” en 1985, el panorama no era el mismo.
En los años más calientes del debate y surgimiento público de la enfermedad, la NBC y John Erman se atrevieron a filmar la primera película de gran formato que tratara sobre el virus. Aunque una encuesta de Gallup en junio de ese año mostraba que el 95% de los norteamericanos conocían el VIH, la televisión y el cine no se atrevía a acercarse a él.
En la noche del 11 de noviembre del ’85 la NBC transmitió por primera vez la película protagonizada por Aidan Quinn, Gena Rowlands y Ben Gazzara, que cuenta la historia de Michael Pierson, un joven abogado que todavía en el clóset, se enfrenta con la decisión de contarle a sus padres que tiene SIDA.<
Escrita por Ron Cowen y Daniel Lipman -quienes después desarrollarían la serie “Queer as Folk”– ganó cinco de las 14 nominaciones a los premios EMMY por lograr llevar la enfermedad a un debate público más humano.
Y aunque por temor muchos actores rechazaron el papel, Aidan Quinn no lo dudo un segundo desde el momento en que su representante le ofreció el trabajo. “Uno escoge las mejores historias que hay y el mejor camino que uno quiera tomar”, dijo el actor después del estreno de la película.
Por su parte, el director recuerda que la NBC tenía mucho miedo de la controversia que iba a suscitar la producción y ofrecieron contrataran a Elizabeth Taylor o Audrey Hepburn como la madre para reducir los riesgos. “Esta es la versión de Hollywood de una familia americana y no creo que sea la manera correcta de hacerlo. Fue una gran pelea, porque tenían mucho miedo de realizar la película”, señala Erman.
Gran parte del éxito de esta producción recae en el arduo trabajo de preproducción por parte de los guionistas y los actores. Para escribir la historia, Cowen y Lipman, dos escritores gay quienes habían perdido amigos por la epidemia, trabajaron mano a mano con médicos especialistas en VIH para hacerla lo más realista posible.
Además, junto al actor, visitaron varios hospitales que trataban pacientes con SIDA y asistieron a sus grupos de ayuda. “Esa fue una noche muy difícil porque muchos de esos chicos ya estaban muy mal”, recuerda el director.
Para comprender las emociones de una de las escenas más importantes de la película, Quinn se sometió al examen que le hacían a las personas en esa época cuando sospechaban que se habían infectado. Lo que el actor no esperaba era que su ganglio linfático apareciera hinchado y su conteo de células blancas elevado. Con estos resultados, Quinn cuenta que lo primero que pensó fue: “¡Jesús! ¿Será que tengo SIDA? Es este algún giro enfermo del destino que yo esté aquí realizando esta cosa revolucionaria ¿y resulta que lo tengo yo?”. Aunque después de varios días de agonía mental, el resultado salió negativo, cuenta que vivió una experiencia que lo ayudó a comprender a su personaje.
El día del estreno, el morbo y la curiosidad atrajo a un tercio de la audiencia norteamericana, superando por mucho al mejor programa de su competencia en la ABC. Ahora 32 años después, el excelente trabajo de este equipo de artistas sigue punteando en las listas de las mejores películas en tratar el VIH/SIDA.
Mira el trailer de la película a continuación: